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“Ganas 800.000 dólares y te sientes pobre”: los trapos sucios de Wall Street
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MALDITO PARNÉ

“Ganas 800.000 dólares y te sientes pobre”: los trapos sucios de Wall Street

Dos años después de conmocionar el parqué neoyorquino con una ácida columna de opinión, Sam Polk publica un libro sacando a la luz el lado oscuro de la banca de inversión

Foto: Sam Polk pasó 10 años en Wall Street. (Ángela Carrasco)
Sam Polk pasó 10 años en Wall Street. (Ángela Carrasco)

En enero de 2014, 'The New York Times' publicó una de sus columnas más exitosas de los últimos años. Se llamaba “Por el amor al dinero” (“For the Love of Money”) y venía firmada por Sam Polk, un antiguo banquero de Wall Street –primero en uno de los grandes, luego en un 'hedge fund'– desencantado con su antigua vida. “En mi último año en Wall Street mi bonus fue de 3,6 millones de dólares, y estaba furioso porque me parecía que no era lo suficientemente grande”, era su arrebatador arranque. No tenía ni dinero ni hipoteca ni deudas. “Quería más dinero por la misma razón que un alcohólico necesita otra copa: era un adicto”.

“Solo un adicto a la riqueza se sentiría justificado para recibir 14 millones anuales (con un bonus de 8,5 millones), como hizo en 2012 el CEO de McDonald's, mientras que la compañía publicaba un documento para sus trabajadores sobre cómo sobrevivir con un sueldo bajo”, proseguía. Algo más de dos años después, Polk ha publicado “For the love of Money: a Memoir” (Simon & Schuster), en el que amplía lo que contaba en aquella columna añadiendo detalles personales, como la relación con su padre o una complicada adolescencia. “Mi experiencia como veinteañero era este anhelo de dinero, riqueza y éxito por encima de todas las cosas”, ha explicado en una entrevista con 'The Atlantic'. Nos sumergimos de su mano en el mundillo de Wall Street.

Cuando se pierde contacto con la realidad

Polk recuerda ahora con vergüenza esos años en los que se sentía estafado por haber cobrado tan solo unos cuantos millones de dólares por su rendimiento. “La mayor parte de la gente que no ha estado en Wall Street piensa que los problemas que tenía, como que mi bonus de 3,6 millones de dólares no era suficiente porque pensaba que debía haber cobrado ocho, son absurdos”, explica. Es una muestra del aislamiento de la cultura de Wall Street. “En general, no interactúa con otra gente. Puedes ganar 800.000 dólares y sentir que eres pobre”.

Hay extraños rituales en los que un 'senior' ofrece 500 dólares a un becario si come todos los productos de la máquina de 'vending'

La gran polarización de la sociedad norteamericana juega un papel importante en este aspecto. “La mayor parte de la gente que gana 500.000 dólares al año se siente como si no ganase lo suficiente, y eso se debe a la adicción a la riqueza”, recuerda en una entrevista con 'Salon'. Pero no es la única razón: “También se debe en parte a que los colegios privados cuestan un montón, y el coste de vivir en un distrito con un buen colegio se ha disparado”. Vivir es cada vez más caro, pero vivir bien solo está al alcance de unos pocos.

Tu trabajo es caer bien

Polk cuenta una elocuente anécdota que tiene lugar durante el proceso de selección de candidatos para un puesto. Uno de ellos era un joven blanco y atlético, de una buena universidad, y el otro un chico de Singapur brillante que había obtenido un premio nacional. Su compañero no tuvo ninguna duda en seleccionar al primero, porque jugaba a béisbol. “Es casi como si Wall Street quisiera que te despojases de cualquier rasgo de personalidad o capacidad que te diferencie para que puedas centrarte en servir a esta máquina cuyo único propósito es hacer dinero”, señala el banquero arrepentido.

El proceso de selección de becarios también resulta ilustrativo. Como los nuevos trabajadores se limitan a aprender cómo funciona todo, es difícil juzgarles en función de su rendimiento. “Así que la única manera de llamar la atención es socializando”, señala Polk. “Esa es en parte la razón por la que hay a menudo esos extraños rituales para novatos en los que un 'senior' ofrecerá al becario 500 dólares si es capaz de comerse uno de cada de la máquina de vending o 400 si pueden comerse 35 rosquillas en menos de un minuto”.

La manera de conseguir un puesto no se debe al mérito, sino que la gente elige con los que han salido de fiesta

Wall Street es como una fraternidad universitaria, solo que llevada a la vida adulta… y moviendo miles de millones de dólares ajenos al día. “Tienes que encontrar una manera de ser aceptado en el grupo, y muchas veces eso quiere decir beber un montón cuando sales de fiesta con los colegas”, explica. No se trata solo de tratar a los compañeros como amigos, sino también, de hacer la pelota. “Definitivamente implica comprar café e invitar a los compañeros. Eso es exactamente lo que hace que el patriarcado masculino sea tan fuerte en Wall Street: la manera de entrar no depende de tu intelecto o tu mérito, sino lo bien que le caes a la gente en el bar, porque se elige a las personas con las que has salido a tomar algo”.

