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10 errores que también suelen cometer los angloparlantes cuando hablan en inglés
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10 errores que también suelen cometer los angloparlantes cuando hablan en inglés

No, no eres el único que no sabe cómo o cuándo utilizar un pronombre relativo o un genitivo sajón. Más de uno nacido en las riveras del Mersey tampoco tiene ni idea

Foto: 'You are not alone, pal'. (iStock)
'You are not alone, pal'. (iStock)

Ni qué decir tiene que ni siquiera aquellos que manejan una lengua a nivel nativo están inmunizados contra los errores gramaticales o las imprecisiones lingüísticas. Basta con prestar atención a alguna conversación ajena (o, ejem, propia) para comprobarlo. De ahí que conocer cuáles son las meteduras de pata más frecuentes en un idioma que estamos aprendiendo puede servir de guía cuando nos vemos obligados a utilizarlo. Y, de paso, quedar como los más listos del mundo corrigiendo a alguien que está empleando su lengua materna.

Como explican los responsables de la agencia The Good Copy en un artículo publicado en 'The Guardian', hay 10 peculiaridades del inglés que todos deberíamos tener en cuenta, tanto angloparlantes como españoles que estemos sumergiéndonos en dicho idioma. Sobre todo porque su propuesta es muy poco prejuiciosa y restrictiva, algo que siempre viene bien en el aprendizaje de un idioma. Pero también porque puede servir para descubrir errores que cometemos en nuestra propia lengua.

Es “Star Wars” en inglés, pero “La guerra de las galaxias” en español

Las Mayúsculas no son tan Importantes

Un clásico, también en el castellano. Es muy habitual que nos encontremos con 'flyers' o mensajes publicitarios que recurren a las mayúsculas para enfatizar la Increíble Importancia de un Producto de Última Generación. Hay otras herramientas (propiamente lingüísticas y expresivas) que sirven para realzar la importancia de un concepto, pero utilizar mayúsculas sin ton ni son no es una de ellas. Ni siquiera teniendo en cuenta que en inglés, los títulos sí utilizan mayúsculas: efectivamente, la 'space opera' se llama “Star Wars” en inglés, pero “La guerra de las galaxias” en español.

Confundiendo los pronombres relativos

Uno de esos casos un poco diferentes al castellano, aunque nosotros también tengamos nuestros relativos “que”, “quien”, “cuyo”, “donde” o “el que”. El inglés recurre a “that”, “which”, “who”, “whom” y “whose”, que en muchos casos, terminan reduciéndose al muy socorrido “that”. Los autores recomiendan darle algo de vidilla a “who” (un equivalente a nuestro “quien”), y dejar aparcado un rato el “that”. Otro par de consejos: dejar de utilizar “who” para los animales, porque puede parecer más o menos tierno si lo utilizamos para referirnos a nuestro humanizado perro Toby, pero resulta más extraño para hablar de la araña que nos acecha en un rincón de la cocina; y dejar bien claro a qué está refiriéndose el relativo. Es la trampa de “si tu mascota se hace caca, ponla en la basura”: ¿a la mascota o a la caca?

El orden de las palabras también importa

Semejante al anterior punto, y totalmente trasladable al castellano. Es muy sencillo entender a qué nos referimos con un simple ejemplo: “Subir en bicicleta un monte rápidamente endurece tus piernas”. ¿A qué se refiere “rápidamente”? ¿A “subir en bicicleta un monte” o a “endurece tus piernas”? Una ambigüedad que desaparecería si colocásemos “rápidamente” entre “subir en bicicleta” y “un monte” o al final de la oración, dependiendo de lo que hayamos querido decir. Es lo que denominan los autores modificador “estrábico”.

Podemos encontrar, además, el extraviado –“se servía comida a los clientes en cajas”; es la comida la que está empaquetada de dicha forma, no los consumidores– y el colgado, una vieja batalla de Steven Pinker. Los autores señalan que cuando se utiliza una subordinada, el sujeto debe ser el mismo que la oración principal, por lo que la frase “al girar la esquina, la vista era maravillosa” sería incorrecta (puesto que la vista no ha sido la que ha girado la esquina). Pinker se muestra totalmente en contra, ya que en muchas ocasiones estas oraciones no tienen sujeto.

