Es noticia
La solución escandinava para acabar con la desigualdad salarial
  1. Alma, Corazón, Vida
¿PRIVACIDAD O MIEDO EMPRESARIAL?

La solución escandinava para acabar con la desigualdad salarial

A nosotros nos suena extraño pero desde hace décadas, las naciones del norte de Europa han adoptado una medida para combatir la corrupción y, de paso, ayudar al trabajador

Foto: ¿Por qué algunos sueldos se han disparado y otros se han estancado? (iStock)
¿Por qué algunos sueldos se han disparado y otros se han estancado? (iStock)

Durante los últimos años, hemos oído hablar mucho de la transparencia. Es la reacción lógica a un panorama financiero global marcado por la corrupción, la evasión de impuestos y los paraísos fiscales. La transparencia, se asegura, es la herramienta indispensable para evitar que los poderosos oculten su dinero y que las administraciones lo malgasten. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha pasado por alto que esta puede afectar directamente a nuestro bolsillo: ¿qué pasaría si, como ocurre en algunos estados, pudiésemos saber lo que cobra todo el mundo?

Unos cuantos países llevan haciéndolo desde hace décadas, o incluso siglos. En Noruega, los registros fiscales han sido públicos desde 1814. Durante mucho tiempo, estos tan solo podían consultarse en los ayuntamientos o en volúmenes semejantes a las Páginas Amarillas, lo que suponía un importante filtro. Sin embargo, desde hace unos años, los datos pueden consultarse en internet, para alborozo de la prensa, que tiene a apenas un par de clicks los ingresos y el patrimonio de miles de celebridades.

La mayoría de países se ampara en la confidencialidad para no publicar la información fiscal, ante el alivio de la mayor parte de empresas

Los noruegos no son los únicos. En Suecia, los impuestos –al menos de los que alcanzaban determinado nivel de ingresos– han sido públicos desde 1903 y se publicaban en el Calendario de Impuestos, que hoy en día se puede adquirir en internet. En Finlandia se puede consular toda la información en línea, aunque se cobran unos testimoniales céntimos por búsqueda por individuo. Pero ¿qué ocurre cuando los ciudadanos de un país pueden conocer lo que está cobrando su vecino, su jefe o su compañero del escritorio de al lado con seguridad, acabando de una vez por todas con el típico 'teléfono escacharrado' de las empresas?

Una polémica interesada

Hay muchas y muy razonables razones por las que, en un mundo de creciente transparencia, aún se sigue negando la posibilidad de conocer los sueldos de los demás de manera pública. La más evidente es la privacidad del propio empleado: ¿dormiríamos tranquilos sabiendo que cualquiera puede conocer cuánto ganamos, cuánto poseemos y cuánto dinero guardamos bajo el colchón de nuestra cuenta corriente? La mayoría de países se ampara en la confidencialidad para ni siquiera sopesar la posibilidad de publicar dicha información. Probablemente, ante el alivio de la mayor parte de empresas.

No hay que ser un genio para sospechar qué puede ocurrir si conocemos el sueldo de nuestros compañeros: básicamente, que los que menos cobran correrán a solicitar un aumento, al sentir que salen perdiendo. Como asegura un artículo publicado en 'Vox' a tal respecto, “tradicionalmente, los modelos económicos asumen la 'información perfecta' y aseguran que las asimetrías en la información, en las que un actor sabe más que el otro, pueden causar ineficiencias y desigualdades”. Es decir, lo que ocurre cuando dos personas cobran diferentes cantidades por hacer el mismo trabajo… pero ambos lo desconocen.

No se trata solo de competencia dentro de la misma compañía, sino también dentro del mismo sector: hacer públicos los sueldos que las empresas pagan permite conocer qué firmas remuneran mejor a sus empleados, lo que facilitará la toma de decisiones por parte de los trabajadores. Estos son, tanto a corto como a largo plazo, los grandes beneficiados, ya que como recuerda el artículo anteriormente citado, “las empresas empleadoras se benefician mucho del oscurantismo respecto a los sueldos, y la transparencia podría llevar a que un montón de trabajadores mal pagados abandonasen el barco”.

Un buen ejemplo es el que proponía Daniel Indiviglio en un artículo publicado en 'The Atlantic': los CEO de Wall Street. Debido a que se trata de un sector altamente competitivo, tarde o temprano los banqueros de más alto nivel terminan conociendo cuánto han ganado sus homólogos en otras agencias, por lo que disponen de información para saber si su rendimiento se está recompensando en consonancia o no. Lo que, al mismo tiempo, provoca aquello de lo que hablaba Joris Luyendijk, el periodista que se internó en la 'City' londindense: una tremenda competitividad por ser los mejor pagados, ya que ello provoca que sean considerados los números uno.

Sé lo que cobras. ¿Y ahora?

Más dudas hay respecto a lo que pasaría el día inmediatamente posterior a que se publicasen los sueldos de todo un país. ¿Se llenarían los despachos de los responsables de Recursos Humanos de trabajadores descontentos solicitando un aumento? ¿Se dirigirían todas las miradas de la empresa hacia ese empleado que nadie sabe muy bien qué hace pero que se levanta casi el doble que el resto? ¿Llegaría el apocalipsis empresarial y la mayor parte de firmas (todas aquellas menos la que mejor paga a sus empleados) se verían obligadas a cerrar antes una epidemia de desmotivación laboral?

Cuando conocían los sueldos de los demás, los peor pagados reportaban una menor satisfacción y buscaban trabajo en otra empresa

Hay quien tiene sus reservas. En el reportaje publicado en 'The Atlantic', la profesora de la Universidad de Cornell y especialista en retribuciones Linda Barrington recuerda que la diferencia en transparencia puede ser una de las razones por las que los sueldos de los CEO se han disparado mientras que los del trabajador común se han estancado. Sin embargo, no está tan segura de que la solución se encuentre tan solo en la publicación de los sueldos: “La transparencia crea presión para una mayor igualdad dentro de un grupo, pero no necesariamente entre grupos”. Es decir, es probable que no termine provocando que todo el mundo cobre lo mismo, pero sí quizá que los sueldos de pequeños sectores, como los CEO, dejen de dispararse, por mera cuestión de pudor económico.

Una investigación realizada por el National Bureau of Economic Research y llamada 'Inequality at Work: the Effect of Peer Salaries on Job Satisfaction' refrenda esta teoría. Según sus resultados, obtenidos a partir de los empleados de la Universidad de California, no todo el mundo reaccionaba igual a la absoluta transparencia de sus sueldos. Mientras que “los trabajadores con salarios por debajo de la mediana en su escala salarial y ocupación reportaban una menor satisfacción laboral, aquellos que ganaban por encima no reportaban una mayor satisfacción”. Lo que conducía a que los primeros buscasen un nuevo trabajo, mientras que los segundos no hacían nada. En resumidas cuentas, una medida semejante provocaría una pequeña rebelión entre los peor pagados, pero no cambiaría de manera sustancial las escalas salariales.

Durante los últimos años, hemos oído hablar mucho de la transparencia. Es la reacción lógica a un panorama financiero global marcado por la corrupción, la evasión de impuestos y los paraísos fiscales. La transparencia, se asegura, es la herramienta indispensable para evitar que los poderosos oculten su dinero y que las administraciones lo malgasten. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha pasado por alto que esta puede afectar directamente a nuestro bolsillo: ¿qué pasaría si, como ocurre en algunos estados, pudiésemos saber lo que cobra todo el mundo?

Sueldos Trabajo Noruega Evasión fiscal
El redactor recomienda