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Por qué las mujeres son las peores enemigas de sí mismas
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Según la Moderna de pueblo y Lucía Taboada

Por qué las mujeres son las peores enemigas de sí mismas

'Fuera complejos. Para imperfectas' ofrece los pasos para que estés a gusto contigo misma y olvides aspirar convertirte en un ideal inalcanzable de mujer. Nos lo explican sus autoras

Foto: Ilustración del libro 'Fuera complejos. Para imperfectas'. (Moderna de Pueblo)
Ilustración del libro 'Fuera complejos. Para imperfectas'. (Moderna de Pueblo)

Lucía Taboada y Raquel Córcoles, más conocida como la Moderna de Pueblo, lo han vuelto a hacer. Si el año pasado nos enseñaron a dejar de verlo todo negro, autoexigirnos y sacarnos defectos imperceptibles sin parar en 'Dejar de amargarse. Para imperfectas' (Zenith), ahora van un paso más allá y proponen al lector –principalmente femenino– los pasos a seguir para sentirse realmente bien consigo mismos, aceptarse y, por qué no, incluso acercarse a ese reto extremo de alcanzar la felicidad.

En 'Fuera complejos. Para imperfectas' (Zenith) el lector encontrará un sencillo entrenamiento repleto de consejos de andar por casa pero efectivos y planteados con mucho humor para mejorar nuestra autoimagen.

“No es un libro de apoyo para estar buena”, puntualiza Córcoles en una charla con ACyV, “no te juzga, tanto si quieres cuidarte como si quieres pasar de ello”. “En ningún momento queremos que la lectora consiga ser un pibón, ni mucho menos. Damos algún consejo para sacarte partido con la idea de que estés a gusto contigo misma pero siempre partiendo de la base de que aspirar a un ideal inalcanzable es imposible, por eso el libro se llama como se llama”, comenta Taboada.

Partiendo de la idea de que la concepción que tenemos de nosotros mismos se convierte en demasiadas ocasiones en un arma de destrucción masiva de nuestra forma de ser y estar, las autoras nos plantean un camino rápido y eficaz para dejar de sentirnos menos que los demás y aprender a amar nuestros formidables defectos. “Al final”, resume Córcoles, “las imperfecciones son el conjunto de cosas que te definen, si todos fuésemos iguales y perfectos no tendría ninguna gracia”, así que empieza a reírte.

Malévolas: deja de ser tu peor enemiga

Entre los cuatro personajes que guían al lector a seguir esos pasos para mejorar nuestra autoimagen en apenas tres semanas, destaca el de la malévola. Ese yo interior que tenemos todos y que, básicamente, se dedica a recordarte cada instante lo mal que lo haces todo: “A todos nos gusta criticar un poco, pero sobre todo nos metemos caña a nosotras mismas”, señala Taboada.

Surge la duda: ¿son realmente las propias mujeres su peor enemigo? “Las mujeres son capaces de ver cosas positivas en las demás, pero en ellas no”, responde Taboada. Quien más y quien menos todos tenemos cerca a personas que se dedican a descalificarse y subrayar sus defectos físicos sin poner ni una migaja positiva de los comentarios sobre su ser. Ahora que, cuando se trata de analizar a sus amigas y conocidas, se les llena la boca de halagos: son las más inteligentes, guapas, simpáticas, y un sinfín de increíbles cualidades de las que ellas carecen por completo. “Si a los demás les valoras, ¡haz eso también contigo y deja de buscarte defectos!”.

Deberíamos empezar a tener referentes de mujeres que han triunfado sin ser pibones, eso es lo que realmente hace falta

“Nos lo curramos para que cuando nos comparamos siempre salgamos perdiendo. Siempre. Tenemos a la malévola en la cabeza diciéndonos 'por favor, ¡qué horror soy comparada con esta chica!' No dejes que tu propia voz crítica te hable como no te gustaría que lo hiciesen los demás. Si no te parece bien que te digan que eres una inútil, ¿por qué te lo dices a ti misma?”, se pregunta Córcoles, recomendando que procuremos recordarnos a nosotros mismos las cosas buenas que tenemos “en lugar de repetirte constantemente las cuatro cosas que más odias de ti”.

