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La historia de Kurt Sonnenfeld, el cámara del 11-S perseguido por la justicia
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La historia de Kurt Sonnenfeld, el cámara del 11-S perseguido por la justicia

¿Se trata del Edward Snowden del World Trade Center, o tan solo un hombre que ha creado un entramado de hipótesis falsas para librarse de ser juzgado por asesinato?

Foto: Kurt Sonnenfeld junto a su esposa, Paula. (Efe/Leo La Valle)
Kurt Sonnenfeld junto a su esposa, Paula. (Efe/Leo La Valle)

“En esa oficina estábamos acostumbrados a las imágenes sumamente impactantes, sobre todo yo, que debía registrarlas con mi cámara, pero lo que vi aquella mañana superaba cualquier cosa que hubiera visto antes”. Este es un breve fragmento de 'El perseguido', el libro que el cámara de la FEMA (Agencia Federal para la Gestión de Emergencia) estadounidense publicó en el año 2009 en el que detallaba su experiencia el 11 de septiembre de 2001, como uno de los cuatro videógrafos que la agencia envió a la Zona Cero. Aunque se convirtió en un éxito de ventas después de haber sido editado por Editorial Planeta, nunca ha sido editado en inglés… a pesar de haber sido escrito en dicho idioma.

Para entender un poco mejor por qué, hay que remontarse no al 11 de septiembre de 2001, sino unos pocos meses después, al Año Nuevo de 2002. Si uno consultó esos días los medios de comunicación de Denver (Colorado) pudo encontrarse titulares como el de 'The Denver Channel', que rezaba “Trabajador del WTC encarcelado por la muerte de su mujer”. Fue el comienzo del caso de Kurt Sonnenfeld, uno de los más espinosos de la historia americana reciente. Tanto que implicaba al FBI, a la CIA y a la justicia argentina, y que ha revivido gracias a un extenso reportaje publicado en 'GQ' por Evan Hughes.

Sonnenfeld no podía recordar si había discutido o no con su esposa, ya que el alcohol entorpecía sus recuerdos

“La esposa de Sonnenfeld, Nancy, fue encontrada con un disparo en el pecho a eso de la 1:40 de la madrugada de este martes. Murió seis horas después en el Centro y de Salud de Denver”, rezaba dicha noticia. Los detalles, no obstante, no eran exactamente así. El disparo no había sido recibido en el pecho, sino en la cabeza. Pero ¿por qué había muerto exactamente Nancy Sonnenfeld?

Reconstruyendo el crimen

Cuando la policía llegó a la casa, se encontraron con un hombre manchado de sangre que, como tantos en Nochevieja, olía a alcohol. También con una mujer de 36 años tumbada en un 'chaise longue' , con un agujero en la cabeza y un revólver a su lado. Poco a poco, la investigación reconstruiría los entresijos de la historia. La pareja había vuelto poco antes de la fiesta de Nochevieja. Según la versión de Sonnenfeld, su esposa se había suicidado mientras él se encontraba en la habitación de al lado, aunque no podía recordar si habían discutido o no, ya que el alcohol entorpecía sus recuerdos.

La pareja, explicaba, estaba pasando una mala época. Nancy se había enfadado con él por probar la heroína en unas vacaciones en Tailandia, había pedido el divorcio y se habían reconciliado. Pero cuando vio que Sonnenfeld volvía a beber en Nochevieja, se había dado por vencida. Uno de los detalles de la escena del crimen llamó la atención de la policía: se trataba de una nota en el diario de la muerta que reproducía una cita de Walt Whitman: “Qué es bello menos la muerte y el amor” ("What indeed is finally beautiful except death and love"). La palabra “amor” había sido tachada, y había añadido una anotación más: “Kurt, por favor, consigue ayuda”. Además, el análisis forense descubrió que no había huellas del hombre en el arma, pero sí de su esposa.

Debido a que las evidencias no eran suficientes, cinco meses más tarde, el presunto asesino quedó en libertad. Sonnenfeld decidió rehacer su vida en Buenos Aires, donde viajaría ocho meses más tarde, y donde conocería a Paula Durán, con la que se casaría apenas 40 días después. Sin embargo, Sonnenfeld volvería a ser detenido por agentes de la Interpol argentina que enarbolaban una orden de extradición a Estados Unidos con relación al asesinato de su esposa. Pero no contaban con que Sonnenfeld tenía un último as en la manga: lo que había visto el 11 de septiembre. O, mejor dicho, lo que afirmaba haber visto.

La cámara de los secretos

Detenido en Argentina, a la espera de una extradición que, aseguraba, podía acabar con él ejecutado en la silla eléctrica, Sonnenfeld pergeñó junto a sus abogados una defensa que comenzaba por considerarse un refugiado político, que continuaba apelando a la comprensión de la justicia argentina y terminaba en el programa televisivo de Rolando Graña, donde contó la gran historia del 11 de septiembre. Según reveló en la entrevista, era completamente inocente de la muerte de su esposa, pero las autoridades americanas le perseguían por lo que había visto y grabado justo los días que siguieron a los atentados. EEUU sospechaba que estaba a punto de entregar sus cintas a la televisión argentina, añadió Sonnenfeld.