Mujeres, ¿qué mujeres?

La única representación del género femenino son las secretarias o las parejas de los banqueros. “El tema más importante del libro es el dinero”, explica Polk. “Pero el subtema principal son las mujeres, porque básicamente son las dos cosas en las que piensan la mayoría de hombres”. Según el banquero, hay que pensar que, en ese mundo en el que el poder es lo más importante, la forma de manifestarlo es exhibiendo dinero… y pareja. “Mi compañera y novia Sloane Taylor era bella, exitosa y rica y quedaba muy bien de mi brazo, y causaba el mismo efecto en mí que obtener un bonus de un millón de dólares. Es decir, me hacía sentir importante y valioso”.

A veces intentamos llenar nuestro vacío a través de las drogas y el alcohol, a veces a través del éxito y el dinero

La pornografía podría verse, por lo tanto, como una manera de hacer asequible el poder en “una cultura que objetifica a las mujeres como criaturas sexualizadas y colecciones de partes del cuerpo y las utiliza como mujeres trofeo, para que nos sintamos bien e importantes”. El porno, por lo tanto, no trata de la satisfacción sexual, sino de “degradar a las mujeres de manera que uno pueda sentirse poderoso”. La cultura masculina de Wall Street presenta un ideal “que incluye no sentir miedo y no sentir emociones”. Algo que, en el caso de alguien como Polk, podía resultar muy peligroso.

Los pecados del padre

El autor lo tiene claro: en la mayor parte de casos, este comportamiento adictivo tiene como función aliviar las carencias emocionales que la infancia dejó en ellos. “Para muchos de nosotros, es toda una vida intentando llenar ese agujero, a veces a través de las drogas y el alcohol, a veces a través del éxito y los logros”. Polk cree que gran parte de su obsesión por el dinero y el éxito proviene de su padre, un comercial fracasado “con grandes sueños que nunca se materializaron”. Una influencia que terminó derivando en trauma infantil, problemas alimenticios, adicción a las drogas, robos y atracos. “Desde niño, siempre había pensado que el dinero y el éxito me permitirían alcanzar este lugar fantástico donde todo va bien, y me sentiría satisfecho, querido y exitoso”.

¿Para qué sirve Wall Street?

Polk empezó a replantearse su futuro después de que la crisis pusiese de manifiesto todos los problemas de los bancos, aunque su insatisfacción le hacía pensar que quizá amasar cantidades ingentes de dinero no era suficiente. “Tuve que darme de bruces con la realidad de que mi trabajo consistía en aumentar los beneficios y reducir los costes de manera que las compañías en las que invertía fuesen más rentables”, explica. “Y todo consiste en acumular sin producir nada excepto un buen porcentaje de retorno de la inversión cada año”. Su trabajo no resolvía problemas, sino que los creaba.

Uno de los principales hándicaps, para el banquero, es el sistema de incentivos vigente. “Te pagan mucho dinero si lo haces bien, pero si pierdes un montón, no pierdes ese dinero personalmente”, recuerda. “Así que existen grandes incentivos para tomar grandes riesgos por grandes beneficios porque no pasa nada si la cosa no sale bien”. El ejemplo más claro es el rescate de los bancos después de la crisis de 2008, que puso de manifiesto el egoísmo de la mayor parte de trabajadores del sector: “La mayoría de esos bancos habrían ido a la bancarrota, y aun así, los 'traders' estaban furiosos ante la idea de que se bajase su bonus”.

Este tío debe de ser realmente bueno en lo que hace, y aun así, no sé si el mundo sería mucho mejor o mucho peor si no existiese

Una última anécdota nos ayuda a entender un poco mejor la paradoja del dinero. “Fui a una fiesta a la casa de un tío de la banca de inversión, y era la típica de 20 millones de dólares, increíblemente bonita, y recuerdo pensar 'Guau, este debe de ser realmente bueno en lo que hace, y aun así, no sé si el mundo sería mucho mejor o mucho peor si no existiese”. Actualmente, Polk está casado, tiene una hija y ha fundado una empresa social.

En enero de 2014, 'The New York Times' publicó una de sus columnas más exitosas de los últimos años. Se llamaba “Por el amor al dinero” (“For the Love of Money”) y venía firmada por Sam Polk, un antiguo banquero de Wall Street –primero en uno de los grandes, luego en un 'hedge fund'– desencantado con su antigua vida. “En mi último año en Wall Street mi bonus fue de 3,6 millones de dólares, y estaba furioso porque me parecía que no era lo suficientemente grande”, era su arrebatador arranque. No tenía ni dinero ni hipoteca ni deudas. “Quería más dinero por la misma razón que un alcohólico necesita otra copa: era un adicto”.

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