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El enlace de Michael Madie: "La boda más escandalosa y sensual de Nueva York"
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MÁS “AMOR” QUE “POLI”

El enlace de Michael Madie: "La boda más escandalosa y sensual de Nueva York"

El pasado mes de diciembre, uno de los empresarios más acaudalados de Nueva York contrajo matrimonio en una ceremonia que nos desvela los gustos de parte de la élite

Foto: Michael Madie es uno de los agentes de Real Estate con más éxito en la Gran Manzana.
Michael Madie es uno de los agentes de Real Estate con más éxito en la Gran Manzana.

Cuando la mayor parte de nosotros escuchamos la palabra “boda”, imaginamos algo semejante: una pareja vestida de blanco y negro (el primero para la novia y el segundo para el novio, claro está), besos y besos a familiares lejanos con olor a colonia de hombre, entremeses, un bogavante o algo que se le parece, una nube de gin-tonics y habanos y, a la mañana siguiente, una resaca de morirse. Pero no tiene por qué ser así, como cada vez más bodorrios –generalmente de los sectores más privilegiados de la sociedad– demuestran.

Un buen ejemplo ha sido el enlace de Michael Madie, un magnate del mundo inmobiliario de 57 años de edad, y su novio sueco Rasmus Foyer, al que saca 30, y que ha sido considerada todo un evento entre la comunidad poliamorosa neoyorquina. No cabe duda de que, además, se han enorgullecido de ella, ya que ambos han abierto las puertas de la ceremonia para un amplio reportaje publicado en 'Narratively', acompañado por una buena colección de suntuosas fotografías, que muestran a la feliz pareja durante la ceremonia, que tiene más que ver con el festival Burning Man (donde, por cierto, se conocieron), que con una boda católica, apostólica y romana.

Uno de cada cinco invitados a la boda habían mantenido relaciones con alguno de los dos novios

“La boda nocturna más escandalosa, mística y sensual que Nueva York haya visto jamás” es el titular del reportaje de boda, que tuvo lugar el pasado mes de diciembre de 2015 en una iglesia abandonada de Harlem que el gestor inmobiliario había adquirido por unos 12 millones de dólares. Por el “Taj Marharlem”, como algunos lo han llamado, desfiló un gran número de amigos de la pareja de los cuales, según las estimaciones de Madie, uno de cada cinco habían mantenido (o siguen manteniendo) relaciones con alguno de los miembros de la pareja. No, desde luego, no se parece en nada a la boda de tu prima la del pueblo.

La mística del poder

Basta con echar un vistazo al texto de la invitación para comprobar que no se trata de un evento cualquiera, sino que está imbuido de una gran carga de misticismo, psicodelia tardosesentera y amor libre: “Sé tu animal totem”, sugería la misiva. “Lleva pintura corporal en tu piel desnuda o en tu traje, un disfraz de animal o CREA tu propia CRIATURA. Lo que queremos presente en nuestra boda es la bestia que llevas dentro. ¿Es peluda, encrespada, hirsuta, con garras, divertida, mística, oscura, etérea, peligrosa, encantadora, sexy, todo al mismo tiempo…? Dibujos animados y cuentos de hadas, el Arca de Noé y la mitología, ¡estáis invitados!”

Ante semejante invitación, no cabe duda de que la fiesta iba a ser, cuando menos, pintoresca. Las fotografías de Jonathan Alpeyrie muestran, por ejemplo, una vista sobre el patio central del edificio con invitados disfrazados de cabra, de lobo, unicornios, cerdos o de animales imaginados por ellos mismos. Las imágenes son bastante 'light', así que tan solo podemos utilizar nuestra imaginación para intentar adivinar qué ocurrió después de 24 horas de fiesta, que incluyeron una típica cena argelina (país de origen de Madie), y largas sesiones de baile flamenco y danza del vientre.

