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Lo estás haciendo mal: así es como deberías echarte la siesta perfecta
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Lo estás haciendo mal: así es como deberías echarte la siesta perfecta

Con numerosos seguidores a lo largo de la historia, desde Albert Einstein a Leonardo da Vinci, la siesta ha dejado de ser concebida como cosa de perezosos

Foto: No te sientas culpable, una siesta corta es buena para ti. (iStock)
No te sientas culpable, una siesta corta es buena para ti. (iStock)

Quienes se echan una cabezadita después de comer se lo deben a San Benito de Nursia, más conocido como San Benito Abad. Este santo enseñó a los monjes a construir relojes para contar las horas y después asignar a cada una de ellas unas obligaciones, una suerte de agenda del siglo XXI. La hora sexta la dedicó a la regla benedictina del descanso, lo que hoy conocemos como la hora de la siesta.

Con númerosos seguidores a lo largo de la historia, desde Albert Einstein o Leonardo da Vinci hasta Winston Churchill, la siesta ha dejado de ser concebida como cosa de perezosos para convertirse en objeto de numerosos estudios científicos y médicos que avalan los beneficios de dormir un rato durante el día.

En 2007, un informe de la Universidad de Harvard encontró que las personas que dormían siesta regularmente –por lo menos media hora, tres veces a la semana–tenían un riesgo significativamente menor de enfermedades del corazón, y otros estudios independientes han venido demostrando que una siesta de 40 minutos durante la jornada de trabajo puede mejorar el rendimiento en el puesto de trabajo tanto para los astronautas como para los médicos. En 2011, incluso la NASA alababa los beneficios de la siesta, subrayando que el bienestar que ofrece es incomparable a cualquier otra solución médica, ya que disminuye los riesgos cardiovasculares, libera tensiones, aumenta la capacidad de concentración y refuerza el estado de alerta. Ahora, un nuevo estudio publicado en 'New Scientist' reafirma las bondades de un sueñecito diurno y ofrece algunos consejos para dormir la siesta de forma óptima. La duración, el momento del día y el lugar son la clave.

¿Largas o cortas?

Sobre el periodo de tiempo no existe un acuerdo unánime, pero sí una consigna clara, y es que no deben ser excesivamente largas, ya que pueden alterar los ciclos de sueño, lo que llevaría a sufrir insomnio durante la noche. Por ejemplo, la Sociedad Española del Sueño recomienda limitar las siestas diurnas a 30-45 minutos de duración y para la NASA la siesta perfecta es de 26 minutos.

Para que la siesta se convierta en una descanso reparador la hora ideal sería entre las doce y las cuatro de la tarde

Según Matthew Walker, profesor de psicología en la Universidad de California (Berkeley), las siestas más largas, “de alrededor de una hora a una hora y media, permiten tener el sueño más profundo, que es mejor para el fortalecimiento de la memoria y ayudar a retener la información”. Mientras que las siestas cortas tienen también enormes ventajas cognitivas, como los husos del sueño, que consisten en ráfagas de actividad muy rápidas con diversas funciones, entre ellas la consolidación de la memoria.

Para que la siesta se convierta en un descanso reparador la hora ideal sería entre las doce y las cuatro de la tarde, porque antes de las doce del mediodía está demasiado cerca de cuando te has levantado y después de las cuatro se aproxima peligrosamente a la hora a la que quieres acostarte, disminuyendo la inercia del sueño nocturno.

Siempre tumbado

Independientemente de cuando decidas dormir un rato, asegúrate siempre de hacerlo tumbado. Diferentes estudios señalan que tardamos un 50% más de tiempo en conciliar el sueño cuando estamos sentados y eso explica que nos resulte tan complicado cabecear en trenes y aviones.

Planifícala

Según los expertos de Harvard tener las siestas planificadas dentro de nuestro horario ayuda a que nos durmamos y nos despertemos más rápido. Poner el móvil en silencio también ayudará, nos sentiremos más relajados si sabemos que durante veinte minutos no recibiremos ninguna llamada y conciliaremos el sueño antes. También será clave encontrar un lugar oscuro y silencioso, eso le permitirá no perder el tiempo intentando conseguir el descanso.

La siesta ‘cafeinada’

Para quienes la practican, la siesta puede tener un inconveniente: a muchas personas les ocurre que se despiertan más cansados que cuando se acostaron. Una alternativa puede ser la siesta cafeinada, parece difícil de creer, pero una cabezadita perfecta puede ser aquella que se mezcla con cafeína. Algunas investigaciones han sugerido que beber una bebida con cafeína inmediatamente antes de una siesta rápida es perfecto. La cafeína tarda aproximadamente 20 minutos en hacer efecto, el tiempo necesario para dormir la siesta y despertarse bajo el efecto ‘despertador’ de una taza de té o café.

No te sientas culpable

Quienes de vez en cuando tienen la posibilidad de descansar media hora, a menudo padecen un sentimiento de culpabilidad porque piensan que están perdiendo el tiempo. Una teoría que la ciencia ha desmentido argumentando que es revitalizadora e incluso incrementa la productividad. De hecho, numerosas empresas la han incorporado a su horario laboral como método para optimizar el rendimiento de sus trabajadores.

Google fue una de las primeras marcas en apostar por eso de echar una cabezadita en mitad de la jornada laboral. En 2008 la compañía instaló cabinas para dormir la siesta en sus oficinas centrales de California con el fin de que sus empleados tengan la posibilidad de tomar un breve descanso después del almuerzo y recuperar energías.

Google fue una de las primeras marcas en apostar por echar una cabezadita en mitad de la jornada laboral

En Japón también se toman una pausa y cada vez son más las empresas que adoptan la moda de la 'turbosiesta'. Convencida de que sus empleados rinden más cuando duermen un poco en el trabajo, la empresa Okuta, que se dedica al negocio inmobiliario, ha implantado un sistema que les permite dormir entre 15 y 20 minutos si tienen sueño. Los trabajadores pueden descansar en sus mismos escritorios o en una sala acondicionada para el personal.

Dicho esto, puedes replantearte dar una rápida cabezada después de comer, al fin y al cabo es por tu salud.

Quienes se echan una cabezadita después de comer se lo deben a San Benito de Nursia, más conocido como San Benito Abad. Este santo enseñó a los monjes a construir relojes para contar las horas y después asignar a cada una de ellas unas obligaciones, una suerte de agenda del siglo XXI. La hora sexta la dedicó a la regla benedictina del descanso, lo que hoy conocemos como la hora de la siesta.

Estudio científico
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