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¿Por qué en situaciones graves puedes levantar un coche?
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UN ENIGMA SIN RESOLVER

¿Por qué en situaciones graves puedes levantar un coche?

Cada pocos meses nos enteramos de una sorprendente historia en la que un anónimo transeúnte logra salvar la vida de un ser querido mostrando poderes casi superheroicos

Foto: Que no te engañen: la mayor parte de estas demostraciones de fuerza son llevadas a cabo por mujeres. (iStock)
Que no te engañen: la mayor parte de estas demostraciones de fuerza son llevadas a cabo por mujeres. (iStock)

Nosotros le llamamos “superfuerza”, seguramente por herencia de los cómics de superhéroes, esos que presentan a un Superman que levanta sin gran esfuerzo los restos del edificio que se ha derrumbado encima de un inocente transeúnte. En el mundo médico se utiliza otro concepto, quizá algo más despectivo pero igualmente gráfico: fuerza histérica (“hysterical strength”). Al fin y al cabo, como recuerda la RAE, la histeria es “un estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala”. Hay quien prefiere, no obstante, sansonismo, en referencia al forzudo personaje bíblico.

Los ejemplos de superfuerza se acumulan como leyendas urbanas, pero en su mayoría, no son ninguna invención. Como mucho, exageración. En 1982, por ejemplo, Angela Cavallo fue capaz de sacar a su hijo Tony de debajo de un coche que estaba reparando en Lawrenceville (Georgia) cuando el gato falló. En 2006, la quebequiana Lydia Angiyou hizo frente a un oso polar hasta salvar la vida de sus hijos (eso sí que es de Oscar, DiCaprio), como informó la prensa canadiense. Hace tan solo unos años, la virginiana de 22 años Lauren Kornacki sacó a su padre de debajo de su BMW, le practicó la reanimación cardiopulmonar y consiguió salvar su vida, como aseguró la 'ABC'.

Noticia sobre Lauren Kornacki emitida en '24 Flix'.

Desde luego, ni Kornacki se parecía en nada a Wonder Woman ni ninguna de sus compañeras (hay más casos, también con hombres) eran estrellas internacionales del levantamiento de peso. Eso sí, hay algo que se repetía en todos estos casos: la superfuerza de estas supermujeres tenía como objetivo salvar la vida de sus seres queridos con rapidez, puesto que cada décima de segundo contaba.

Adrenalina corre por mis venas

Aunque no existe acuerdo científico sobre qué ocurre exactamente, la mayor parte de hipótesis parecen señalar como principal causante a la adrenalina (o epinefrina), esa hormona que provoca que nuestra frecuencia cardíaca se incremente y la respiración se acelere para que llegue más oxígeno a nuestros músculos cuando descubrimos que nos encontramos en una situación de riesgo. La misma que se liberará si sufrimos un accidente y de repente nos encontramos en mitad de las llamas o si vemos a un toro corriendo hacia nosotros. También la que muchos atletas consumirían si no estuviese prohibida para mejorar su activación; otra cosa es que el sorprendente aumento de fuerza no pueda explicarse únicamente por un mero subidón de adrenalina.

Después de disparar a los participantes del estudio, Ikai descubrió que el pánico podía hacer aumentar su fuerza sensiblemente

Un reportaje publicado en 'BBC' se ha internado en este misterio para intentar sacar algo en claro. Y probablemente lo ha hecho: parece ser que la cuestión no es solo de un subidón adrenalínico sino, ante todo, de no sentir dolor. Lo explica en el artículo el profesor de la Universidad de Victoria en Canadá Paul Zehr: la clave no se encuentra en nuestros músculos, sino en nuestro cerebro. Es este el que nos anima a ahorrar energía continuamente: “Tus músculos están normalmente activados de una manera muy eficiente”, explica. “¿Por qué utilizar toda tu energía muscular para coger una taza de café?”

