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Las 10 palabras olvidadas que mejor definen a España en 2016 (y deberíamos usar más)
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NO TE VAN A ENTENDER, PERO SUENAN BIEN

Las 10 palabras olvidadas que mejor definen a España en 2016 (y deberíamos usar más)

Nos damos por vencidos. Las palabras que conocemos no nos sirven para explicar un país que se mueve entre la locura y el absurdo, así que hemos buscado otras nuevas

Foto: Esto es lo que pasa cuando buscas "España" en una página de fotos de estudio. (iStock)
Esto es lo que pasa cuando buscas "España" en una página de fotos de estudio. (iStock)

¿Qué es España en pleno siglo XXI? Quizá un dislate, una tragedia, un esperpento, una basura, una incógnita, una traición, un espejismo, un edificio en llamas, un lamento, un chiste de Lepe, una comedia del destape, un coñazo o, simplemente, algo para lo que el lenguaje aún no tiene respuesta… Cada uno tendrá su propia palabra para definir la realidad española, pero de lo que estamos seguroses de que raramente será alguna de las 10 que presentamos a continuación y que puedes utilizar en cualquier momento para tirarte el pisto (aclaración: significa “fanfarronear”).

Barquinazo

La palabra que mejor encaja con Ciudadanos en las elecciones de diciembre, o con Unidos Podemos en las de junio. El término se refiere al fracaso, más bien como un accidente imprevisto. Construida de igual manera que volantazo (solo que esta significa “giro rápido y brusco del volante de un vehículo para cambiar la dirección”), solía utilizarse para referirse al vaivén, tumbo o volteo de un carruaje. Se acabaron los carruajes, se acabó la palabra. Y deberíamos recuperarla, porque otra cosa no, pero España es un país cuya historia se construye a base de barquinazos.

Clavo

¿Cómo que no utilizamos la palabra “clavo”? Por supuesto que sí, incluso en expresiones como “un clavo quita a otro clavo” (esa socorrida referencia para el amigo o amiga con mal de amores). Pero nos estamos refiriendo a otro clavo. Concretamente, al que se puede utilizar como sinónimo de “jaqueca” y que en realidad, sirve para nombrar la tan temida resaca del día después de una gran fiesta. ¿Y qué es España más que una inacabable resaca imposible de curar si no es bebiendo aún más?

Solariego

Durante siglos, era todo un honor pertenecer a una casa solariega, es decir, que descendiese de un “linaje antiguo y noble” (o, mejor dicho, de un solar, que es de donde proviene esta palabra). Sin embargo, la palabra aparece en los diccionarios de sinónimos cuando uno busca “apolillado”, “desfasado” o “antiguo”, y España lo es mucho. Nuestra antigua nobleza ha terminado convirtiéndose en una tradición especialmente pesada y retrógrada.

Podemos afirmar que leer en los gestos de nuestros dirigentes es un poco como interpretar un texto sagrado

Asechanza

Son días de pactos políticos y puñaladas traperas. En definitiva, de cábalas, un término que se deriva del hebreo “kabalah” y que hace referencia no solo al análisis de la Torá y a todo aquel conocimiento que se transmite de padres a hijos con algo de misterio, sino también a las conspiraciones que se mantienen ocultas. Así que sí, podríamos afirmar que leer en los gestos de nuestros dirigentes es un poco como interpretar el texto sagrado hebreo. Nosotros preferimos “asechanza”, porque es una palabra menos vista: se trata de un “engaño, artificio o trampa que se planifica para dañar a alguien”. Cuidado con los idus de julio.

Plancha

“Plancha” es lo que te pasa cuando piensas que vas a adelantar por la izquierda a tu competidor y te quedas 14 escaños por debajo. En lugar de utilizar el término “sorpasso”, que parece que vamos de ligones italianos, mejor recurrir a la plancha, ese “desacierto o error por el cual la persona que lo comete quedar en situación desairada o ridícula”. Vamos, que se queda 'planchao'.

