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La amenaza laboral que sufren los profesores de matemáticas (y pronto el resto)
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La amenaza laboral que sufren los profesores de matemáticas (y pronto el resto)

Algunos sectores se van a ver más afectados que otros por la apertura global del mercado laboral. Aunque no se hable mucho de ellos, los 'profes' de mates pueden verse afectados

Foto: ¿Qué será de él y de sus compañeros? (iStock)
¿Qué será de él y de sus compañeros? (iStock)

Gran parte del programa político de Donald Trump se basa en un retorno al proteccionismo comercial que se apoya en el lema 'Make America Great again!'. Si EEUU ha de volver a ser grande, defiende, solo puede serlo si las empresas del sector secundario, que tan dañadas han sido por la globalización económica, vuelven a concentrarse en territorio norteamericano y no en países en vías de desarrollo que permiten ahorrar costes a expensas de los trabajadores estadounidenses.

Lo que el presidente obvia es que la reconfiguración del mercado a nivel global no afecta únicamente a los conocidos como trabajos de cuello azul. Es más, es posible que estos puestos ya sean irrecuperables, por mucho que se intenten colocar nuevas barreras, y que la tendencia se lleve por delante a los empleados de cuello blanco. En el caso que nos ocupa, a los profesores; concretamente, de matemáticas.

Ya que las publicaciones con buena reputación pueden aceptar solo un número determinado de artículos, los flojos se quedan fuera

Un artículo publicado en 'The Economist' lo anuncia: una investigación que será publicada en el próximo número del 'Journal of Human Resources' sugiere que pronto los profesores de matemáticas occidentales pueden tenerlo complicado a la hora de competir en el mercado laboral, especialmente en lo que concierne al universitario.

La investigación, realizada por George Borjas, de la Universidad de Harvard, y Kirk Doran y Ying Shen de la Universidad de Notre Dame encuentra un potencial enemigo en los profesores y estudiantes chinos, que desde la liberalización del país (en 1978) comenzaron a trabajar en destinos como EEUU aportando un conocimiento diferencial, puesto que es uno de los campos en los que sobresale. En apenas una década, China se había convertido en la principal fuente de estudiantes extranjeros en dicho país.

Foto: La Universidad de UCLA ha sido una de las primeras en ofrecer estas acreditaciones. (CC)

Esto, a su vez, influyó sensiblemente en la productividad de los investigadores americanos. ¿De qué manera? Como explica el reportaje de 'The Economist', “ya que las publicaciones con buena reputación pueden aceptar solo un número determinado de artículos por revista (o, al menos, así era en los tiempos en los que solo se editaban en papel), la productividad relativa de los americanos no-chinos cayó, ya que los 'papers' más flojos se quedaron fuera”. Algo más acentuado en un panorama en el que la competencia por publicar mueve mucho dinero y el acceso a las grandes revistas es cada vez más complicado.

La competencia es global

En otras palabras, mientras que en un pasado no tan lejano el ámbito de determinadas publicaciones estaba limitado a territorios concretos y estaba delimitado por distintas barreras (laborales, idiomáticas, adminstrativas), la apertura de mercados ha provocado que el acceso de profesores de otras universidades a estas publicaciones se dispare. Según los datos que presenta dicha investigación, la relación entre el número de 'papers' publicado por los profesores de origen chino aumentaba a medida que decrecía el de los docentes americanos.

La ley de la ventaja comparativa sugiere que la movilidad de los trabajadores animará a las sociedades a especializarse en lo que hacen mejor

No es la primera vez que los investigadores llegan a una conclusión semejante. En 'Cognitive Mobility: Labor Market Responses to Supply Shocks in the Space of Ideas', analizaron cómo se había alterado el mundo de la investigación estadounidense en matemáticas tras la desaparición del bloque soviético. Los resultados fueron muy similares a los que ahora han localizado en China: determinadas áreas de investigación que habían sido explotadas en la URSS, como las ecuaciones diferenciales ordinarias y parciales o la teoría de cuantos, eran ocupadas por los rusos, mientras que los estadounidenses que hasta ese momento se encargaban de dichas disciplinas se vieron obligados a reciclarse.

