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La verdadera razón por la que el trabajo te cansa tanto (y no es tu jefe)
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La verdadera razón por la que el trabajo te cansa tanto (y no es tu jefe)

Nadie pone en entredicho la utilidad de esta herramienta, pero se ha convertido en una pesadilla para muchos empleados

Foto: Siempre conectado. (Roy McMahon/Corbis)
Siempre conectado. (Roy McMahon/Corbis)

Consultar el correo electrónico es ya un ritual: lo miramos antes de llegar a la oficina, mientras trabajamos y después de la jornada laboral. Es el rol del trabajador impuesto por la tercera revolución industrial, siempre conectado y disponible gracias a los teléfonos inteligentes y las tabletas. Sin embargo, este recurso del mundo moderno no nos vuelve más productivos, sino que la perpetua interrupción del correo electrónico reduce el rendimiento y, además, consigue dominar la vida de los empleados hasta llegar a ser una herramienta agotadora que no deja desconectar.

Así lo confirma un nuevo estudio, 'Exhausted But Unable to Disconnect' (Agotado pero incapaz de desconectar), elaborado por Liuba Belkin, de la Universidad de Lehigh; William Becker, del Virginia Tech, y Samantha A. Conroy, de la Universidad Estatal de Colorado, que pone de manifiesto que los empleados cada vez están más cansados, no solo por la cantidad de tiempo que dedican a los e-mails de trabajo fuera del horario laboral, sino por la expectativa de que siempre deben estar disponibles y responderlos de inmediato.

Trabajadores agotados

El informe, que se presenta este mes de agosto en la reunión anual de la Academy of Management -la organización más grande del mundo dedicada a la investigación y la enseñanza de la gestión- en Anaheim (California), sostiene que la expectativa del trabajador a recibir un correo electrónico propicia una sensación de alerta continua que le impide conciliar la vida laboral y personal, y también debilita la calidad del trabajo realizado.

Los empleados se cansan por el tiempo que dedican a los e-mails fuera de horario y por estar siempre disponibles para responder de inmediato

Según los tres investigadores, el hecho de que un empleado esté siempre pendiente de responder correos electrónicos puede llevarle a sufrir estrés crónico y agotamiento emocional. “Nos encontramos que las personas que sienten que tienen que contestar mensajes en sus horas libres están emocionalmente agotadas, en parte porque no pueden desprenderse de sus tareas”, señala Conroy, quien añade que el empleado que tiene una cena con su familia y escucha el ding que le indica que ha entrado un correo en su bandeja de entrada “siente que tiene que dirigir su atención al mensaje y contestarlo de inmediato”.

‘Telepresión’

Quienes tienen la necesidad imperiosa de responder un e-mail en el momento de recibirlo, ya sea a primera hora del día, por la noche o en fin de semana, padecen telepresión. Es el término acuñado por Larissa K. Barber, profesora asistente de psicología en la Universidad de Illinois y autora del estudio 'Please respond ASAP: Workplace telepressure and employee recovery'.

Barber destaca que nos estamos exponiendo a los factores de estrés del lugar de trabajo cuando estamos en casa, lo cual puede repercutir en la salud, ya que los empleados obsesionados con atender a los mensajes a cualquier hora tienen una peor calidad de sueño y son propensos a faltar al trabajo por motivos de salud, según revela el estudio.

Si bien el informe no ha hallado un vínculo estrecho entre la telepresión y la personalidad de un empleado, sí que apunta que las normas marcadas por la empresa pueden ser el desencadenante de esa obsesión compulsiva hacia el correo. En algunas organizaciones, los trabajadores “reciben pistas implícitas y explícitas de que esto es lo que debería estar haciendo uno para ser un buen empleado. Esto podría ser algo a lo que los empleados sucumben porque están nerviosos sobre su posición social en el puesto de trabajo”, explica Barber.

¿Qué pueden hacer las empresas?

A pesar de que en grandes firmas el uso continuo de la mensajería puede parecer beneficioso a corto plazo, es un arma de doble filo. Los gerentes deben ser conscientes de que una disponibilidad absoluta del personal genera un impacto negativo en su bienestar y, en última instancia, también puede afectar al funcionamiento de la organización.

Una consultoría de Boston tiene estipulada una noche sin e-mails a la semana. Una empresa de asistencia médica en Filadelfia prohíbe los mensajes nocturnos

Por ello, el estudio 'Agotado pero incapaz de desconectar' insta a las compañías a hacer cumplir prácticas de organización que ayuden a mitigar estos efectos negativos y proteger a sus empleados a largo plazo. “Por ejemplo, si la eliminación por completo del correo electrónico después del horario laboral no es una opción, es posible que quieran establecer normas sobre la disponibilidad en horas fuera de trabajo, como días libres de correo u horarios rotativos específicos que permitan a los empleados gestionar su trabajo y su tiempo libre de manera más eficiente”.

Algunas empresas ya han puesto en marcha estos consejos. El profesor Becker pone como ejemplo la firma de consultoría Boston Consulting Group, la cual tiene estipulada una noche sin e-mails a la semana, mientras que Topping, una pequeña empresa de asistencia médica en Filadelfia, prohíbe la correspondencia después de las 10 de la noche y los fines de semana.

Pero no solo las empresas predican con el ejemplo, algunos países como Francia han dado un paso más y han tomado medidas para proteger a los empleados de un estado de conexión permanente al trabajo. Los e-mails laborales en fin de semana ya son ilegales gracias al “Derecho a desconectar”, una ley que prohíbe a las empresas de 50 o más empleados enviar correos electrónicos después de las horas de trabajo. Su intención es evitar que los empleados se agoten por estar demasiado tiempo conectados a sus tareas, incluso cuando están en casa o de vacaciones.

Consultar el correo electrónico es ya un ritual: lo miramos antes de llegar a la oficina, mientras trabajamos y después de la jornada laboral. Es el rol del trabajador impuesto por la tercera revolución industrial, siempre conectado y disponible gracias a los teléfonos inteligentes y las tabletas. Sin embargo, este recurso del mundo moderno no nos vuelve más productivos, sino que la perpetua interrupción del correo electrónico reduce el rendimiento y, además, consigue dominar la vida de los empleados hasta llegar a ser una herramienta agotadora que no deja desconectar.

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