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Cómo es en realidad el trabajo de una teleoperadora erótica (sí, aún existen)
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Cómo es en realidad el trabajo de una teleoperadora erótica (sí, aún existen)

Ser un buen cliente, que distingue entre la fantasía y el respeto a la persona y que llama a menudo, puede ayudar a gente con problemas a superar una mala racha

Foto: Esto es lo que los clientes creen que pasa. (iStock)
Esto es lo que los clientes creen que pasa. (iStock)

Después del auténtico estallido en los 90 (¿se acuerdan de aquello de "903 333 333, ¡atrévete a llamar!") los servicios telefónicos de ocio no han vuelto a despertar tanta expectación. Aún mucho más importante fue internet, desde los primeros chats anónimos hasta las redes sociales y los canales personales de YouTube de hoy, que ha dejado en segundo plano a estos trabajadores a caballo entre el teleoperador-oficinista y el 'entertainer' sexual.

Sin embargo, sigue siendo un negocio extendido, con vídeo o sin él. Las personas, sobre todo los hombres, buscan a otras, sobre todo mujeres, para poblar fantasías con sus voces, y es llamativo lo poco que les afecta saber que todo ello, o casi todo, es ficción. Un autoengaño placentero.

'Business Insider' ha publicado una serie de interesantes testimonios en primera persona que nos dan una buena idea de cómo es el día a día en esta ocupación. Ventajas e inconvenientes, preocupaciones sobre el futuro y algunas satisfacciones que nunca se hubieran imaginado. Ahora puedes ponerte en su piel desde la seguridad de tu ordenador, mientras ellos se parapetan tras su teléfono en la primera línea de fuego.

Anton

No tiene un trabajo corriente, pero casi nada en él lo es. Nació mujer y ahora es hombre y, para mitigar la vergüenza que le daba hablar con extraños, construyó un kit de efectos de sonido como los de los estudios de doblaje. Preparó unas sandalias para imitar el ruido de los azotes y una banda de caucho que sonaba a bofetada.

Desde esa noche, dormía con los auriculares puestos y cuando su portátil recibía llamadas le despertaba. Su voz es femenina, así que puede jugar a varias bandas, algo que es muy común en el sector. Pero prefirió ser honesto e identificarse como hombre, aunque en las fotos de las redes sociales su personaje aparece con peluca. Finge lo que ellos necesiten: que tiene miedo, que está "portándose mal" y poniéndose ropa de mujer...

Otra chica anónima dice que fue agredida sexualmente y tiene estrés postraumático. Su agresor la acosa, así que le viene bien quedarse en casa

Las primeras semanas, ganó unos 200 dólares, pero al menos podía pagar las facturas y era mejor que su anterior "trabajo", donde ganaba poco más de un dolar en varias horas haciendo clic en anuncios web. Dice que tiene problemas de salud mental, ansiedad y escoliosis severa, así que le duele mucho moverse. Tuvo que dejar su trabajo en un refugio para víctimas de violencia doméstica (algunas de las crisis que se vivían allí eran superiores a sus fuerzas) y la paga por su discapacidad no era suficiente. El sonido del teléfono le distrae de sus problemas con la transición de género y los achaques de su espalda; es mucho peor cuando pasa horas, o días, en el cuarto escuchando solo el sonido del ventilador.

Es un caso representativo: se trata de un trabajo con mucha mejor accesibilidad que otros para personas con discapacidades y madres con hijos pequeños (solo tienen libres las noches y no pueden dejarles solos). No hay que tener estudios, hay opciones reales de llegar a ganar bastante dinero y hay flexibilidad de horarios, aunque no todos pueden organizarse para tener horas fijas libres. Cuando falta el apoyo de la familia o las ayudas del gobierno, es una salida lógica. Y no todos los clientes buscan imágenes, el audio es ideal para los que prefieren imaginarse las cosas a su modo.

Isabel

"Muchos hombres experimentan placer al escuchar la voz de una mujer sin una pantalla brillante de ordenador. Que las voces son sexys por sí mismas se sabe al menos desde que apareció el teléfono. Hay artículos de prensa de principios del siglo XX donde se hablaba de cómo las operadoras recibían propuestas de matrimonio de extraños".

Hoy, muchos de los que llaman no buscan exactamente sexo. Como ocurre habitualmente en los trabajos de tipo sexual, las cosas suelen estar más mezcladas. El que trabaja en estas líneas durante un tiempo suele tener menos problemas con las conversaciones de sexo duro que con los clientes que necesitan, más que una operadora erótica, una psicóloga o una amiga.

