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Esta mujer perdió más de 40 kilos (como puedes ver). Así lo hizo
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Esta mujer perdió más de 40 kilos (como puedes ver). Así lo hizo

Es difícil luchar contra las tentaciones cuando tienes a tu disposición grandes cantidades de comida gratis, tarta de varios pisos, copa y puro

Foto: Estas dos mujeres son la misma.
Estas dos mujeres son la misma.

Era solo una más de las personas que luchan contra la tendencia a engordar. Sobre todo desde su primer embarazo, lo había tenido cuesta arriba para mantener la línea. Lo que podía haber sido una buena oportunidad y una nueva ilusión, una afición que se convirtió en trabajo remunerado, empeoró aún más sus probabilidades de conseguirlo.

Una de las formas más eficaces de convencerse para cortar por lo sano con los caprichos de grasas saturadas y azúcares es fijar la fecha de la propia boda. Hemos visto varios testimonios en primera persona en El Confidencial: con algunos meses por delante y la perspectiva de hacerse fotos para toda la vida donde aparezcamos con las mejores galas junto a nuestro amor, es más sencillo ponerse en serio con el gimnasio y la comida sana en raciones pequeñas. En el caso de Heather Ritchie fue mucho más complicado: acudía a una boda cada pocos días con barra libre de comida... y además era la única que no salía en las instantáneas.

Heather le preguntó a la matrona que pesó a su segunda hija si podía subirse a la báscula: "El indicador se paró en los 100 y estallé en lágrimas"

"Mis problemas empezaron cuando mi marido me compró una cámara por Navidad", cuenta en 'The Sun': "Me apunté a un curso de fotografía, una amiga me pidió que hiciera fotos en su boda y le gustaron mucho. Cada vez más gente me pedía que captara en imágenes el día más importante de su vida y pronto mi hobby fue mi empleo". Pilas de rollos de salchichas, profiteroles y platos tamaño banquete al menos tres veces a la semana. Y una relación enfermiza con la comida que fue la guinda del pastel, nunca mejor dicho.

Si llevando en el vientre a su hijo Leon se había habituado a comer en serio ("comía lo suficiente para dos hombres"), que su segundo embarazo llegara solo nueve meses después no ayudó. Su hija, Brianna, que ahora tiene nueve años, trajo con ella una nueva excusa para celebrar fiestas gastronómicas en solitario. Cuando nació, en 2007, Heather le preguntó a la matrona que pesó a la pequeña si podía subirse ella también a la báscula: "El indicador se paró en los 100 y estallé en lágrimas". Dos meses después, llegó la maldita cámara que tan bien supo utilizar.

Cuanto más popular era como fotógrafa, más subía de peso. Llegó a necesitar una talla 50. Menos de un año después, suponemos que por otros motivos además de aquel regalo endiabladamente acertado, se divorció de su esposo y abandonó su figura aún más. Siguieron los profiteroles y las salchichas en cantidad.

El punto de inflexión fue un comentario cruel sobre sus brazos, que habían llegado a tener estrías más propias de unos muslos. Estaba en un parque y un desconocido se acercó y le dijo sin más: "¿Qué te pasa en los brazos?". Se ruborizó de vergüenza y decidió que ya estaba bien. El regalo de un ser querido la había hundido al máximo; este insulto de un extraño, en cambio, supo aprovecharlo en su beneficio. Comenzó en el gimnasio, dejó de pedir comida para llevar como si no hubiera un mañana y empezó a cortarse con las raciones.

Puedo ocuparme de los niños y me da tiempo a ir al gimnasio cuatro veces a la semana. Me siento más feliz y más sana que en años

Tomó batidos dietéticos, cambió sus desayunos, comidas y cenas de arriba abajo y encaró el problema.

Antes y después

Desayuno

Antes: beicon o salchichas en tostadas.

Ahora: batido saludable para empezar el día y otro tras el gimnasio para reponer fuerzas.

Comida

Antes: desayuno completo de menú de boda o picoteo en el bar, como por ejemplo lasaña y patatas fritas.

Ahora: tortilla o ensalada de atún.

Cena

Antes: buffet de boda o 'fish and chips' (pescado frito con patatas).

Ahora: salteado de pollo en tiras o un filete a la plancha con ensalada.

Viendo las fotos, también está claro que recurrió a la cirugía estética, pero la base de un cambio tan espectacular debe ser siempre una dieta estricta y el ejercicio.

En su caso, se olvidó de la vida insana y estresante que tenía como fotógrafa de bodas y empezó a trabajar como representante para la marca de batidos dietéticos que ahora publicita gracias a su éxito personal: "Puedo ocuparme de los niños y aún me queda tiempo para ir al gimnasio cuatro veces a la semana. Me siento más feliz y sana de lo que he estado en años".


Que no vivan los novios, que viva ella.

Era solo una más de las personas que luchan contra la tendencia a engordar. Sobre todo desde su primer embarazo, lo había tenido cuesta arriba para mantener la línea. Lo que podía haber sido una buena oportunidad y una nueva ilusión, una afición que se convirtió en trabajo remunerado, empeoró aún más sus probabilidades de conseguirlo.

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