Poco después, me di cuenta de la gravedad de lo que habíamos descubierto. ¿Por qué estaba vacía? ¿Y cuándo pudo haber sido vaciada?

Lo soltó todo. Entre ello, que no tenía ninguna duda de que las agencias de inteligencia de EEUU sabían lo que iba a pasar y, de hecho, dejaron que pasase. Que probablemente FEMA también lo supiese, dada la velocidad con la que puso en marcha su dispositivo. Y, sobre todo, que había visto una cámara abovedada completamente vacía, que había sido utilizada por la CIA, bajo el edificio 6 del World Trade Center. Esta solo podía haber sido limpiada con mucha antelación, explicaba Sonnenfeld, que aún se preguntaba por qué el edificio 7 se había venido abajo si ningún avión había impactado en él.

“Pero poco después, la gravedad de lo que habíamos descubierto empezó a acecharme”, escribía en su libro. “¿Por qué estaba vacía? ¿Y cuándo pudo haber sido vaciada? El edificio Seis fue evacuado en doce minutos después de que el primer avión se estrellara contra la Torre Norte. Las calles se atascaron de inmediato con los camiones de bomberos, los patrulleros de la policía y el tráfico embotellado. Por su parte, la bóveda era lo suficientemente grande como para necesitar más de un camión entero para retirar tan variado y sensible contenido”. Sonnenfeld lo tenía claro: la bóveda había sido vaciada con antelación; él lo sabía, y por eso le perseguían.

Sin embargo, y a pesar de la simpatía que se ganó en los círculos conspiranoicos, la teoría del camarógrafo tenía sus debilidades. Entre ellas, que, tal y como expuso su vecino Kirk Mitchell de 'The Denver Post' en 'The Spin Doctor. Hero or Cold-Blooded Killer?' (New Horizons), la mayor investigación sobre el caso de Sonnenfeld publicada hasta la fecha, este no llegó a la Zona Cero hasta semanas después de los atentados. Él mismo afirma que no sabe exactamente cuándo llegó, si dos, tres o cuatro días después de que las torres se viniesen abajo.

El Snowden de Sudamérica

La historia reúne ingredientes variopintos. Por una parte, parece el clásico relato moderno de crímenes domésticos sin resolver; por otra, es un 'thriller' internacional de la era de la globalización. Como si 'Perdida' de Gillian Flynn se diese la mano con la historia (real) de Julian Assange o Edward Snowden. El periodista de 'GQ' ha sido uno de los pocos en encontrarse en persona con el enigma Sonnenfeld… quizá para no sacar nada en claro.

Si tengo suerte, y si Dios lo quiere, nunca más volveré a los Estados Unidos. Es lo mejor que puedo esperar. Pero está bien

El antiguo cámara tiene ahora 53 años y dos gemelas de 10 años, Scarlett y Natasha, fruto de su relación con Paula Durán. En la entrevista se escapa por la tangente cuando se le pregunta por su situación legal, aduciendo que es su esposa la que se encarga de eso, ya que es la que habla español. Si se le sugiere que dé los nombres de los que le acompañaron en sus expediciones a la bóveda, prefiere no hacerlo para no implicar a nadie más. En lo referente al asesinato de su esposa, recuerda que esta se había intentado suicidar un mes antes de su muerte con Valium, ron y un tajo en las venas.

En palabras de Sonnenfeld, lo único que quiere es ser capaz de probar de manera pública su inocencia, pero que le resulta casi imposible, puesto que su persecución no está motivada por lo que pasó el 1 de enero de 2002, sino en septiembre de 2011. Por ahora, vuelve a estar a salvo. Por los pelos, eso sí: como publicaba en enero de 2015 'The New York Times', la Corte Suprema Argentina había decidido extraditar, finalmente, a Sonnenfeld, para alegría de la madre de Nancy. Sin embargo, la providencia volvió a interceder por él, y antes de que Mauricio Macri llegase al poder, una orden ejecutiva resolvió que no cedería al estadounidense a su país natal.

“Si tengo suerte, y si Dios lo quiere, nunca más volveré a los Estados Unidos. Es lo mejor que puedo esperar. Pero está bien. Tengo a Paula. También a Scarlett y a Natasha. Y esto es todo lo que necesito”, escribía Sonnefeld en el libro que le lanzó a la fama. “Y contrariamente a lo que alguna vez me pareció, ahora también tengo esperanza. Eso es más de lo que puedo pedir”.

“En esa oficina estábamos acostumbrados a las imágenes sumamente impactantes, sobre todo yo, que debía registrarlas con mi cámara, pero lo que vi aquella mañana superaba cualquier cosa que hubiera visto antes”. Este es un breve fragmento de 'El perseguido', el libro que el cámara de la FEMA (Agencia Federal para la Gestión de Emergencia) estadounidense publicó en el año 2009 en el que detallaba su experiencia el 11 de septiembre de 2001, como uno de los cuatro videógrafos que la agencia envió a la Zona Cero. Aunque se convirtió en un éxito de ventas después de haber sido editado por Editorial Planeta, nunca ha sido editado en inglés… a pesar de haber sido escrito en dicho idioma.

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