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La pequeña y desconocida universidad canadiense que puede ser el nuevo Harvard
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WATERLOO, I WAS DEFEATED, YOU WON THE WAR

La pequeña y desconocida universidad canadiense que puede ser el nuevo Harvard

En apenas 10 años se ha convertido en uno de los centros de estudio donde más dinero de emprendedores tecnológicos se ha invertido. ¿Qué es lo que lo distingue?

Foto: El Mike and Ophelia Lazaridis Quantum-Nano Centre. (CC/Victor Vucicevich)
El Mike and Ophelia Lazaridis Quantum-Nano Centre. (CC/Victor Vucicevich)

La reputación y el peso en la sociedad de una gran universidad es difícil de derribar. Prestigio llama a prestigio y dinero llama a dinero, por lo que es complicado que se produzcan grandes revoluciones en los 'rankings' de las mejores universidades del mundo: las inglesas Cambridge y Oxford o las americanas Harvard, Stanford o el Instituto de Tecnología de Massachusetts probablemente seguirán ahí unas cuantas décadas (¡siglos!) más. Sin embargo, es probable que empiecen a asomar su cabeza en los listados otros centros: es lo que ocurre con Caltech o el California Institute of Technology, considerada por el 'ranking' de Times Higher Education la mejor universidad del mundo.

Podemos añadir a la lista a la Universidad de Waterloo, que se escapa unos cuantos cientos de kilómetros del circuito habitual de las grandes universidades: se encuentra en Ontario, al otro lado de la frontera con Minnesota, Wisconsin y Michigan. No esperen encontrarla aún en los primeros puestos; en el listado de THE anteriormente citado, se encuentra en algún lugar entre el 201 y el 300. ¿Qué es lo que llama la atención de este centro que abrió sus puertas en julio de 1956 y cuyos alumnos cada año rondan los 31.000? Que un buen puñado de inversores han puesto sus ojos, y su dinero, en ella.

La razón por la que tanto dinero está fluyendo a Canadá es la misma por la que tantos rodajes se llevan a cabo a ese lado de la frontera

Como señala un artículo publicado esta misma semana en 'The Wall Street Journal', este centro se ha convertido en “un imán para los seleccionadores de personal de la empresa matriz de Google, Alphabet, Electronic Arts y Amazon, que persiguen a los graduados de ingeniería de mentalidad muy emprendedora del centro”. Tanto es así que se ha convertido en la universidad a la que más recurre Silicon Valley para seleccionar a sus trabajadores, tan solo después de la Universidad de California en Berkeley… que se encuentra a apenas una hora de coche del centro de la innovación mundial. ¿Por qué?

Incentivos al otro lado de la frontera

¿Por qué tantos rodajes de superproducciones estadounidenses se llevan a cabo en países extranjeros como Canadá? La respuesta explica también por qué tantos inversores están poniendo su dinero en las arcas de las empresas incubadas en Ontario: porque son regiones donde cada dólar resulta mucho más rentable. En parte, porque simplemente el coste de la vida es mucho más barato. También, porque el apoyo gubernamental y los incentivos económicos, así como las becas, son mucho más potentes que en otras regiones americanas.

Como explicaba otro reportaje publicado en 'The Wall Street Journal' hace cuatro años (cuando la situación no era tan efervescente), Ontario ofrece créditos fiscales al 100% para investigación y desarrollo hasta los 300.000 dólares. Además, un fondo de la provincia otorga durante cinco años 250 millones a los emprendedores. La fórmula parece clara: reclamar el talento ofreciendo un entorno apetitoso (y barato) para las grandes compañías. Pero también apostar por la mejor formación para los alumnos. Como explica el rotativo estadounidense, “los seleccionadores de personal y los directores de las facultades dicen que los estudiantes saben cómo traducir los proyectos de ingeniería en proyectos viables”.

Cada vez más nombres ilustres salen de dicho centro. El más celebre de todos ellos seguramente sea Ted Livingston, el fundador de Kik, la cada vez más popular aplicación de mensajería. Sin embargo, ironías del destino, no llegó a terminar su carrera y abandonó en 2008. Como él mismo asegura en su perfil de LinkedIn, “no… llegué… a terminar” (“didn't… quite… make it”). También algunos de los fundadores de Blackberry o Pebble. Un acerbo cada vez mayor que ha provocado que Startup Compass valore el ecosistema local en entre 2,8 mil millones de dólares americanos y 3,4 gracias a las 1.100 startups presentes en la zona.

Un rápido crecimiento

La situación no ha sido siempre así, ni mucho menos. El gran empujón se produjo durante los albores del siglo, en 2001, cuando se anunció el proyecto del Parque de Investigación y Tecnológico de Waterloo en el campus del norte. Cuando finalmente abrió sus puertas en noviembre de 2004 se dio el pistoletazo de salida a una nueva era para Waterloo. Una iniciativa que fue complementada por el rol que la institución jugó en Dubái, donde ofreció cuatro carreras de Ingeniería Química, Ingeniería Civil, Análisis Financiero y Gestión de Riesgo.

La relación entre el número de startups y estudiantes es una de las más altas

Basta con echar un vistazo al reportaje publicado en 'WSJ' hace tan solo cuatro años para darse cuenta de que en tan poco tiempo la situación ha cambiado sensiblemente. Aquel reportaje manifestaba sus reservas acerca del centro, por ejemplo, señalando que en lo que se refería a la atracción de grandes inversiones, aún estaba por detrás de otros lugares como Nueva York, donde quince firmas habían conseguido asegurarse más de 50 millones cada una desde 2007 (algo que solo había ocurrido con una de Waterloo). En los últimos años, no obstante, empresas como Google se han desarrollado aún más, pasando de cuatro a, probablemente, unos mil en apenas unos años.

Este éxito no había sido posible sin Velocity, la incubadora de empresas de Waterloo, y que ofrece servicios tanto de financiación como de asesoramiento y colaboración. Como asegura en el reportaje el presidente de Sam Altman, la universidad “claramente supera con mucho su peso en cuanto al número de startups en relación con el de estudiantes”. Por ahora, es una cuestión de tamaño: un pequeño centro con una importancia desmedida en el mundo tecnológico. Quizá también una señal de dónde está el futuro: centros muy especializados que compiten en un mercado global ofreciendo aquello que el vecino no quiere, o no puede, ofrecer.

La reputación y el peso en la sociedad de una gran universidad es difícil de derribar. Prestigio llama a prestigio y dinero llama a dinero, por lo que es complicado que se produzcan grandes revoluciones en los 'rankings' de las mejores universidades del mundo: las inglesas Cambridge y Oxford o las americanas Harvard, Stanford o el Instituto de Tecnología de Massachusetts probablemente seguirán ahí unas cuantas décadas (¡siglos!) más. Sin embargo, es probable que empiecen a asomar su cabeza en los listados otros centros: es lo que ocurre con Caltech o el California Institute of Technology, considerada por el 'ranking' de Times Higher Education la mejor universidad del mundo.

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