¿Quién gana y quién pierde en este reparto económico? Como es previsible, los matemáticos de un nivel más alto, que compiten a un nivel global y cuyos trabajos tienen mayor impacto. Las principales víctimas son aquellos que, en otras condiciones, podrían haberse garantizado un mínimo de visibilidad, y que han sido desplazados por aquellos que les superan en determinados campos. Algo aún más sensible en campos universales como las matemáticas (o, por extensión, la ciencia en su conjunto), que no dependen del idioma, y donde países con una gran tradición científica que durante gran parte del siglo XX apenas migraron (China, URSS) han abierto sus fronteras.

Una investigación publicada en 2006 en 'Medical Hypotheses' hablaba de esta globalización como “una tendencia inevitable y ventajosa”, en la medida en que “permite una mayor eficiencia, efectividad y capacidad a las sociedades y beneficia a la mayor parte de la gente la mayor parte del tiempo”. Especialmente a niveles de investigación postdoctoral. “Este fenómeno está ocurriendo en las ciencias matemáticas y cuantitativas, y pronto se extenderá a otras áreas”, añadía hace más de una década el artículo.

Durante los últimos años, muchos profesores universitarios españoles han emigrado a Latinoamérica ante la falta de personal cualificado

Esta publicación también sugería la aparición de una hipotética nueva lengua para la comunicación universal, una “forma simplificada de inglés científico internacional” que ya se aplica en determinados campos. “La ley de la ventaja comparativa sugiere que la movilidad de los trabajadores animará a las sociedades a especializarse en lo que hacen mejor”, añadía el estudio. Y nuestro país no es, precisamente, uno de aquellos especialmente duchos en matemáticas –según el TIMSS, nuestros estudiantes siguen estando por debajo de la media de la OCDE–, por lo que es uno de los más vulnerables a la entrada de docentes de otros países.

¿Qué pasa con España?

La situación sea probablemente un poco diferente en España, más sometida a los condicionantes de la Unión Europea. Sin embargo, el número de estudiantes extranjeros en nuestro país se ha disparado a través de distintos programas internacionales como el Erasmus; en el curso 2015-2016, en total había 1.529.839 estudiantes extranjeros, según los datos del Ministerio de Educación, un 5,6% del total en grado, pero un 17,8% en máster y un 22,8% en doctorado. Es decir, aquellos que muy probablemente terminen aspirando a una plaza en universidades españolas.

La mayoría de los alumnos, como era de esperar, provienen de la Unión Europea (44,5%), seguida por América Latina y Caribe (24,9%), Norte de África (8,5%), resto de Europa (8,9%), Asia y Oceanía (9,7%), resto de África (2,7%) o EEUU y Canadá (0,8%). Las Comunidades Autónomas donde más alumnos extranjeros matriculados en doctorado son Cataluña (32,2%), Navarra (29,8%), Castilla y León (28,1%), Madrid (24,7%), o Andalucía (21,9%), la principal vía de acceso a la docencia universitaria.

¿Invasión o necesaria mejora de la investigación española? Conviene recordar que, durante los últimos años, muchos profesores universitarios españoles han emigrado a países americanos ante la falta de personal local, como ha ocurrido en Ecuador y su Plan Internacional de Captación y Selección de Educadores de Rafael Correa o Chile, a través del Programa Internacional Regular (PAIR). Alta competitividad, especialmente entre los profesores de ciencias; pero también, hipermovilidad y flexibilidad que obligarán a los docentes a emigrar a aquellos lugares donde haya trabajo.

Gran parte del programa político de Donald Trump se basa en un retorno al proteccionismo comercial que se apoya en el lema 'Make America Great again!'. Si EEUU ha de volver a ser grande, defiende, solo puede serlo si las empresas del sector secundario, que tan dañadas han sido por la globalización económica, vuelven a concentrarse en territorio norteamericano y no en países en vías de desarrollo que permiten ahorrar costes a expensas de los trabajadores estadounidenses.

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