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Cómo enfrentarte a los que hablan de ti por la espalda en el trabajo y salir ganando
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Cómo enfrentarte a los que hablan de ti por la espalda en el trabajo y salir ganando

La primera reacción es hacerte el loco o cantarles las cuarenta, aquí te damos un enfoque mucho mejor para ti y para el equipo

Foto: Aunque no sea cierto, hace daño. (iStock)
Aunque no sea cierto, hace daño. (iStock)

Que tienes problemas con tu pareja, que no vas vestido como toca, que tienes tal defecto oculto... Hay personas que parecen encontrar un placer especial en decir todo aquello susceptible de hacer daño. Puede ser por falta de empatía innata, en venganza por algún trauma propio no superado o por curiosidad incontenible. Cada uno tiene sus propios problemas, ¿pero qué pasa cuando eres tú el objeto de las habladurías? ¿Hay algo que puedas hacer, además de aguantar estoicamente?

En el trabajo no tienes forma de huir, lo que engrandece cualquier detalle. Como dirían los concursantes de Gran Hermano, todo se magnifica. En 'Psychology Today' han encontrado algunas respuestas que te ayudarán a encarar estas incómodas situaciones dándole la vuelta a la tortilla. El primer paso que hay que dar es preguntarse si uno mismo está siendo cotilla o abusón, porque en tal caso lo que está pasando puede ser una justa contrapartida y tener beneficios para el grupo. Un reciente estudio liderado por el sociólogo de Stanford Robb Willer y reseñado en 'Science Daily' afirma que el cotilleo laboral puede servir a objetivos de autorregulación.

La unión hace la fuerza

Los investigadores utilizaron una muestra de 216 personas, las dividieron en grupos y las invitaron a participar en un juego en el que tenían que tomar decisiones financieras que debían beneficiar a todo su grupo. El juego permitía de entrada hacer lo mejor según el propio criterio egoísta, sin tener en cuenta las respuestas del resto del equipo. Después, los autores del estudio crearon nuevos grupos pero esta vez cada uno podía criticar a los miembros de su primer equipo. En el segundo equipo, podían elegir aislar a los que en un principio habían sido más egoístas y no dejarles opinar.

Este juicio grupal benefició a todos. Los menos egoístas cooperaron entre ellos y así el grupo prosperó más que si no hubiera habido chismes por la espalda. Otra investigación sacó similares conclusiones recientemente: gracias al cotilleo, los individuos más egoístas, narcisistas o perezosos son más conscientes de su comportamiento y cooperan mejor en la consecución de objetivos comunes.

La mayoría de los que difunden rumores eligen justo a los que más les afectará ser el blanco. Sobrerreaccionar añade combustible a la llama

Incluso si no aprenden a colaborar, es beneficioso que los que sí tienden a hacerlo puedan alinearse y hacer fuerza, y eso es más fácil criticando a un tercero.

Lo malo es que estos experimentos solo estudian los casos en que los criticados y excluidos se lo merecen. El chisme también es una forma de intimidar a buenas personas, someterlas o ganar poder a sus expensas. ¿Qué hay que hacer entonces? ¿Cómo reaccionar si un colega se distancia de ti por culpa de una mentira infundada o por algo que no tendría que afectar a tu trabajo?

En esos casos hablar con el jefe o confrontar al matón no suelen ser buenas ideas. El enemigo en cuestión podría vengarse y continuar con su táctica sucia. Además, la mayoría de los que difunden rumores eligen, consciente o inconscientemente, justo a esos a los que más les afectará ser el blanco. Sobrerreaccionar no hará más que añadir combustible a la llama. Hablar con tu superior puede valer si ya está más bien inclinado en tu favor, pero será un problema de lo contrario. Si el chisme es de poca monta, darle importancia lo hará más grande.

¿Y Recursos Humanos? Puede ser conveniente acudir a ellos si la falsedad que se está extendiendo afecta de verdad a tu reputación profesional, pero ten en cuenta que las consecuencias pueden llegar incluso a una demanda por difamación, y es difícil ganarlas.

