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Así es cómo adelgacé 41 kilos en menos de un año. Y no todo vale
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Malditas vacaciones

Así es cómo adelgacé 41 kilos en menos de un año. Y no todo vale

Hoy líder de masas en Instagram y ejemplo a seguir por miles de personas, tras sobrepasar los 100 kilos Robyn Rees consiguió lo imposible. Esta es su historia

Foto: Orgullosa, la joven utiliza las redes sociales para compartir sus fotos de 'antes y después'. (Instagram)
Orgullosa, la joven utiliza las redes sociales para compartir sus fotos de 'antes y después'. (Instagram)

Cuando Robyn Rees, de 24 años, y su marido Ritchie, de 28 años, se conocieron, ella pesaba cerca de 90 kilos. Con el paso de los meses se dieron cuenta de que tenían mucho en común, pero había algo que les unía particularmente: su afición a los viajes con pensión completa.

'Lo que ha unido el bufé que no lo separe el hombre', debieron pensar los recién casados. Y lo cierto es que tardaron lo suyo en dar marcha atrás. Arena y sol, y el mar azul, rehogados por comilonas de más de 4.500 calorías diarias que no tardaron en pasar factura a Robyn que, tras sobrepasar los 101 kilos, tendría que enfrentarse a uno de los viajes más duros de su vida: el camino hacia la pérdida de peso.

Descontrol vacacional

Durante cuatro largos años, la pareja se gastó la friolera de 7.000 libras –más de 8.900 euros– en viajes programados en busca del sol, la playa y el buen comer: Lanzarote, Mallorca, Túnez, Bulgaria o Nueva York fueron algunos de los destinos a los que la pareja viajó con la idea de descansar, disfrutar del buen tiempo y, especialmente en el caso de Robyn, comer sin mesura los suculentos platos que les ofrecían en los bufés libres de hoteles y restaurantes.

“Cuando estaba delante de un bufé libre sentía que tenía que consumir tanta comida y bebida como me fuese posible para amortizar del todo las vacaciones”, ha explicado en 'The Sun' Robyn, que consumía miles de calorías que no quemaba mientras estaba tumbada a la bartola en las tumbonas y hamacas de los hoteles donde se alojaba. Podía desayunar un montón de alimentos fritos y rebozados, comer una hamburguesa o una pizza y cenar un desproporcionado plato de paella o del manjar local que le ofreciesen acompañadas de cantidades ingentes de pan. “Por si fuera poco, como parte del paquete vacacional nos había cócteles disponibles durante todo el día”, explica.

Cuando estaba delante de un bufete libre sentía que tenía que consumir tanta comida y bebida como me fuese posible para amortizar del todo las vacaciones

Su dieta vacacional duplicaba con creces la media de 2.000 calorías diarias recomendadas, y poco a poco empezó a darse cuenta de las consecuencias: “A pesar de que adoraba estar de vacaciones, siempre me sentía un poco infeliz y acomplejada por mi peso cuando estaba lejos de casa. Me ponía vestidos maxi de gran tamaño para cubrir mi inmenso tamaño”, recuerda la joven, quien reconoce que tanto ella como su marido estaban desarrollando un problema de adicción a la comida ultracalórica y que incluso llegaron a llenar sus maletas de dulces para llevarse un recuerdo de aquella mala alimentación a su propia casa.

Robyn no parecía darse cuenta del terrible impacto que sus comilonas vacacionales estaban teniendo en su cintura de vacaciones de verano estaban teniendo en su cintura. Los 'todo incluido' se habían convertido en su perdición, hasta que la báscula le puso los puntos sobre las íes: su poco saludable dieta le llevó hasta los 101 kilos.

El final del verano

Fue después de su viaje a Nueva York –en el que las ensaladas y comidas ligeras brillaron por su ausencia–, cuando Robyn se dio cuenta de que había engordado 20 kilos en los cuatro años que llevaba junto a Ritchie. Lo peor estaba por llegar: su sobrecargado cuerpo no podría darles un bebé.

“Cuando regresamos a Reino Unido mi peso se había disparado hasta los 101 kilos. Habíamos estado intentando tener un bebé, pero nos dimos cuenta de que la fecundación 'in vitro' era la única opción. Tras recibir las directrices del NHS y vimos que el índice de masa corporal que debía tener una mujer para poder entrar en su programa era de entre 19 y 30 puntos, y no los 32,5 que yo había alcanzado”.

Tras renunciar a mis escapadas a lugares soleados y hacer un seguimiento exhaustivo de mi forma de comer, mi vida y mi peso han cambiado por completo

Pero pronto la joven levantó cabeza y se propuso acabar con los estragos que los excesos vacacionales habían ocasionado en su cuerpo. Con el fiel propósito de acabar con su sobrepeso y comenzar a llevar una vida saludable, Robyn se instaló una aplicación móvil para ponerse en forma y mejorar su dieta. Y, desde luego, le cambio la vida: en poco menos de un año había perdido 41 kilos. Actualmente, la joven ha conseguido mantenerse en los 60 kilos.

“Después de renunciar a mis escapadas a lugares soleados y hacer un seguimiento exhaustivo de mi forma de comer a través del móvil, mi vida y mi peso han cambiado por completo”, asegura.

Pasó de lucir una talla 48 a una 36, y sus posados en bikini la han convertido en una estrella en las redes sociales. Cientos de seguidores quieren aprender de ella y seguir sus consejos para perder peso radicalmente y encontrarse mejor consigo mismos –y dentro del traje de baño–, pero, ¿qué es realmente lo que hizo Robyn?

Ni todo está incluido ni todo vale

“Corté todos los carbohidratos refinados y empecé a comer alternativas más saludables como la quinoa y la batata”, explica la joven, que ha hecho de su perfil de Instagram su espejito mágico a través del cual realiza un seguimiento y control de su peso. “En lugar de publicar fotos de las vacaciones, subo imágenes sobre el 'antes y el después' de cambiar mi alimentación y empezar a hacer ejercicio para sentirme motivada en el duro camino hacia la pérdida de peso. Poco a poco he ganado muchos seguidores y todos sus preciosos mensajes me han ayudado a continuar”.

Un esfuerzo que no ha tardado en recibir su recompensa: el pasado mes de septiembre, Robyn recibió la noticia de que había sido aceptada para someterse a la in vitro.

Soy mucho más feliz y me siento muy bien en bikini. He cogido la costumbre de explorar los restaurantes que están más allá del bufete de nuestro hotel

“Todo lo que necesito es formar una familia con Ritchie y cuando lo consigamos, nuestro primer viaje al extranjero no será con todo incluido”, bromea Robyn, quien se siente orgullosa de haberse convertido en un ejemplo a seguir para miles de personas que siguen sus consejos a través de su canal de YouTube o comparten sus publicaciones en Intagram.

“Ahora soy mucho más feliz y, por primera vez en años, me siento muy bien en bikini. Además, he cogido la costumbre de explorar los restaurantes que están más allá del bufé de nuestro hotel”, bromea la joven, quien asegura que para ella y su marido se acabaron las estancias con régimen de pensión completa.

Cuando Robyn Rees, de 24 años, y su marido Ritchie, de 28 años, se conocieron, ella pesaba cerca de 90 kilos. Con el paso de los meses se dieron cuenta de que tenían mucho en común, pero había algo que les unía particularmente: su afición a los viajes con pensión completa.

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