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Es la frase más utilizada para ligar (y por qué nunca jamás funciona)
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Es la frase más utilizada para ligar (y por qué nunca jamás funciona)

Por intuitivos que seamos, cuando nos acercamos a una persona desconocida no sabemos nada de su personalidad. Llamarla bonita parece lo más fácil pero... tú mismo

Foto: Sabemos que son atractivas, pero cúrratelo un poco más. (iStock)
Sabemos que son atractivas, pero cúrratelo un poco más. (iStock)

La política del piropo es complicada, hay demasiados factores implicados en que algo se considere tierno y entrañable o un asalto a la burbuja de espacio físico y mental del abordado. Ali Eaves, editora y protagonista de la columna 'La chica de la puerta de al lado' de 'Men's Health', no duda en afirmar que empezar como lo hacen la mayoría de los hombres, diciendo algo positivo sobre el aspecto de la posible presa, es la peor opción de todas.

Un "qué guapa eres" resulta bastante incómodo, porque ¿qué respondes a eso? Como mucho, dice Eaves, la persona interpelada puede contestar con un azorado '¿gracias?' y pasar de largo hasta el otro extremo del bar. La mejor opción es aparentemente sencilla pero requiere tranquilidad y buena letra: iniciar lo que los anglosajones llaman 'small talk'. Una frase casual, en la que el contenido literal es lo de menos. Podemos hablar del tiempo, de lo que estamos bebiendo, del camarero... Lo importante es que se note que nos hemos fijado en la persona y que sentimos curiosidad por ella, pero sin entrar como un ariete.

Nos vamos mañana de la ciudad, así que si quieres acostarte con mi amigo, cógelo de la oreja y llévatelo

Hay varios estudios sobre las 'líneas de diálogo' que prefieren las chicas. Es cierto que algunas se sienten atraídas por la seguridad extrema y el abordaje descarado: un amigo asegura que su frase estrella es: "Hola. No pretendo ligar contigo, pero estoy dispuesto a que me hagas cambiar de opinión". Sin embargo, como norma general, para ellas lo mejor es una conversación que empiece de forma inocua, poco ambiciosa, en lugar de ese 'poner todo en el asador' al que se lanzan los más aventureros (quizá porque es lo que les gustaría a ellos si estuvieran en el lugar de la mujer).

Cuidado con la chulería

Entonces, ¿será que los seguros de sí mismos ligan más porque lo intentan más, y no porque usen frases directas, casi agresivas?

Hemos hecho una encuesta informal planteando esta pregunta: ¿cuáles son las frases para ligar que más te han funcionado? ¿Y las que menos? Según este sondeo improvisado, se diría que la reacción mayoritaria masculina es poner a la mujer en una situación en la que es claramente el objeto de deseo, y no un sujeto a quien conocer. Nada nuevo, ¿verdad? Lo extraño es que, aunque reconocen que no es efectivo, siguen intentándolo, una y otra vez.

Transcribimos algunas de las propuestas que nos han contado, muchas de ellas en tono de broma, pero siempre reales y experimentadas en primera persona. Entre paréntesis, las conclusiones del entrevistado en cuestión:

  • Joder, eres preciosa.
  • Nos vamos mañana de la ciudad, así que si quieres acostarte con mi amigo, cógelo de la oreja y llévatelo.
  • Perdona, que dice mi amigo si quieres dormir conmigo.
  • ¿Quieres ser la reina de mi carretera, nena? (“Ella se estuvo riendo de la frase toda la noche. El camarero la oyó y dijo: “Con este no te vayas, no puedes ser la reina de su carretera, porque ni siquiera tiene moto".)
  • Tus sandalias son igualicas a las de mi madre. (“¡Lo dijo un amigo, sin intención humorística alguna!”)
  • Vamos a follar como leones. (“¿Tasa de éxito? Cero pelotero”.)
  • Te invito a un 'lo que surja'.
  • ¿Qué compro para desayunar? ("A las once de la noche".)
  • ¡Hembra! ¡Te voy a mandar el himen a las antípodas!

