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Los trucos de los restaurantes para que pidas lo más caro (y lo que engorda)
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Los trucos de los restaurantes para que pidas lo más caro (y lo que engorda)

En hostelería, como en todo, la comunicación y el marketing son fundamentales. Te ponemos sobre aviso para que comas lo que necesitas sin que tu bolsillo sufra

Foto: El menú era muy bonito. (iStock)
El menú era muy bonito. (iStock)

Cuando nos sentamos en la mesa de un restaurante y echamos un ojo a la carta, no solemos pensar en que ha sido diseñada para vender. Tendemos a ver en ella una información neutra que sale directa de la cocina, como unas instrucciones de uso.

En realidad, en los menús de los locales más exitosos podríamos decir que lo de menos es la comida. Se trata de cerrar una transacción, y tú eres el que paga el precio, con tus euros o, en el peor de los casos, con tu salud.

En 'The Sun' la nutricionista Amanda Ursell ha recopilado las estrategias más habituales que usan los expertos del marketing y la psicología del menú para animarte a gastar sin tener muy en cuenta el equilibrio de nutrientes más adecuado en cada comida. Además de alertarte de los 'truquis', te contamos cómo esquivarlos. Si caes en excesos, que sea solo porque te apetece.

'Escaneo' del menú

Cuando comemos fuera nos damos el lujo de distraernos, charlar si vamos con acompañantes y dejarnos llevar: solo empleamos un minuto y medio en mirar los platos disponibles. Para manipular sutilmente nuestra decisión, es tan sencillo como poner arriba lo que más les interesa que pidamos. El problema es que esos son los más rentables, y a su vez los más rentables suelen ser los menos sanos.

Cuando un plato es problemático los menús hacen bromas para relajar el ambiente, como llamar a un postre 'Muerte por Chocolate'

Más en cuanto a colocación: la zona de la plana del menú que más atrae a los comensales, según los estudios, es la superior derecha. El centro y la parte inferior izquierda también son un buen cebo para nuestros ojos.

Una solución posible es concentrarte un rato corto en mirar las opciones por internet, antes de pisar el lugar. Y tanto 'online' como en papel, no tener prisa y mirar el menú con calma: esos minutos de tu vida te pueden sentar muy bien al estómago y al bolsillo.

Titulares y 'colorines'

Por más que leamos estudios científicos y alertas al respecto, siguen afectándonos las letras grandes y los destacados coloridos.

Cuando un plato es problemático los menús hacen bromas al respecto para relajar el ambiente (llamar a un postre "Muerte por Chocolate", por ejemplo) o se limitan a presentarla de forma visualmente atractiva, para dificultar que pienses con claridad.

Si una oferta está muy subrayada (dos por uno, plato especial del día, flechas...) mírala con escepticismo: ¿de verdad es lo que quieres o te van a clavar sin necesidad?

Ursell recomienda especial cuidado con el rojo y el azul: los estudios sugieren que estimulan el apetito.

Nombres sugerentes

Somos animales simbólicos y el lenguaje nos influye, pero, si sueles pedir cosas que no te hacen bien, pregúntate si no te estarás dejando dar gato por liebre con este tema. Piensa en los ingredientes y el precio y olvídate del nombre.

Si algo no alimenta, lo llamarán "ligero" o, aún más abstracto, "light". Si engorda y obstruye las arterias, lo llamarán "contundente", "jugoso", "delicioso"... La descripción y el nombre de la comida apelan a las emociones y pueden elevar las ventas hasta un 30%.

Etiquetas engañosas

Si un plato es saludable, depende de la dieta que estés llevando, del momento del día y de muchos factores más, no de que esté marcado como tal en el menú.

Lo etiquetado como 'vegetariano' o 'sin gluten' no es siempre más sano ni tiene menos grasa

Un problema común es pensar que algo etiquetado como "vegetariano" o "sin gluten" es siempre más sano. Si no eres celíaco y comes de todo, no deberías prestar ninguna atención a esos señuelos.

Además, que algo no lleve carne o gluten no significa que esté libre de grasa. Depende de cómo esté cocinado puede ser todo lo contrario.

Bebidas azucaradas

Las cervezas dulces (de jengibre, de frambuesa, con chocolate...) son tendencia pero pueden tener tanto azúcar como los refrescos menos glamourosos de toda la vida. Los zumos embotellados tampoco son tan sanos como una pieza de fruta y el azúcar que incluyen es de peor calidad.

Si quieres cuidarte y no estropear tu menú supuestamente "light" con unos cientos de calorías más, mejor decídete por agua, con o sin gas, y no te compliques.

Complementos innecesarios

Están colocados al lado de la columna principal con el objetivo de rascar unos euros más al cliente. Son caprichos añadidos que casi nunca mejoran nutricionalmente tu pedido: aros de cebolla, patatas fritas, pan con mantequilla...

Si te has comedido en el plato principal, tendrás la tentación de compensarlo con un complemento para no quedarte con hambre. Piénsalo bien, porque lo que engorda no siempre es lo que más alimenta.

Cuando nos sentamos en la mesa de un restaurante y echamos un ojo a la carta, no solemos pensar en que ha sido diseñada para vender. Tendemos a ver en ella una información neutra que sale directa de la cocina, como unas instrucciones de uso.

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