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Lo que nunca jamás debes decirle a una mujer. Te la juegas
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¡un sinónimo, rápido!

Lo que nunca jamás debes decirle a una mujer. Te la juegas

Estas son las palabras y expresiones prohibidas que las ponen hechas una fiera. Para empezar, una pista: no digas que "se ponen hechas una fiera" o te rugirán con razón

Foto: ¡Princesa lo será tu madre! (Corbis)
¡Princesa lo será tu madre! (Corbis)

Si eres hombre, seguro que te ha pasado alguna vez. Dices algo que parece de lo más razonable y se desata una tormenta que ríete tú de los monzones indios, y todo por una forma de hablar. En la práctica quizá eres una persona amable y tolerante, pero a veces no sabes elegir las frases. Y si con otros hombres la cosa se queda en una anécdota, más de una chica ha empezado a tratarte de otra forma para siempre por un quítame allá ese vocablo.

Si eres mujer, también te entendemos y te apoyamos, sabemos lo que se siente. Hay combinaciones de letras que son auténtica magia negra y conjuran lo peor de una. ¿Pero de qué siglo ha salido este? ¡Y encima no se da cuenta!

¿Cómo que mandona? ¿Es Obama mandón? ¿Era mandón Napoleón? ¿Quién llamaría mandón a Kim Jong-un?

Vamos a poner nuestro granito de arena en hacer del mundo un lugar mejor, un lugar con empatía, comprensión y menos miradas asesinas, que hacen daño al que las recibe y a la que se ve obligada a dedicarlas. Estas son las formas en que nunca, jamás de los jamases, debes dirigirte a una mujer.

Mandona

Ah, no, por ahí no, amigo. Claro que a veces tienen tendencia a imponerse, pero están muy hartas de que cuando lo hace un hombre se vea como un signo de personalidad y en ellas como un defecto. ¿Es Obama mandón? ¿Era mandón Napoleón? ¿Quién es el imbécil que llamaría mandón a Kim Jong-un? Pues si esos no son mandones, menos aún tu amiga por decirte que limpies lo que acabas de tirar al suelo, por ejemplo.

Doble tanto de palabra (prohibida) sería "marimandona", eso ya es de juzgado de guardia. Como si tener la capacidad de llamarse Mari en vez de Mario fuera un dato gracioso o que aportara algo. Ni 'mari' ni nada, doña María de las Mercedes Gálvez Palacios para ti, cacho adoquín.

Si no lo ves claro, querido lector, desde 'Men's Health' nos recuerdan la campaña que se hizo en Estados Unidos en contra de esta palabra en inglés, 'bossy', aplicada a las mujeres poderosas. Beyoncé, Condoleezza Rice o Jane Lynch estaban en el ajo.

En lugar de mandona, sugieren que utilices "la ama". R-E-S-P-E-C-T.

Histérica

Histérica viene de 'hystear', útero en griego. Y está feo asociar los ataques de ira o las locuras momentáneas que todos tenemos de vez en cuando al sexo de alguien. ¿Acaso hay que tener útero para ponerse muy nervioso y liarla parda? Las estadísticas dicen más bien lo contrario, amigo: no te conviene abrir ese melón.

"Si quieres ver a una mujer histérica", escribe la redactora Carrie Borzillo, "llámala histérica". La carga de significado que tiene la palabrita -no tanto de la antigua Grecia, que también, como de principios del siglo XX, cuando consideraban enfermas mentales a muchas mujeres que simplemente estaban frustradas, o luchaban por sus derechos- es insoportable para muchas, incluso si no se consideran feministas. No estoy fuera de control, colega, y no necesito un médico, te dirían si se dignaran a hablarte después de semejante resbalón. Lo que necesito es un revólver.

"Loca" tampoco suele sentar muy allá, pero no te sorprenderá, imaginamos que a ti tampoco te haría gracia en determinadas situaciones.

Gorda

Ni "ancha", ni "bien, pero algo más gorda que Nosequién", ni "fuertecita"... y ya puestos tampoco les emociona un "flaca", ni un "bajita", aunque a ti te encanten justo con su estatura y sus kilos, sean los que sean. Esto no es una cuestión exclusiva femenina, claro, pero el aspecto físico es un tema omnipresente en su vida, y están particularmente hartas. Sobre todo, ten en cuenta que, a no ser que ya estés saliendo con esa persona, toda apreciación sobre su apariencia fuera del halago elegante es un campo minado.

Y, pensándolo bien, incluso en pareja lo es. Si te preguntan aquello de "¿me ves gorda?", pulsa el botón de emergencia de tu cerebro y evita responder directamente. Si digas lo que digas se enfada, no te quejes de que no te advertimos.

'Señorita' suena a menor de edad, a quitar importancia a la persona. 'Nena', 'bebé', 'ricura'... Todo lo que puedas llamarle a una niña de pecho

Amiga, no olvides que ellos tampoco son de piedra. No les menosprecies por su físico o te merecerás un rapapolvo tú también. Igualdad, hermana.

Princesa

El típico halago con riesgo de salirte por la culata. Las princesas vivían bien, parece que te oímos replicar. Presenciaban torneos emocionantes sin mancharse de sangre, tenían lujos que nadie más podía permitirse, criados y doncellas... Pero todo eso se heredaba sin mérito alguno, por vía paterna. Y si nacías princesa, princesa eras toda la vida, hasta que te casaran.

Dice la cómica feminista Patricia Sornosa que a ella le gusta cambiar la letra de las canciones. Hay una de reggaetón que dice "me llamo princesa / voy a coger provecho", y ella canta: "No soy tu princesa, voy a estudiar derecho". Pues eso.

'Reina' es algo mejor, aunque por culpa de la ley sálica y similares sigue sonando a "señora de", lo que nos lleva a la siguiente palabra errónea.

Señorita

¿A qué viene ese diminutivo? ¿Te gustaría que te llamaran señorito a ti? Suena a menor de edad, a trato distinto si no estás casada, a rancio, a quitar importancia a la persona. Lo mismo con "niña", "nena", "bebé", "ricura"... Casi todo lo que puedas llamarle a una niña de pecho es problemático con una adulta si no tienes mucha confianza y un juego establecido.

Lo malo es que "señora" es también motivo de quejas dolorosas. ¡¿Cómo que señora, si solo tengo 54?!, es ya una frase común. Pronto, pasaremos de ser 'chavalas' al ataúd, sin paradas en medio. Ante la duda, echa mano de una lección de la antigua Grecia que sí nos vale: haz como Crátilo y no hables, limítate a señalar con el dedo.

Si eres hombre, seguro que te ha pasado alguna vez. Dices algo que parece de lo más razonable y se desata una tormenta que ríete tú de los monzones indios, y todo por una forma de hablar. En la práctica quizá eres una persona amable y tolerante, pero a veces no sabes elegir las frases. Y si con otros hombres la cosa se queda en una anécdota, más de una chica ha empezado a tratarte de otra forma para siempre por un quítame allá ese vocablo.

Amor
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