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La auténtica razón por la que somos infieles
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La auténtica razón por la que somos infieles

Para muchos el adulterio es una línea roja. Lo cierto es que, a pesar de su rechazo social, ocurre y seguirá ocurriendo. Podemos quedarnos en la superficie o comprender los porqués

Foto: Las nuevas tecnologías: un canal para la infidelidad. (iStock)
Las nuevas tecnologías: un canal para la infidelidad. (iStock)

Lo común es entender la infidelidad como una acción egoísta, ejecutada por un impulso sexual incontrolado, por una venganza o incluso por un acto de maldad. A pesar de la creencia popular, la realidad es que tales casos son la excepción.

Estas explicaciones ofrecen, sin embargo, una sentencia para la persona que se siente traicionada, que encuentra una vía elemental para dar salida a una frustración también lógica y motivada. El problema es que estas convenciones impiden en muchos casos afrontar las razones últimas. Detrás de una infidelidad se pueden esconder móviles psicológicos muy complejos que marcan una crisis y que llevan a muchas parejas a solicitar ayuda psicológica (si es que estas parejas no se han roto ya antes).

Si la decisión es la de seguir adelante, no es extraño que se aborde la construcción de una nueva relación, o su reinvención, con otros valores que sustituyan a aquellos que hicieron que los lazos anteriores fracasaran. ¿Existe algo positivo en todo esto? En los casos en los que la persona infiel se siente culpable y la pareja se encuentra devastada, el psicólogo especializado en terapia de pareja, Edward Monte, advierte: "Por favor, no pidáis el divorcio. Esto puede ser una oportunidad"

Foto: Coquetear con otras personas nos puede ayudar a recuperar la autoestima. (iStock)

Afrontar el motivo de una infidelidad es doloroso y puede dejar pasmados a los miembros de la pareja que desconocían los detonantes verdaderos. Por ello, el escritor y presentador de televisión, Alain de Botton, se atreve a enfrentarse a este delicado asunto desde una perspectiva original y, en parte, poco ortodoxa.

En una relación es necesaria una delicada mezcla entre dos ingredientes: cercanía y distancia

Muchos preferirán quedarse en los argumentos corrientes. Si no puedes perdonar a aquella persona que te hizo tanto daño, quizás prefieras no continuar con estas líneas. Si, por el contrario, no puedes evitar la curiosidad, sigue leyendo.

A mi lado, pero lejos

Ni contigo ni sin ti”. Detrás de la frase repetida en tantas canciones de amor, bajo diferentes fórmulas, se esconde una importante certeza: la dificultad de conciliar nuestra realización personal, que nace de nuestro ego, con nuestras necesidades afectivas: “En una relación cada uno de los miembros necesita una delicada mezcla entre dos ingredientes muy diferentes: cercanía y distancia”, explica el escritor.

El sexo, los gestos de afecto o incluso las acciones cotidianas compartidas con nuestro compañero o compañera son fundamentales para nuestro bienestar y para nuestra autoestima. De especial transcendencia es también que nuestra pareja tenga acceso a una parcela de nuestro pensamiento y que exista la sensación de que ambos miembros se conocen bien mutuamente.

Es paradójico, pero podemos acabar traicionando a nuestra pareja no porque ya no la amemos, sino porque la seguimos queriendo

Lo dramático es que, al mismo tiempo, queremos sentir que tenemos un espacio exclusivamente nuestro al que nadie tiene acceso y del que nadie puede hacerse dueño. En definitiva, nuestra vida afectiva es contradictoria y en buena manera frágil.

El equilibrio entre ambos componentes es delicado y una oscilación en la relación hacia una cercanía exagerada o hacia una distancia muy marcada puede ser el desencadenante definitivo que lleve al desastre.

La identidad en riesgo

En el primer caso, es decir, cuando la relación se vuelve excesivamente cercana y no queda mucho espacio para el desarrollo personal, está en peligro el yo del propio individuo. Afirma Alain de Botton: “En una relación demasiado estrecha podemos llegar a sentir la necesidad de demostrarnos a nosotros mismos que no todo lo que hacemos y toda nuestra existencia es propiedad de nuestra pareja, que somos todavía deseables para el mundo exterior e independientes”. La psicóloga Sonali Gupta, precisa: "En mi experiencia tanto con hombres como con mujeres les he escuchado describir las razones que les llevaron a tener una aventura: 'he descubierto una parte de mí mismo que creía que había perdido".

Qué duda cabe que una manera elemental, instintiva e inconsciente de hacer tangible un deseo similar es el de irse a la cama con una nueva persona. El problema es grave si lo pensamos detenidamente, pues estar inmerso en una relación posesiva amenaza la personalidad del individuo. En estos casos, la identidad acaba diluyéndose en la relación y el subconsciente puede tomar el control para garantizar su supervivencia.

La autoestima amenazada

En el lado opuesto, una distancia demasiado marcada es, igualmente, un posible móvil para el adulterio. Nos reflejamos en nuestra pareja y una constante sensación de rechazo por el otro pone en riesgo muchos aspectos afectivos. Se da así una trágica paradoja señalada por el autor suizo: “Al final podemos acabar traicionando a nuestra pareja no porque ya no la queremos, ¡sino porque la amamos!”.

Posesivo y frío son términos equivocados y dañinos para definir dos modos diferentes de sentirse cómodo en el amor

La distancia impuesta puede resultar insoportable y humillante y la contradicción más absoluta ocurre cuando el ser amado descubre la traición y acusa al otro de no quererle... cuando ha sido el excesivo afecto el que ha provocado la infidelidad.

Conciliar las expectativas

Muchas parejas deciden romper porque sienten que las perspectivas de ambos miembros estan demasiado diferenciadas y son irreconciliables. Lo cierto es que rara vez se da el caso en que dos personas que se vean inmersas en una pareja tengan las mismas expectativas.

Buscar por todos los medios a alguien que tenga una interpretación del amor idéntica a la nuestra, con las mismas necesidades de proximidad y distancia, puede ser una causa perdida y el camino equivocado para encontrar la felicidad y la estabilidad afectiva.

Es una constante, sin embargo, que los componentes de la pareja se acusen mutuamente de ser demasiado posesivos o demasiado distantes. Sucede en la mayoría de relaciones, lo que denota que detrás de todo esto se encuentra un importante problema de comunicación que, sin embargo, se puede solucionar.

Señala Alain de Botton: “Posesivo y frío son términos equivocados y dañinos para definir dos modos diferentes de sentirse cómodo en el amor”. Transmitir el verdadero punto de vista sobre el afecto y asumir las consecuencias de nuestra forma de ser es la forma de afrontar una relación adulta. Concluye el escritor suizo: “Solo de esta manera podemos asegurarnos que nuestras divergencias no nos lleven a un bar o a un chat; hacia una situación en la que una infidelidad nos parece la única solución”.

Por último, si la pareja no puede resolver sus diferencias, no es mala idea incluir una tercera persona bajo la forma de un especialista. Señala Gupta: "En una terapia las parejas pueden volver a definir sus necesidades, redescubrir el significado de lo que comparten, crear puntos de unión, encontrar la manera de volver a conectar, desarrollar confianza y generar la esperanza de una vida juntos".

Lo común es entender la infidelidad como una acción egoísta, ejecutada por un impulso sexual incontrolado, por una venganza o incluso por un acto de maldad. A pesar de la creencia popular, la realidad es que tales casos son la excepción.

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