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Esto es lo que te encuentras si buscas creatividad en el cerebro de Sting
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Esto es lo que te encuentras si buscas creatividad en el cerebro de Sting

Un célebre neurocientífico invitó al popular cantante, bajista y actor a su laboratorio antes de un concierto, y lo que ocurrió a continuación no le sorprendió demasiado (pero a ti sí)

Foto: ¿Qué hay dentro de esa cabecita? (Reuters/Carlo Allegri)
¿Qué hay dentro de esa cabecita? (Reuters/Carlo Allegri)

Durante los últimos años se ha popularizado utilizar imágenes por resonancia magnética (IRM) para comprender un poco mejor cómo funciona el cerebro humano. Es una herramienta que nos permite en tiempo real descubrir qué partes de tan complejo entramado se ponen en funcionamiento mientras realizamos una u otra acción. El último en someterse a uno de estos análisis, en calidad de “músico y compositor maestro” (aunque habría mucho que discutir a tal respecto) ha sido Sting, el de Police y el sexo tántrico. Él es el verdadero protagonista de 'Measuring the representational space of music with fMRI: a case study with Sting', una investigación publicada en 'Neurocase' por Daniel J. Levitin.

Se trata de un experimento muy de andar por casa, como el propio Levitin reconoce (aunque prefiere utilizar la expresión “no se trataba de un experimento controlado, no había hipótesis ni grupo de control”). Al parecer, como cuenta 'The New York Magazine', Sting había leído el célebre “Tu cerebro y la música. El estudio científico de una obsesión humana” (RBA) del científico, y decidió visitar su laboratorio antes de un concierto a ver si podía aprender algo (y quizá le haya servido para el disco que publicará en noviembre, '57th & 9th').

La melodía es más de la mitad de una canción, al menos en la mente de este compositor

Ya metidos en harina, Levitin decidió colocar a su amigo en la camilla y escanear su cerebro mientras realizaba diversas actividades relacionadas con la creatividad para comprobar cómo reaccionaba su cerebro, desde escuchar canciones de diversos géneros musicales (pop, muzak, clásica) hasta imaginar una serie de trabajos creativos como escribir un discurso, pintar un cuadro o escribir una canción, actividades todas ellas que Sting ha realizado en algún momento de su vida (con dispar resultado).

¿Dónde está tu inspiración, Sting?

Quizá no hacían falta grandes alforjas para el viaje de Levitin y Sting, ya que el investigador reconoce que se encontró, básicamente, con lo que esperaba. En el primer experimento, el investigador pidió a Sting que imaginase tres nuevas piezas de música en su mente, más tarde tres de prosa y otros tres cuadros (que ya es más de lo que ha imaginado Sting en mucho tiempo). El experimento desveló que “la melodía es más de la mitad de una canción, al menos en la mente de este compositor”, puesto que tenía más parecido con la canción en su conjunto que el ritmo aislado, por lo que este sería un aspecto secundario.

El segundo y tercer experimentos tenían como objetivo comprobar cuál era la reacción de Sting ante 10 diferentes piezas de música, de las que reconoció siete. No todas causaron el mismo efecto en él, sino que dependiendo de si le gustaban más o menos o si encontraba similitudes entre las mismas, la respuesta variaba en intensidad. Las dos músicas más opuestas eran el reggae y la música clásica, mientras que las más semejantes eran las canciones pop, como “Baby One More Time” de Britney Spears o “Mack the Knife” interpretada por Frank Sinatra. La que causaba una reacción más distinta era la pieza muzak (música creada para sonar de fondo), “que se agrupaba más lejos que el resto en el espacio representacional, indicando su aversión hacia esta”. Aunque le habría bastado con preguntarle al propio Sting, que de manera muy sincera definió como “una maldición” esta clase de música.

“Se está de acuerdo en que la música recurre a diferentes redes neuronales que el habla”, recuerda la investigación, que asegura que gracias a su método ha encontrado diferentes activaciones en las regiones del lóbulo temporal, el plano temporal, el córtex orbitofrontal, la ínsula y las regiones fusiformes y occipitales posteriores. Que puede ser que no nos digan gran cosa, pero suenan mejor que las letras del músico al menos desde “...Nothing Like the Sun”. Eso sí, el neurocientífico advierte de que quizá sus hallazgos no deban ser generalizados, puesto que han contado con una espectacular muestra de un único participante (y, añadimos nosotros, uno que quizá no sea el colmo de la creatividad, al menos desde el año 1983). Eso sí, es una interesante curiosidad científica que, por una vez, nos permite ver el cerebro creativo en tiempo real.

Durante los últimos años se ha popularizado utilizar imágenes por resonancia magnética (IRM) para comprender un poco mejor cómo funciona el cerebro humano. Es una herramienta que nos permite en tiempo real descubrir qué partes de tan complejo entramado se ponen en funcionamiento mientras realizamos una u otra acción. El último en someterse a uno de estos análisis, en calidad de “músico y compositor maestro” (aunque habría mucho que discutir a tal respecto) ha sido Sting, el de Police y el sexo tántrico. Él es el verdadero protagonista de 'Measuring the representational space of music with fMRI: a case study with Sting', una investigación publicada en 'Neurocase' por Daniel J. Levitin.

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