La última requiere más explicación, nos la da la espontánea consultada: “Un amigo estaba cabizbajo y tristón, así que le pregunté qué le pasaba y me dijo que desde los quince años, sin faltar un año, había ido a esas fiestas y había ligado. Pero ese año, nada de nada. Las fiestas se iban a acabar, ésa era la última noche, se le estaba agotando el tiempo... y mientras me decía esto, levantó la cabeza, vio pasar a una moza de buen ver y le berreó la frase. La chavala pegó el lógico salto de susto mortal, le echó una mirada de odio y se fue a paso ligero. 'No sé qué pasa este año, de verdad', concluyó mi amigo, dando un melancólico trago a su cubata”.

En otras primeras frases no hay 'objetivación', pero sí una extraña prisa por comprometer a la mujer y meterla románticamente en la vida de uno a lo bestia, como con calzador. Esto puede funcionar si se detecta que hay exageración cómica o un interés muy excepcional... Pero no lo recomendamos como estrategia por defecto:

  • Cómo te pareces a mi próxima novia.
  • Esta canción habla de nosotros. (“Poniéndole los auriculares en la oreja”)
  • Dile a tu amiga que me voy a casar con ella. (“Y me casé con ella; es mi segunda mujer a mis 28 tacos… 'this is Bilbao'”)
  • Dame tiempo para demostrarte que soy perfecto para ti... ¿Te parecen unos 60 años?
  • Si la vida es un viaje en barco, que sea en el mar de tus ojos. (“No funciona casi nunca. Solía quedarme lívido y sin palabras con la mirada baja”)

Las mujeres en cambio, y los hombres más experimentados (o que contestan nuestro pequeño cuestionario más en serio) siguen instintivamente el consejo de Ali Eaves, que en realidad podríamos resumir como "no hay frases mágicas". O si las hay, no son "Te invito a una copa, bonita", o "cuando griten '¡belleza!', levanta la mano, princesa".

A mí me dijeron: '¿tú eres siempre así de rara?' Y triunfaron

Resumiendo: los 'trucos', para los magos. ¿Y qué hacemos, si piropear no funciona? Pues muy sencillo: acercarse como lo haría un amigo:

  • “Yo intentaba que hablara ella. Entonces me lucía escuchando. Decía por ejemplo: ¿te importa que charlemos un rato? Lo importante no es lo que digas, es el lenguaje no verbal. En general, las que me interesaban huían del rollo depredador como de la peste. Había que huir de toda actitud agresiva".
  • "Creo que solo funciona con hombres, pero es un sistema bastante socorrido. Consiste en frecuentar un ambiente predominantemente masculino y adaptarse a él (estética, estilo de vida). Ir diciendo que te gusta mucho lo que sea que les guste a ellos. Si hay algo de sinceridad en la revelación, mejor".
  • "A mí me dijeron: '¿tú eres siempre así de rara?' Y triunfaron. Fue el único que me hizo caso en toda la fiesta, por eso me lo llevé a casa".

No creas que la última es un canto a la desesperación como única vía. En realidad nos reafirma en la opinión de Eaves y en el estudio que hemos mencionado: halagar no suele funcionar, es mejor dejar espacio a la persona en que nos hemos fijado, entablando cualquier conversación.

Otro buen consejo es plantear preguntas abiertas, que permitan al objeto de nuestro interés explayarse si le apetece. Algunos ejemplos que sugiere Eaves:

  • '¿Qué tal hacen aquí el café expreso?'
  • '¿A qué grupo has venido a ver?'
  • '¿Tomamos algo en la barra?'

A partir de ahí, no hay que haber estudiado para saber lo que está pasando entre líneas, pero la situación es cómoda y manejable y es más fácil que evolucione hasta convertirse en una seducción clara. La persona que nos gusta no se sentirá en una picota ni en un altar, sino a nuestro mismo nivel, lo idóneo para terminar en la cama.

Y quizá empezar algo bonito al levantarse al día siguiente...

La política del piropo es complicada, hay demasiados factores implicados en que algo se considere tierno y entrañable o un asalto a la burbuja de espacio físico y mental del abordado. Ali Eaves, editora y protagonista de la columna 'La chica de la puerta de al lado' de 'Men's Health', no duda en afirmar que empezar como lo hacen la mayoría de los hombres, diciendo algo positivo sobre el aspecto de la posible presa, es la peor opción de todas.

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