Perfectamente imperfectas

El problema principal, plantean, es que nos exigimos demasiado a nosotros mismos y, especialmente en el caso de las mujeres, queremos alcanzar un imposible: esa perfección que nos han vendido por activa y por pasiva que está ahí, a la vuelta de la esquina, y solo tienes que esforzarte un poquito para conseguirla, ¿verdad?

“No, no podemos hacer 'running', ir a clases de inglés, preparar la comida del día siguiente, pasar todos los días un tiempo con nuestra pareja, dormir las horas suficientes, ser productivas y eficientes en el trabajo… Si un día, dos o tres no puedes ir al gimnasio, pues mira, ya irás la semana que viene, o dentro de seis”, reinvidica Taboada entre risas mientras propone que haya “aplausos incorporados” que nos den la enhorabuena cada vez que vayamos a ese tan poco visitado centro deportivo que llevamos trimestres pagando.

“Los complejos son como los granos, te sale uno casi cada día. El peligro es que, aunque de la mayoría te das cuenta con los años de que son una tontería, algunos que se quedan perennes a largo plazo, y en esos casos pueden requerir ayuda profesional. Pero es que ir al psicólogo ya no tiene que ser un tabú, es de lo más normal y, quizás, incluso dentro de unos años tengamos uno en nuestro puesto de trabajo”, comenta.

Estar sexy, que no serlo

La tiranía de la belleza, como señalan, parece obligarnos a tener que estar monas y cuidarnos las 24 horas. De lo contrario, casi seguro que una vida de insalubridad y desastres marcarán nuestro futuro. “El aspecto físico te puede limitar y está claro que en algunos aspectos la sociedad sigue siendo muy frívola y 'si estás buena' parece que vas a tener más posibilidades”, reconoce Córcoles, no sin dejar claro que también existen decenas de personas que no destacan por ser atractivas y tienen muchísimo éxito, inspiran a mucha gente y se hacen valer: “Deberíamos empezar a tener referentes de mujeres que han triunfado sin ser pibones, eso es lo que realmente hace falta”.

Las mujeres nos lo curramos para que cuando nos comparamos con alguien siempre salgamos perdiendo. Siempre

Lo cierto, tal y como recuerda Taboada, es que, al final, las personas más atractivas son las que tienen seguridad en sí mismas: “Conozco a gente que no es nada guapa pero es súper sexy porque transmite mucha seguridad y tiene una personalidad arrolladora”.

No hace falta ser una 'miss' para sentirte espectacular. Es fundamental asumir que la imagen que uno tiene de sí mismo es la que realmente perciben los demás. Así que, como recomiendan las reconocidas imperfectas, si decides maquillarte, cuidar tu estilismo desde el moño hasta las uñas de los pies y ensayar tu mejor (y más falsa) sonrisa frente al espejo antes de empezar tu saga de 'selfies' diarios, que sea porque eso te hace sentirte bien no porque te sientas obligada o insegura y no seas capaz de salir de casa sin echarte chapa y pintura.

Desintoxicándonos de 'La Detox'

Una vez más, las autoras insisten en que la clave está en no obsesionarse y, especialmente, en no tratar de hacer absolutamente todo lo que leemos: “Muchas veces la información es demasiado contradictoria. Un día te dicen que cenes ensalada y al siguiente que de ninguna de las maneras porque ¡la lechuga retiene líquidos!”, ejemplifica Taboada.

“Cada día sale un superalimento nuevo. Por ejemplo, si el médico te dice que te falta vitamina D puedes añadir un complemento a tu dieta o si verdaderamente te sienta mal cenar un alimento en concreto deja de hacerlo, pero no desayunes un vaso de agua con limón porque lo has leído en tal revista y luego te tomes un zumo de apio a media mañana porque si no no vas a estar guapa el resto del día. Todo este bombardeo de dieta detox, lo saludable, lo ecológico, etc., provoca el efecto rebote: al final comes peor por la ansiedad y la pereza que te producen el tener que hacerlo bien”, asegura.

Es importante que quieras ser más feliz pero no te obsesiones con eso porque al final lo único que consigues es amargarte

“A mi me encanta hacer dieta por lo de 'el día libre', ¡tienes que comer mal durante 24 horas una vez a la semana!”, bromea Córcoles, quien, en medio de todo el entramado de 'consejos definitivos' y medias verdades sobre las dietas al que todos estamos expuestos, cree que “lo importante no es tanto ponerse a dieta como conseguir mantener una alimentación sana que perdure en el tiempo. Cambiar nuestros hábitos sí, pero sin volvernos locos”.