Eso y frases como “las cuatro plantas del edificio vibraban con una alegría explosiva y, en algunos casos, desnudos y personas compartiendo los placeres íntimos. La evolución sexual es parte de la vida diaria para esta pareja, así que el juego sexual consciente era el desenlace natural de su ceremonia de boda”. Que había comenzado, como era de esperar, por una ceremonia colorista. Las imágenes muestran a los dos enamorados vestidos con sus propios tótems animales, quizá adquiridos de las pruebas de vestuario del musical de 'El rey león'.

Durante años, Michel ha practicado la 'sexualidad abierta', la expresión del amor consciente y el contacto con múltiples parejas

Sin embargo, los protagonistas del evento se preocuparon enormemente por no ser el centro de atención, para que también sus invitados compartiesen el foco con ellos: “Parecía como si todo el mundo se enamorase de todo aquel que conociese esa noche, empezando por el camarero guapo y ligón que saludaba a los invitados en la puerta y parecía haber sido elegido por su buena apariencia y encanto”, señala el reportaje.

“Este fue el tema a lo largo de toda la noche: todos los muy atractivos camareros guiñaban el ojo como si fuesen diablillos, sonriendo mientras miraban a los ojos de los invitados cuando pasaban ofreciendo bandejas de un exquisito sashimi de salmón”, explicaba el autor en otro momento del reportaje. A pesar de que todo se había preparado en apenas tres semanas (¡ríete tú del mejor 'wedding planner'!), no pudo salir mejor.

Es fácil, visto desde fuera, considerar el enlace de los dos hombres como una ridícula excentricidad. Pero el reportaje da fe del amor que sienten mutuamente después de encontrarse por primera vez en la pista de baile del Burning Man, separarse durante un doloroso tiempo ya que ninguno de los dos tenía el contacto del otro, y finalmente comprometerse en público. “Ambos hombres son sorprendentemente guapos, altos y resueltamente masculinos”, describe el autor. “Encantadoramente atractivos y en apariencia completamente libres de pretensiones y afectación”. Curiosamente, ambos habían dejado recientemente sus relaciones heterosexuales cuando se conocieron, y Michel tiene un hijo de 35 años.

Aunque los enamorados dejasen entrar las cámaras en su residencia (eso sí, con límites), no hay tanto de exhibicionismo como de reivindicación de su estilo de vida, que se basa en “la sensación de que el amor puede existir sin restricciones ni recriminaciones”. Mientras que la mayor parte de lecturas del poliamor se centran en el “poli” –es decir, cuanto más, mejor, como si se tratase de una manifestación más del consumismo contemporáneo– que en el “amor”, no cabe duda de que esto es lo más importante para la pareja. “Durante muchos años, Michel ha practicado lo que él denomina 'sexualidad abierta', la expresión del amor consciente y el contacto con múltiples parejas”, explica el autor.

La evolución sexual es parte de la vida de esta pareja, así que el juego sexual consciente era el desenlace natural de su ceremonia

Frente al elitismo de las celebraciones festivas tradicionales, la pareja propone una alternativa hedonista, más abierta, bastante 'new-age' y algo romántica. Quizá por eso la mejor fotografía del reportaje sea aquella en la que aparecen juntos en la cama, observando el portátil antes de salir a trabajar. Es, también, una nueva espiritualidad: desde luego, muy pocos agentes inmobiliarios estrella pueden afirmar que conocieron a su pareja, 30 años menor, en un festival en el desierto y que se casaron vestidos de chamanes.

Cuando la mayor parte de nosotros escuchamos la palabra “boda”, imaginamos algo semejante: una pareja vestida de blanco y negro (el primero para la novia y el segundo para el novio, claro está), besos y besos a familiares lejanos con olor a colonia de hombre, entremeses, un bogavante o algo que se le parece, una nube de gin-tonics y habanos y, a la mañana siguiente, una resaca de morirse. Pero no tiene por qué ser así, como cada vez más bodorrios –generalmente de los sectores más privilegiados de la sociedad– demuestran.

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