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La Sherlock Holmes mujer: la detective que humilló a la inútil policía neoyorquina
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LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DE RUTH CRINGER

La Sherlock Holmes mujer: la detective que humilló a la inútil policía neoyorquina

Durante décadas, la historia la olvidó. Un siglo después del caso que le lanzó a la fama, merece la pena recordar la historia de Grace Humiston, una mujer para la eternidad

Foto: El retrato que 'The New York Times' publicó de la detective.
El retrato que 'The New York Times' publicó de la detective.

El 17 de febrero de 1917, en todas las portadas de los periódicos neoyorquinos se repetía una misma fotografía. Esta presentaba a una inocente joven vestida con un vestido blanco, con una expresión en el rostro tan cándida como la de Laura Palmer cuando Pete Martell encontraba su cadáver. Poco podían sospechar los lectores neoyorquinos que el caso de la joven Ruth Cringer seguiría dando que hablar un siglo después como una de las grandes historias de misterio de la Gran Manzana. Un relato policíaco perfecto que este año vuelve a contar una vez más 'Mrs. Sherlock Holmes' (St. Martin's), escrito por Brad Ricca, escritor, cineasta y poeta.

Si la historia sigue generando interés no es tanto por el caso en sí como por la mujer que lo resolvió. Se trata de Mary Grace Humiston, la primera fiscal de la historia de EEUU, popularmente conocida como Doña Sherlock Holmes. La historia de Humiston es una de las más apasionantes de EEUU: antes de resolver este caso, ya se había opuesto a las deportaciones del gobierno americano, había combatido por los derechos de los menores explotados en las fábricas, había salvado la vida de una mujer acusada de matar a su marido al intentar violarla y consiguió sacar a la luz una trama criminal de trata de esclavos en Florida. También se había enfrentado al médico que internó a la investigadora Nellie Bly y fue amenazada de muerte por los extorsionadores de la Mano Nera.

La desaparición de la catequista estimuló la imaginación de la prensa: ¿y si había sido secuestrada por una red de esclavos brasileña?

Todos la conocieron como “la amiga de la gente” hasta que pasó a ser doña Sherlock Holmes gracias a este caso (y el ingenio de un reportero de 'The New York Times' que le dedico un artículo). La repentina desaparición de la joven catequista de 18 años, hija de un contable de Nueva York llamado Henry Cruger, estimuló la imaginación de la prensa: había quien mantenía que había sido secuestrada por una red de esclavitud cuyos tentáculos se extendían hasta Brasil, que la habían engañado o que, una vez más, la Mano Nera estaba detrás del caso. La policía, sospechosamente, parecía mucho menos imaginativa, y pronto dejó enfriar el caso señalando que lo más probable es que la joven hubiese huido con un amante.

Dicha teoría agotó la paciencia de Henry Cruger, que no solo había perdido a su hija, sino que tenía que aguantar que los agentes de la ley sugiriesen que era una casquivana. Por ello no dudó en contratar a Grace Humiston, que a sus 48 años en apenas dos meses resolvió el caso y se convirtió en la que quizá sea la detective más famosa de la historia de EEUU.

Paso a paso hacia la verdad

No se puede negar que la historia del caso Cruger no está llena de buenos personajes. La propia Humiston había despachado a su marido, el doctor Henry Quakenbos, después de que este fuese despedido de su trabajo por mirón, y se apuntó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York, la única que aceptaba a mujeres. No se queda a la zaga su socio, Julius Kron, otro investigador de origen húngaro con una cicatriz bajo el ojo que era conocido como el “Hombre Que No Podía Ser Untado” después de desvelar que los representantes de una plantación del sur habían intentado sobornarle.

“O Nueva York es la ciudad más violenta del mundo o la policía es inútil”, pensaba la detective

Humiston aceptó el caso 'pro bono', aunque la familia Cruger había ofrecido una recompensa de 1.000 dólares por el hallazgo de su hija, ya que la investigadora estaba especializada en casos de esclavitud. El proceso se detalla en un fragmento del libro que 'Narratively' ha publicado: a pesar de todas las teorías que circulaban sobre el paradero de la joven, decidió centrarse en la tienda de motocicletas de Alfredo Cocchi, donde Ruth había acudido para que afilasen sus patines.

En apariencia, era una pista muerta, ya que los policías habían registrado en dos ocasiones la tienda. No olía muy bien, eso sí, que Cocchi hubiese desaparecido, aunque sus vecinos sospechaban que probablemente tenía miedo de convertirse en un chivo expiatorio por sus orígenes italianos. Además, estaba muy bien protegido: la policía neoyorquina, que no tenía ninguna simpatía por su competidora, le denegó todas las peticiones de acceso a la tienda de los Cocchi que, tras la desaparición del marido, estaba dirigida por su esposa Maria. Esta también había disuadido violentamente a la detective: “Te aplastaré la cabeza con este ladrillo si vuelves a aparecer”.