Bandería

En España nadie podría trabajar si no tuviese algún familiar, amigo, conocido, criado, amante, procurador, consejero o kioskero que le eche “un cablecito” con el tema. Esta mentalidad grupal provoca que muy fácilmente se monten camarillas (“conjunto de personas que influyen subrepticiamente en los asuntos de Estado o en las decisiones de alguna autoridad superior”), aunque, a un nivel más familiar, nos gusta más la palabra “bandería”, que viene de “bando”: “facción, partido, parcialidad”. Un ejemplo: todos los partidos políticos tienen al menos dos. No confundir “la bandería” con “lavandería”, que es otra cosa.

Patatús

De toda nuestra lista, quizá sea el término más conocido, sobre todo si uno ha tenido madre, abuela o bisabuela que decía aquello de “te va a dar un patatús” cuando salías a correr a las cuatro de la tarde. “Desmayo, lipotimia” es la definición (coloquial) que la RAE ofrece de la palabra. Y eso es lo que España suele causar en las personas: un patatús. Lo que no resulta tan conocido es su origen, que probablemente se encuentre en la palabra “pata” de los animales, aunque algunas versiones señalan que puede venir del francés “patapouf”, que se utiliza tanto para referirse a gordinflón como para reflejar un ruido de caída a lo ¡cataplum!

¿Qué es alguien que se pasa unas cuantas semanas esperando para comenzar las negociaciones para montar gobierno? Un zangolotino

Basca

Nada que ver con el programa presentado por Jesús Vázquez entre 1991 y 1993 sobre temas de candente actualidad para la juventud de la época, como 'Tú a callar'o 'El amor, ¿tiene edad?'(el primer indicativo de que la moda MILF estaba a punto de llegar). Sin embargo, como recuerda el clásico decimonónico 'Sinónimos castellanos' de Roque Barcia, “basca” significa “asco del estómago”. Una dolencia que no debemos confundir con “náusea”, que proviene de “nave”.

Zangolotino

¿Cómo calificar a alguien que se pasa unas cuantas semanas esperando para comenzar las negociaciones para montar gobierno? Pues o una persona muy lista, o un zangolotino, una de esas sonoras palabras que han caído en desuso, quizá por esa misma razón. Según la RAE, un zangolotino es, dicho de una persona joven, “aniñada o infantil en su comportamiento y en su mentalidad”, aunque se relaciona de manera estrecha con “zángano” (persona floja, desmañada y torpe). Su origen probablemente se encuentre en la onomatopeya “zang”, del zumbido del abejorro, como sugiere Joan Corominas en su 'Breve diccionario etimológico de la lengua castellana'.

Galimatías

Si nuestro país se parece a algo en los últimos tiempos es a un galimatías, una palabra conocida aunque muy poco utilizada, a pesar de lo bien que suena. Un galimatías es “un lenguaje oscuro por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas”; también, la confusión, el desorden, el lío. Su origen es bastante peculiar, como explica Barcia, y proviene del francés, de la época en la que los abogados aún escribían sus defensas en latín.

“Cierto día (dice el doctor Huet, obispo de Avranches) se trataba de un 'gallo', cuya propiedad reclamaba una de las partes, que se llamaba 'Matías'”, relata el célebre filósofo y político, además de lexicógrafo. “El abogado, a fuerza de repetir los nombres 'gallus' y 'Mathías', acabó por confundirse y trabucar la construcción, y en lugar de 'gallus Mathías' (el gallo de Matías), dijo repetidas veces 'galli Mathias' (Matías del gallo); desde entonces se empleó para calificar un discurso embrollado”. Un discurso embrollado¿les suena?

¿Qué es España en pleno siglo XXI? Quizá un dislate, una tragedia, un esperpento, una basura, una incógnita, una traición, un espejismo, un edificio en llamas, un lamento, un chiste de Lepe, una comedia del destape, un coñazo o, simplemente, algo para lo que el lenguaje aún no tiene respuesta… Cada uno tendrá su propia palabra para definir la realidad española, pero de lo que estamos seguroses de que raramente será alguna de las 10 que presentamos a continuación y que puedes utilizar en cualquier momento para tirarte el pisto (aclaración: significa “fanfarronear”).

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