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La enfermedad psicológica que los españoles sufriremos 3 veces en un año
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BIENVENIDO A UN CICLO DE ESTRÉS SIN FIN

La enfermedad psicológica que los españoles sufriremos 3 veces en un año

Cuando se acerca la fecha de elecciones, los pacientes de las consultas psiquiátricas empiezan a hablar del tema. Imagínense si en lugar de una cita con las urnas son más...

Foto:  '¿Otra vez política en la tele? ¡A ver cuándo ponen algo de fútbol!' (iStock)
'¿Otra vez política en la tele? ¡A ver cuándo ponen algo de fútbol!' (iStock)

Nunca antes en la historia de la democracia española se han acumulado tantas elecciones generales como en este último año. El listón queda aún más alto si llegamos a la tercera convocatoria y si sumamos las elecciones vascas y las gallegas. La reacción más habitual ante la perspectiva de unos nuevos comicios la hemos oído todos: otra vez no, por favor, no puedo más. Más allá de las conversaciones cotidianas, es cierto que las elecciones producen un gran estrés entre la población.

Durante las últimas semanas se han publicado en la prensa americana varios artículos que hablan del “desorden de estrés por las elecciones” (“election stress disorder”), un concepto “sui generis” pero que define bien la ansiedad en los períodos previos a una votación. El primero fue el escrito por el doctor Steven Stosny, para 'Psychology Today', que recordaba que “las elecciones generales son un período duro para los que tenemos una naturaleza neutral, pero es peor aún para los terapeutas que intentan ayudar a la gente a lidiar con su cerebro estresado”. Entre el 66% y el 75% de sus pacientes hablan de las elecciones en su consulta en el Capital Institute of Cognitive Therapy, afirma el psicólogo Stephen Holland.

Las campañas electorales cada vez duran más, quizá porque los políticos viven en un acto promocional continuo

Las elecciones son terreno abonado para que los enfrentamientos entre familiares, amigos o compañeros de trabajo se disparen, especialmente a medida que la fecha de la votación se acerca. Así que 'Salon' ha dedicado un reportaje al “election stress disorder”, 'The Atlantic' publicó una guía para conservar la estabilidad mental ante las elecciones y 'The Washingston Post' llegó a hablar de la ansiedad Trump. Pero ¿cuáles son los factores que hacen que nos tiremos de los pelos ante una nueva elección?

Esto no se acaba nunca

Stosny llama en 'Salon' la atención sobre el hecho de que los períodos electorales cada vez duran más. En EEUU, entre primarias y generales, los ciudadanos llevan casi un par de años asistiendo día tras día al combate entre republicanos y demócratas, pero también en el seno de ambos partidos. Un período, recuerda, “que dura más que la participación de EEUU en la I Guerra Mundial”. Algo semejante ocurre en España, donde, a pesar de que la campaña dura de manera oficial dos semanas, los políticos viven virtualmente en un estado continuo de campaña. No digamos ya si los ciclos electorales se suceden a través de municipales, autonómicas, generales…

Un país dividido

Cuanto más polarizado se encuentra el panorama político, más probabilidades existen de que estalle la tensión en nuestra vida cotidiana. Es lo que explica la psicóloga Alison Howard en 'The Washington Post' a propósito de la posibilidad de que Donald Trump gane las elecciones: el hecho de que haya roto tantos tabúes provoca que el malestar sea mayor. “Toda nuestra vida nos han dicho que no digamos cosas malas de los demás, que no seamos agresivos, que no despreciemos a los demás por su color de piel. Tenemos esas ideas sociales, y de repente las rompe todas y tiene éxito. La gente se pregunta cómo puede salirse con la suya”.

En definitiva, cuanto más agresivo sea el tono de la campaña, más estrés genera. En España, como ha ocurrido en muchos otros países occidentales (no digamos ya en naciones donde la ultraderecha ha entrado con fuerza como Francia), las últimas campañas han sido mucho más duras, y si bien hay pocos candidatos que lleguen a los extremos de Trump, temas como el independentismo son terreno minado para las discusiones a la hora de la cena.

Un círculo vicioso

Vivimos en un mundo en el cual el ciclo de noticias dura 24 horas al día, siete días a la semana, doce meses al año. Por lo tanto, es imposible escapar al constante bombardeo de informaciones políticas, sobre todo cuando todas las noticias hacen referencia a dicho tema. A ello hay que añadir las redes sociales, cuyos mensajes más difundidos no se caracterizan por la moderación. “Los políticos modernos compiten constantemente con las personalidades de la televisión y la mente colmena 'online' para llamar la atención de la gente, y las hipérboles resultantes crean un subidón de adrenalina que se parece más al de un 'reality show' que a un debate informado”, sugiere Sostny.

Intentas escapar de las redes sociales pero encuentras tu buzón lleno de infinitos 'retweets' de cada declaración incendiaria

La moraleja es clara. En un mundo en el que la gran variedad de estímulos que nos rodean provoca que haya cada vez más competición por llamar la atención del público, el tono de los mensajes ha de elevarse si se pretende que tengan una gran difusión. “Miras las noticias y ves la misma historia repetida hasta la náusea por bustos parlantes, intentas escapar de las redes sociales y encuentras tu 'feed' lleno de infinitos 'retweets' de cada declaración incendiaria, creando un ciclo que provoca que los votantes se sientan más ansiosos que informados”, explica el artículo de 'Salon'.

La emoción por encima de la razón

Aunque seamos personas inteligentes, maduras y sensatas, no estamos a salvo de caer en las peores falacias argumentativas, asegura Sostny. Él mismo lo ha vivido con sus amigos, que apoyan los dos extremos del panorama político: “Mi bandeja de entrada es bombardeada con observaciones negativas sobre las políticas y el carácter de ambos candidatos. Argumentos apasionados que no superarían un mayor escrutinio son defendidos por gente buena y brillante”. ¿Por qué? Porque los factores anteriormente expuestos provocan que la verdad sea lo de menos, en comparación con defender a nuestro candidato (y atacar al contrario). Y cuando la emoción gana la partida a la razón, es más probable que el estrés aumente.

¿Quién sale ganando con todo esto?

La principal consecuencia de la fatiga que producen los ciclos electorales muy largos, o que se repiten en muy poco tiempo, es la abstención, que no afecta por igual a todos los partidos. Un reportaje publicado en 'Left East' achaca en parte a esta fatiga psicológica los decepcionantes resultados cosechados por Podemos en junio. De ahí que, a la larga, como probablemente ocurra si España llega a las terceras elecciones, el partido beneficiado sea aquel que está en el poder o tiene más posibilidades de acabar con el círculo sin fin del ciclo electoral. Pocos votarán a un político con el que no comulgan para que todo se acabe, pero es posible que la pesada carga psicológica asociada con estos ciclos sea un factor movilizador para los simpatizantes del partido que puede hacerse con el poder, y desmovilizador para aquellos que tienen la sensación de que su voto, en el mejor de los casos, puede conducir a unas nuevas elecciones.  

Nunca antes en la historia de la democracia española se han acumulado tantas elecciones generales como en este último año. El listón queda aún más alto si llegamos a la tercera convocatoria y si sumamos las elecciones vascas y las gallegas. La reacción más habitual ante la perspectiva de unos nuevos comicios la hemos oído todos: otra vez no, por favor, no puedo más. Más allá de las conversaciones cotidianas, es cierto que las elecciones producen un gran estrés entre la población.

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