Lynn

"El sexo telefónico es muy liberador. El que llama puede imaginar que mide dos metros y que la tiene como un semental". Lynn dice que tiene clientes a los que conoce de años y que le cuentan cómo ha ido su día, o a los que consuela si se les muere un ser querido. Lynn es una chica de compañía reconvertida en teleoperadora erótica, y asesora a otros, entre ellos Anton, al entrar en el negocio.

Como explica el articulista, Alex Mayyasi, el sexo telefónico ofrece algo diferente al porno y las webcams. No ha caído con su llegada, sino que se adaptado y sigue creciendo. De hecho, ahora es más fácil que nunca ser autónomo, sin necesidad de depender de las empresas que ofrecen servicios sexuales, a menudo poco escrupulosas. Solo necesitas una conexión a internet.

Lynn disfruta de su trabajo y dice que, por ejemplo, tiene clientes fieles que le envían regalos por su cumpleaños. Sin embargo sabe que "la mayoría son mujeres que buscan una salida, desesperadas por el dinero", por ejemplo tras un divorcio, o tras el despido de su marido. Ha visto casos en que los ex despechados utilizan esta ocupación para quitarles a estas mujeres la custodia de sus hijos. Insiste en que no es dinero fácil, "el marketing es muy importante. La gente que tiene éxito tiende a disfrutar del trabajo y a no concebir su vida sin él. Un niño hambriento es una gran motivación".

Kate

Kate D'Adamo es una activista en contra de la criminalización del trabajo sexual que lucha por los derechos de este colectivo. Dice que a menudo es una fuente de ingresos para personas con problemas financieros o que no pueden acceder al mercado laboral. "No tienen tiempo libre, tienen que estudiar, o tienen hijos..." Comparado con ser prostitutas, strippers o hacer porno, el sexo telefónico es mucho más práctico.

Las ventajas más claras son poder trabajar desde casa y que no requiere de esfuerzo físico. Otra chica anónima dice que fue agredida sexualmente y tiene estrés postraumático. Su agresor la acosa, así que ella agradece la oportunidad de quedarse en casa y poder interactuar con seguridad en su propio territorio.

Puede ser una terapia ocupacional útil para personas depresivas o que tienen que cuidar a familiares enfermos (una vez más, son sobre todo mujeres las que tienen esta papeleta). Las horas pico del sexo telefónico no exigen madrugar y es posible hacer el trabajo aunque pasen agotadas la mayor parte del día.

Los precios de los autónomos varían mucho según lo solicitados que estén, y hay que gastar mucho en anunciarse en páginas web

Además, la apariencia y la edad no son un problema, como sí ocurriría para trabajar en un bar o ser dependiente de comercio. Otro caso que nos llega por vía directa es el de un hombre de mediana edad que trabaja haciéndose pasar casi siempre por mujer madura. Da cursos de formación a teleoperadores eróticos primerizos y les cuenta, entre otras cosas, algo que le sorprendió mucho al principio: "las lesbianas suelen ser las más rápidas y brutas. Nada más coger el teléfono te sueltan algo tipo 'vamos, zorra, dime guarradas'. Acaban en pocos minutos, así que vienen bien cuando no te apetece hablar, pero dan poco dinero".

Las llamadas más largas son las mejor pagadas, porque el precio suele cambiar por bloques. Aunque el establecimiento de llamada sea alto, si eres cliente habitual has de saber que, por norma general, les haces un favor si les haces una sola llamada de cuarenta minutos que dos de veinte. No es generosidad, o no solo, si escuchan atentamente todos tus problemas con paciencia; es lo más rentable.

Los precios de los autónomos varían mucho según lo solicitados que lleguen a estar, y hay que gastar una buena parte en anunciarse en páginas web para conseguir llamadas. Con todo, solo unos pocos independientes trabajan de ello a jornada completa; suele ser más bien un complemento.

Satisfacer fantasías socialmente poco aceptadas como la sumisión (tremendamente frecuente), el sadomasoquismo o ciertos fetichismos, es lo más llamativo a primera vista. Sus vidas, tras todo ese morbo, son como las de cualquiera. A la vista de estos testimonios, más bien como la de cualquiera que necesite dinero.

Después del auténtico estallido en los 90 (¿se acuerdan de aquello de "903 333 333, ¡atrévete a llamar!") los servicios telefónicos de ocio no han vuelto a despertar tanta expectación. Aún mucho más importante fue internet, desde los primeros chats anónimos hasta las redes sociales y los canales personales de YouTube de hoy, que ha dejado en segundo plano a estos trabajadores a caballo entre el teleoperador-oficinista y el 'entertainer' sexual.

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