Después de revisar una y otra vez todas las notas que había recogido, Grace Humiston no quería dar por cerrada la línea de investigación de Cocchi. Para eso, utilizó un viejo truco: le pidió a su amigo Kron, el Hombre Que No Podía Ser Untado, que intentase conseguir trabajo en la tienda de motocicletas, algo que logró sin mucho esfuerzo. Una vez allí, este empezó a pensar que tal vez había gato encerrado. En el sótano, concretamente. Y ello a pesar de que cuando visitó la habitación no fue capaz de encontrar ni una sola pista. La pista, más bien, la dio la mujer de Cocchi, que le gritó mientras lloraba: “¡Sé que lo sabes! Eres otro de esos detectives que persiguen al pobre Al!”

Todo lo que quería saber, y más

Presentamos a John Lagarenne, un sargento de la policía neoyorquina de 37 años, principal responsable de que el caso se enfriase y promotor de la teoría de que Ruth había escapado en un taxi con un extraño. Fue él quien explicó a los Cruger que no tenían por qué preocuparse, ya que el 99% de los desaparecidos en la ciudad terminaban apareciendo. La pregunta del padre fue oportuna: “Sí, aparecerá, ¿pero dónde?” Los investigadores sabían que de las 828 personas desaparecidas durante 1916, 244 habían sido asesinadas. “O Nueva York es la ciudad más violenta del mundo o la policía es inútil”, pensaba la detective.

El tajo que iba desde el vientre hasta su columna se había realizado después de ser golpeada en la cabeza, pero antes de morir

Fue gracias a la amenaza de la señora Cocchi como finalmente Humiston consiguió una orden de registro del sótano de los italianos. A simple vista, no había nada especial en esa estancia; tan solo, un sospechoso cofre que se encontraba en una esquina de la habitación. Al moverlo, reveló que el suelo de cemento había sido perforado con una sierra, así que empezaron a cavar, cavar y cavar. La verdad salió a la luz en forma de pantalones enterrados en basura. Cuando finalmente el investigador se escurrió por el agujero, pisó algo duro: la cadera de un ser humano.

La visión del cuerpo no debía ser agradable. La cabeza había sido aplastada por encima de la oreja izquierda, los tobillos estaban anudados con una cuerda de cáñamo que había cortado la carne, el cuello estaba rodeado por una toalla y a su lado descansaban unos patines ensangrentados, una imagen que contrastaba con los guantes de niña que aún llevaba Ruth. Eso, a simple vista: la autopsia mostraría un profundo corte en el abdomen de la joven que había sido realizado con sus propios patines. El tajo se había realizado después de ser golpeada en la cabeza, pero antes de morir.

Alfredo Cocchi, que se ocultaba en Bolonia, terminó reconociendo el asesinato y disculpándose alegando que “desde el principio, había intentado llamar la atención”. Fue sentenciado a pasar 27 años en la cárcel, pero el caso no se terminó ahí. Humiston acusó públicamente a la policía de Nueva York de negligencia, y lo que pasó después no te sorprenderá. Una investigación independiente, como indica un reportaje del 'Smithsonian', “reveló una larga y beneficiosa relación entre Cocchi y el departamento”. Básicamente, enviaban al mecánico a conductores multados con la promesa de que este les ayudaría a cambio de una pequeña cantidad de dinero, que se repartían más tarde.

Foto: Mary Rogers era la mujer más deseada de Nueva York antes de morir en extrañas circunstancias. (iStock)

Lo más importante del caso, no obstante, es que Humiston nunca creyó en la versión de la policía, que pintaba a la joven como la culpable de lo que le hubiese ocurrido, y confiaba en que Ruth era la única víctima de una conspiración que iba mucho más allá. La investigadora pasó a trabajar en el departamento de mujeres desaparecidas de la ciudad de Nueva York y, gracias a la repercusión pública que tuvo el caso, se fundó la Liga de la Moralidad de América, con el objetivo de ayudar a encontrar las jóvenes desaparecidas a lo largo y ancho de todo el país.

El 17 de febrero de 1917, en todas las portadas de los periódicos neoyorquinos se repetía una misma fotografía. Esta presentaba a una inocente joven vestida con un vestido blanco, con una expresión en el rostro tan cándida como la de Laura Palmer cuando Pete Martell encontraba su cadáver. Poco podían sospechar los lectores neoyorquinos que el caso de la joven Ruth Cringer seguiría dando que hablar un siglo después como una de las grandes historias de misterio de la Gran Manzana. Un relato policíaco perfecto que este año vuelve a contar una vez más 'Mrs. Sherlock Holmes' (St. Martin's), escrito por Brad Ricca, escritor, cineasta y poeta.

The New York Times
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