Unir todo con una coma, cuidado porque está mal

No hay nada que desvele mejor nuestro buen o mal uso del idioma que la puntuación. Uno de los signos más evidentes de que tenemos problemas a la hora de organizar la información es la utilización indiscriminada de la coma. No debemos utilizarla para unir dos proposiciones principales sin un enlace o una relación de significado clara, como una subordinación. Es el caso de “hemos pensado que podríamos salir a cenar esta noche, voy a tender la ropa porque acaba de terminar la lavadora” (pero no de “podemos ir a comer fuera, hace buen tiempo”, donde existe una relación implícita de causalidad). Como alternativa, podemos recurrir al punto y la coma, un recurso poco empleado pero útil.

Los problemas de los apóstrofo's

Hubo un tiempo en el que, por imitación del inglés, muchos nombres de establecimientos terminaban obligatoriamente con el consabido “'s” (¡y eso que ni siquiera Cheers se escribía así!). No te preocupes, a los angloparlantes también les ocurre: a veces forman el plural de dicha manera (“banana's”). Como recuerdan los autores, por lo general, dicha regla es incorrecta salvo en dos ocasiones. Que se trate de la contracción de “it is” (“it's”) o que estemos utilizando un genitivo sajón, como ocurre con “Stephen King's 'The Shining'”.

Decir “me olvidé comprar” en lugar de “me olvidé de comprar” es un error; algo semejante ocurre en inglés con otras ultracorrecciones

La trampa del “which” y el “that”

A juzgar por las palabras de los autores australianos, pocas cosas dan más quebraderos de cabeza a los anglófonos que las oraciones relativas. En este caso, recuerdan que la convención exige que “which” se utilice para las subordinadas explicativas (“non-defining relative clauses”) y que “that” se emplee en las especificativas (“defining relative clauses”). Es decir, “the boy who talked to me yesterday is looking at me” para especificar que es ese y no otro y “we can use my car, which was repaired last week” para simplemente ampliar la información.

Ultracorrección y más allá

En español lo sabemos bien. Decir “me olvidé comprar” en lugar de “me olvidé de comprar” o “Bilbado” en lugar de “Bilbao” nos hace quedar en ridículo; nos hemos pasado de frenada. En inglés ocurre algo semejante con “Me and Tim are going to the milk bar” y “Tim and I are going to the milk bar”. Aunque muchos angloparlantes piensan que esta última versión es la correcta, los autores recuerdan que debemos utilizar “me” cuando su rol es de pronombre objeto, como ocurre en “Hey, Tim, want to come to the milk bar with me?”

¿Dónde ves el apóstrofo aquí, por favor?

No es lo mismo estilo que error

Tres consideraciones finales. La primera de ellas, un recuerdo a todos esos listillos que consideran que solo hay una única manera de escribir y hablar. Hay determinadas cuestiones, como las cursivas, la utilización de “comillas” o el lugar de los puntos dentro o fuera de una cita que quedan a gusto del autor.

No es lo mismo una convención que una regla

Número dos: al igual que ocurre en el español, donde la limpiadora y fijadora RAE ha centralizado las reglas a seguir, la larga tradición del inglés ha provocado que se confundan las recomendaciones con las reglas. Es el caso de comenzar una frase con una conjunción, una de esas lecciones que se suelen aprender en primero de Periodismo. Y que no tiene por qué ser así: como recuerdan aludiendo al diccionario Merriam-Webster, no hay ningún problema con empezar una oración con “y”. Otra cosa es que esto se convierta en una fórmula repetida hasta la saciedad.

No es lo mismo hablar bien que no adaptarse

Número tres: aunque la utilización de términos arcaicos quede bien si estás escribiendo una novela sobre el Londres victoriano o la Inglaterra medieval, no lo es tanto si lo que nos traemos entre manos es un 'techno-thriller'. En otras palabras, mejor utilizar “among” y “while” en lugar de “amongst” y “whilst”.

Ni qué decir tiene que ni siquiera aquellos que manejan una lengua a nivel nativo están inmunizados contra los errores gramaticales o las imprecisiones lingüísticas. Basta con prestar atención a alguna conversación ajena (o, ejem, propia) para comprobarlo. De ahí que conocer cuáles son las meteduras de pata más frecuentes en un idioma que estamos aprendiendo puede servir de guía cuando nos vemos obligados a utilizarlo. Y, de paso, quedar como los más listos del mundo corrigiendo a alguien que está empleando su lengua materna.

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