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Esto es lo que está haciendo que la gente se desvele por las noches (y lo haces a menudo)
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CUANTO MÁS JOVEN, PEOR

Esto es lo que está haciendo que la gente se desvele por las noches (y lo haces a menudo)

Aunque pensábamos que teníamos la lección aprendida, somos testarudos (o irresponsables) y preferimos pasar por alto las recomendaciones de higiene del sueño

Foto: Nuestro peor enemigo duerme a nuestro lado. (iStock)
Nuestro peor enemigo duerme a nuestro lado. (iStock)

Tenemos la lección aprendida sobre todo aquello que nos impide dormir bien, ¿verdad? Lo hemos leído muchas veces. Debemos mantener escrupulosamente nuestra rutina diaria de sueño, no comer demasiado antes de meternos en la cama para evitar las digestiones pesadas, no dedicarnos a ninguna actividad estresante durante los últimos momentos de vigilia y, sobre todo, dejar los teléfonos móviles y los ordenadores portátiles bien lejos. Sin embargo, una reciente encuesta desvela que lo estamos haciendo no mal, sino fatal.

Como indica el trabajo realizado por 'Deloitte', no solo no hemos aprendido nada sino que hemos incorporado a nuestro repertorio de comportamientos uno especialmente dañino: mirar el móvil cuando nos despertamos en mitad de la noche, que es el camino más corto para no volver a pegar ojo hasta que amanezca. Según los datos que arroja la consultora, uno de cada tres adultos británicos (aunque en esto sospechamos que no hay muchas diferencias entre países) decide encender el 'smartphone' en mitad de la madrugada.

Levantarte por la noche no te permite ahorrar tiempo, tan solo obligas a tu cerebro a hacer un gran esfuerzo

La cosa no acaba ahí, sino que la encuesta detalla todas y cada una de las cosas que hacen los desvelados en mitad de la noche (salvo, ejem, lo que se le habrá pasado por la cabeza a los peor pensados). En primer lugar se encuentra chequear los mensajes instantáneos, sobre todo de aplicaciones como WhatsApp, algo que hacen casi uno de cada cuatro de los jóvenes de entre 18 y 24 años. Es un dato muy semejante al que refleja a aquellos que miran las notificaciones de las redes sociales. La base es la misma: ¿habrán dicho algo de mí y me lo estoy perdiendo?

No se trata solo de mirar, sino también de actuar. Aunque no es tan frecuente (el porcentaje desciende del 25% a algo menos del 15%), muchas personas no solo revisan los mensajes de sus amigos, compañeros o amados, sino que se ponen a interactuar con ellos, quizá con la esperanza de encontrar algo de comprensión al otro lado de la línea telefónica (o, de paso, conseguir que el interlocutor se desvele). Son muchos menos los que, como vemos, entran en la bandeja de entrada de su cuenta de correo personal, pero los hay. E incluso hay un pequeño porcentaje de personas con problemas de sueño (menos de un 5%) que miran el correo de su trabajo… e incluso responden.

Lo resume bien Louisa Symington-Mills en un artículo publicado en 'The Telegraph': cuando nació su hija le llevó a despertarse cada una o dos horas, lo que a su vez implantó un nuevo comportamiento en su agenda, que era revisar internet “en busca de respuestas a preguntas imposibles”. Según su lógica mental, la noche le permitía adelantar cosas que no le daba tiempo a hacer por el día. Sin embargo, se terminó dando cuenta de que no era así: “No ahorro tiempo por la mañana en absoluto. Forzando a mi cerebro a despertarse para procesar una pantalla brillante y una serie de e-mails, mi patrón de sueño se viene abajo, y paso el resto dela noche dando vueltas”.

Una cuestión de edad

De acuerdo, lo estamos haciendo mal en general, pero hay un perfil determinado de desvelados usuarios de 'smartphone' que lo hacen peor que otros, y cuál es probablemente no sorprenderá a nadie. Cuanto más joven se es, más posibilidades se tiene de coger el móvil y revisar los mensajes instantáneos, las notificaciones de las redes sociales o los correos personales, aunque en este último caso, los jóvenes de 18 y 24 años coinciden casi con los 35 y 44. A la hora de leer y contestar a los correos electrónicos del trabajo, no hay gran diferencia entre unas edades y otras, quizá porque todos somos esclavos de él… pero a partir de cierta edad, lo somos menos de nuestras relaciones personales.