Esta lógica puede aplicarse a casi todos los aspectos de nuestra existencia. No hay nada más arriesgado que ponernos al límite. Por eso resultan tan peligrosas las drogas que reducen o eliminan la sensación de dolor: porque pueden provocar que el que las consume carezca de las señales que le recuerdan que está dañando su cuerpo. Algo semejante pasa con los pacientes de analgesia congénita, un raro síndrome que provoca que los que lo sufren no sientan dolor, por lo que pueden sufrir una fractura o luxación sin que se den cuenta de ello. “Si utilizases toda tu fuerza o energía hasta que se agotasen por completo, podrías llegar al punto en el que estuvieses a punto de morir”.

Está todo en tu mente

Como recuerda Zehr, cuando empezamos a correr una maratón y tenemos que parar no es que nuestras piernas, anhelando oxígeno, nos hayan fallado. En realidad, nuestro cerebro, que nos protege de nosotros mismos, nos ha dicho “como sigas así, te vas a hacer daño”. Visto así, se puede entender el entrenamiento de un deportista, en parte, como un proceso que le permite aguantar más tiempo a una mayor intensidad. No se trata únicamente de que sus músculos sen más resistentes, sino que su umbral del dolor (y el cansancio) asciendan. ¿Es posible, entonces, que la superfuerza sea una suspensión temporal del sistema de dolor?

Al fin y al cabo, como recuerda el reportaje, la sensación de dolor disminuye sensiblemente cuando experimentamos un chute de adrenalina. Tom Boyle, que sacó a un adolescente de debajo de las ruedas de un Chevrolet Camaro en el año 2006, reconoció que solo al llegar a casa se dio cuenta de que el esfuerzo había provocado que se le partiesen ocho dientes. Un curioso experimento que tuvo lugar en 1961 y que fue publicado en las páginas del 'Journal of Applied Physiology' puede ayudarnos a entenderlo un poco mejor, quizá porque eran otros tiempos y los investigadores tenían menos remilgos...

En él, Michio Ikai, el investigador principal, fue capaz de mostrar que la fuerza humana podía llegar a aumentar hasta en un 10% en una situación de pánico. En su caso, persiguiendo a los participantes del estudio y disparando una pistola de fogueo para comprobar su reacción. Algo que era aún más acentuado en caso de que estos estuviesen gritando (15%) o hipnotizados (30%); en este último caso, en definitiva, cuando no eran conscientes de su ser. Algo semejante ocurre con los soldados que consiguen salvarse en situaciones extremas o, una vez más, al protagonista de “El renacido”, que son capaces de sobrevivir en condiciones de hambre y sed extremas o sacar fuerzas sobrehumanas en situaciones de peligro.

Olvidémonos de amables ancianas o niños pequeños levantando un coche en vilo: con unos centímetros es más que suficiente

Eso sí, los milagros no existen y nuestro cuerpo, por mucho que se olvide momentáneamente de nuestro umbral del dolor, no da duros a pesetas. Olvidémonos de inocentes ancianas o niños de siete año alzando en vilo un camión: lo más probable es que simplemente se eleve el vehículo lo suficiente como para que la víctima pueda ser sacada mientras tres de las cuatro ruedas permanecen apoyadas en el suelo. También es probable que se haya elevado en una de las zonas menos pesadas del automóvil, como el maletero. Así que puede que en realidad la magia de la superfuerza no sea tan espectacular como pensábamos, pero desde luego, a aquellos que se vieron salvados de una muerte segura por las fuertes manos de estos héroes cotidianos no les importará.

Nosotros le llamamos “superfuerza”, seguramente por herencia de los cómics de superhéroes, esos que presentan a un Superman que levanta sin gran esfuerzo los restos del edificio que se ha derrumbado encima de un inocente transeúnte. En el mundo médico se utiliza otro concepto, quizá algo más despectivo pero igualmente gráfico: fuerza histérica (“hysterical strength”). Al fin y al cabo, como recuerda la RAE, la histeria es “un estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala”. Hay quien prefiere, no obstante, sansonismo, en referencia al forzudo personaje bíblico.

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