Felicidad. Vete tú a saber dónde te metes

Si ser y estar guapa ha sido hasta ahora la ley universal, cuidado porque la lucha por el aspecto físico perfecto parece haber sido desbancada por la abstracta felicidad.

“Es el gran negocio de este siglo. Es casi una imposición y, además, no basta con que seas feliz, tienes que ser MUY feliz y demostrarlo constantemente en tu vida real y en tus redes sociales”, comenta Taboada quien plantea que tanto esfuerzo por alcanzar ese estadio vital prácticamente indescriptible, puede producir el efecto contrario. “Amarga ver a gente tan feliz a tu alrededor. Es tan excesivo que al final no es real. Francamente, sospecho de la gente que siempre es feliz, algo tienen que ocultar…”, bromea mientras imaginan qué será de esas personas de eterna sonrisa cuando llegan a sus casas y nadie les ve.

Todo este bombardeo de dietas provoca el efecto rebote: al final comes peor por la ansiedad y la pereza que te provocan

“Nosotras reivindicamos el derecho a tener un mal día y a levantarnos de mal humor. Eso de 'ponte una sonrisa cada mañana' ¡no! Si un día te apetece no lo hagas. Claro que creemos que hay que ser positivo, pero no a todas horas”, comenta Córcoles, quien se une a la recomendación de su compañera: “Abraza el felicismo pero con moderación. Es importante que quieras ser más feliz pero no te obsesiones con eso porque al final lo único que consigues es amargarte”.

Sí se puede: ponte las mallas y haz ejercicio

¿De verdad hay algo que podamos hacer o el deporte 'son los padres'?, planteamos a las autoras que incluyen en el libro ciertas recomendaciones de ejercicios para mantenernos en forma, que la inmensa mayoría de nosotros se prometerá realizar, aunque puede que de ocurrir sea en un futuro muy muy lejano.

¿No haces nada de ejercicio? No estás solo y tampoco es tu culpa del todo. Como explica Córcoles, muchas veces el problema es que le dedicamos demasiado tiempo al trabajo y no encontramos un rato para hacer ejercicio: “Si nos conseguimos organizar, le damos menos importancia y prioridad a la vida laboral y realmente asumimos el deporte como una actividad de ocio, no nos costará tanto. Si se convierte en una obligación, está claro que es más difícil”.

Las imperfecciones son el conjunto de cosas que te definen, si todos fuésemos iguales no tendría ninguna gracia

“Lo de hacer deporte en casa en realidad al final… al final nunca lo haces. La clave está en convencer (o engañar) a alguien para que haga deporte contigo y obligaros entre los dos para ir, y si no hacer algo que te guste de verdad. Si te apuntas al gimnasio y ves que no te motiva, prueba con otra cosa: nadar, patinar, alguna actividad al aire libre…”, recomienda Taboada.

Que sí, que estás monísima

Lo sabes: si te pregunta si 'le queda bien' la respuesta deber ser positiva o mínimamente halagadora. “Además de evitar las comparaciones, no depender todo el tiempo de la aprobación externa es algo básico. Debes darte cuenta por ti misma de que has hecho algo bien y que tu vales para eso, sin que los demás tengan que darte una palmadita en la espalda y decirte 'oye buen trabajo'”, explica Taboada.

Situación limite: cuando, tras horas de peluquería y estilismo, acudes a un evento y nadie te dice absolutamente nada. “¿Tú te sientes bien? ¿Tu has salido de casa y te veías guapa? Entonces, ¿por qué necesitas que alguien te diga que qué mona vas?”, nos recuerda Córcoles.

Lucía Taboada y Raquel Córcoles, más conocida como la Moderna de Pueblo, lo han vuelto a hacer. Si el año pasado nos enseñaron a dejar de verlo todo negro, autoexigirnos y sacarnos defectos imperceptibles sin parar en 'Dejar de amargarse. Para imperfectas' (Zenith), ahora van un paso más allá y proponen al lector –principalmente femenino– los pasos a seguir para sentirse realmente bien consigo mismos, aceptarse y, por qué no, incluso acercarse a ese reto extremo de alcanzar la felicidad.

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