Si nos ponemos a hablar con un amigo por el móvil, esperaremos a que nos responda para a su vez volver a contestarle. Así no hay quien duerma

No hace falta ser un lince para entender por qué es tan dañino que lo primero que hagamos cuando abrimos el ojo en mitad de la noche sea mirar el móvil. Muchos expertos recuerdan que la luz que proviene de los dispositivos móviles (también cuenta la de las tabletas o la del televisor) confunde a nuestro cerebro, haciéndole pensar que aún es de día, e inhibe la producción de melatonina, la hormona que nos ayuda a conciliar el sueño. Es la misma razón por la que resulta tan poco aconsejable trastear con el móvil antes de dormir, y por la que cada vez más aplicaciones (véase Twitter) disponen de un modo nocturno que disminuye la luz proyectada hacia el usuario.

Sin embargo, no se trata únicamente de una reacción fisiológica. Si cogemos el móvil, aumentan las posibilidades de que nuestro cerebro se active. Si nos ponemos a hablar con un amigo, esperaremos a que nos responda para a su vez volver a contestarle y así sumergirnos en un ciclo en el que raramente nos quedaremos dormidos de buenas a primeras. Si publicamos algo en Facebook, actualizaremos cada cinco minutos a ver si alguien nos ha contestado. Nos da igual que sean las cuatro o las cinco de la mañana, sabemos que incluso a esas horas a alguien le gustará el ingenioso comentario que hemos dejado.

No digamos ya si, como le ocurre a ese señalado 5% de la población, se trata de un e-mail del trabajo, que muy probablemente llevará a un nivel alto de activación mental, por no decir estrés. Si nuestro superior o un cliente nos ha enviado un correo a las dos de la mañana con un encargo, pensará que lo vamos a ver por la mañana, así que abrir el mensaje de madrugada solo provocará que empecemos a darle vueltas antes de tiempo. Puede pensarse que la encuesta tiene truco, ya que los 4.000 participantes tenían en común que disponían de un 'smartphone'. Sin embargo, ¿quién no tiene uno hoy en día?

Lo primero y lo último

Miramos el móvil en mitad de la noche, pero también es lo primero que hacemos al despertarnos y lo último antes de dormirnos. O al menos lo hace uno de cada diez, que en lugar de levantarse, dar un beso a la pareja o estirarse, no duda ni un instante en agarrar su 'smartphone' y hacer un recorrido por todas las cuentas para ponerse al día de cómo va el mundo y, ya de paso, empezar a estresarse. Hasta un 52% reconoce que echa un vistazo al móvil en los 10 minutos después de levantarse. Tan solo un 14% no mira el teléfono hasta al menos una hora después de abrir los ojos.

Algo muy semejante ocurre durante los últimos compases del día. Un 58% de personas reconoce que mira el móvil media hora antes de irse a la cama, incumpliendo una de las grandes reglas de la higiene del sueño. Moraleja nº1: por mucho que sepamos qué es lo que nos viene bien (y mal) par no desvelarnos, no le hacemos caso. Moraleja nº2: algo deben tener los teléfonos móviles si nos empujan a utilizarlos incluso en los momentos de descanso, aquellos en los que deberíamos tener la cabeza en otras cosas (o, mejor, en nada). Probablemente, un subidón de adrenalina y felicidad pasajera en forma de interacción.

Tenemos la lección aprendida sobre todo aquello que nos impide dormir bien, ¿verdad? Lo hemos leído muchas veces. Debemos mantener escrupulosamente nuestra rutina diaria de sueño, no comer demasiado antes de meternos en la cama para evitar las digestiones pesadas, no dedicarnos a ninguna actividad estresante durante los últimos momentos de vigilia y, sobre todo, dejar los teléfonos móviles y los ordenadores portátiles bien lejos. Sin embargo, una reciente encuesta desvela que lo estamos haciendo no mal, sino fatal.

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