La mejor opción suele ser la psicología inversa. Depende de la gravedad del asunto, pero ¿has pensado en hablar abiertamente del tema, como si no te preocupara ni quisieras ocultarlo? Si se convierte en un tema normal y corriente, perderá atractivo como tema de chismorreo. Nada atrae más que lo misterioso o lo oculto, quítales ese placer. Desde 'Psychology Today' ponen un buen ejemplo: si en la oficina se dice que tienes problemas maritales que están afectando a tu forma de trabajar, una solución rápida de mejorar la situación es decir, por propia iniciativa, que habéis tenido problemas pero que los habéis solucionado, sea verdad o no.

Otra buena estrategia es redoblar los esfuerzos y centrarte más que nunca en hacer el mejor trabajo posible, mientras evitas contar cualquier detalle sobre tu vida. Por ejemplo, imagina que alguien anda comentando que tienes una adicción y ha conseguido convencer a algunos compañeros. Si no es cierto, lo más fácil para frenar esa bola es simple y llanamente trabajar bien. Ser formal, entregar a tiempo, llegar puntual... Respecto a lo último, la revista aconseja llegar unos minutos antes y asegurarte de que todo el mundo se da cuenta. Por ejemplo, felicitando de buen humor a tus compañeros al llegar por haber conseguido levantarse de la cama. Preséntate voluntario para los trabajos que nadie quiere hacer y dales una lección de perfección.

¿Y cuando es algo sin relación con tu talento o tu disposición para el trabajo, como por ejemplo, que has subido unos kilos, o que no les gusta el color de tu piel, o tus creencias...? Comentarios sobre por qué no tienes hijos a tu edad, o por qué no te casas son también muy típicos, especialmente si eres mujer. Si sufres aislamiento a causa de tu género, orientación sexual o etnia, tampoco es aconsejable quejarse a la primera de cambio si no puedes demostrarlo. Pregunta antes a los compañeros que lo hayan visto si podrían llegar a testificar en caso necesario, averigua si hay grabaciones que se puedan utilizar, etc.

Convertirte en un chismoso es una pobre solución: mejor quitarle importancia a las pequeñas ofensas, pero sin dejarlas pasar

¿Y qué pasa con esos que saben tapar bien sus huellas, los que jamás te criticarían por cuestiones así en un mail o una grabación pero te están haciendo la vida imposible? Nos tememos que lo mejor, si se alarga en el tiempo, es cambiar de trabajo y respirar otros ambientes. Si no puedes ignorarlo ni terminar con ello, incluso puedes plantearte cambiar un poco tu forma de ser.

Convertirte tú mismo en un chismoso es una pobre solución, aunque a veces funciona. Más recomendable para ti y para los demás es tratar de quitarle importancia a las pequeñas ofensas, pero sin dejarlas pasar. Responder a los incidentes leves es fundamental a la hora de perfilarte como el típico objeto de cotilleos: si te critican, contesta, evitando, eso sí, la hostilidad.

La publicación nos da un último ejemplo aleccionador: estás comiendo con la boca llena y un compañero se ríe de ti o lo señala en alto. Puedes dejar de hacerlo avergonzado y no volver a abrir la boca en toda la comida (mal), puedes actuar pasivo-agresivamente con él o ella y hacerte esclavo de tu vergüenza (peor), puedes gritar como un loco (peor imposible)... Nada será tan bueno como comer tranquilamente con gente a la que quieres y que te respeta, pero lo segundo mejor es volverte hacia la persona tranquilamente y decirle: "Sí, la verdad es que es una mala costumbre. Pero hubiera sido mejor decírmelo en privado, ¿no crees?".

¿Quién es el criticable ahora?

Que tienes problemas con tu pareja, que no vas vestido como toca, que tienes tal defecto oculto... Hay personas que parecen encontrar un placer especial en decir todo aquello susceptible de hacer daño. Puede ser por falta de empatía innata, en venganza por algún trauma propio no superado o por curiosidad incontenible. Cada uno tiene sus propios problemas, ¿pero qué pasa cuando eres tú el objeto de las habladurías? ¿Hay algo que puedas hacer, además de aguantar estoicamente?

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