El misterio de los yates que arden: qué pasa para que se incendien tantas embarcaciones
En los últimos meses se han producido varios incendios en las embarcaciones de lujo de mayor tamaño. No se trata de una conspiración, pero tampoco tiene nada de casualidad
Como explicaba 'Superyacht Investor', el pasado 18 de marzo la embarcación Positive Energy –siempre positivo, nunca negativo– fue reducida a cenizas mientras se encontraba atracada en un puerto de las Islas Vírgenes. Durante varias horas, un grupo de bomberos luchó furiosamente contra el fuego, después de desplazar al barco de paradójico nombre hacia una zona lejana para evitar que el fuego se extendiese. Poco se pudo hacer por el superyate, que estaba valorado en alrededor de 2,5 millones de dólares.
No ha sido la única lujosa embarcación pasto de las llamas durante los últimos tiempos, como asegura un reportaje dedicado a este aparente misterio en 'Bloomberg'. Es algo que está ocurriendo en todos los rincones del planeta: como explicaba 'The National', a principios de marzo, un fuego destruyó ocho embarcaciones en el club de marina de Abu Dhabi. Además, otros dos incendios tuvieron lugar en Turquía: uno de ellos, en Marmaris, que se llevó por delante a dos superyates, y el otro, en Fethiye, que resultó letal para el Queen Anna.
Lo significativo de estos casos es que parece ser que no tienen nada de casualidad. Pero no, no debemos buscar los culpables en ninguna conspiración global que esté intentando destruir los objetos de lujo queridos por los nuevos ricos. Más bien, lo que el reportaje publicado en el medio estadounidense sugiere es que son estos los principales culpables de la escalada de incendios. Y es que, como nos recordaban nuestros padres cuando éramos pequeños, debemos aprender a cuidar de nuestras pertenencias, aunque sean un capricho.
El precio de pertenecer a la élite
Este artículo propone una ilustrativa y reveladora hipótesis para esta nada casual coincidencia: no se trata de la construcción de dichas embarcaciones, ni de su tamaño ni de su peso (los pequeños están, de hecho, más inclinados a esta clase de accidentes), sino más bien, de la cantidad de dinero que sus dueños están dispuestos a invertir en su mantenimiento. Y, al parecer, la cantidad no es demasiado elevada. O, mejor dicho, resulta tan caro cuidar de estos yates al nivel que la legislación internacional obliga que puede ser que en muchos casos se pase por alto.
Si un superyate no se mantiene, el tamaño y la complejidad del navío pueden suponer un peligro cuanto más tiempo se ignoren los problemas
Como la Asociación Estadounidense de Superyates señala, el coste medio anual de un yate de 54 metros puede rondar los 4,75 millones de dólares, es decir, alrededor de una décima parte del coste original de la embarcación. Haga sus propias cuentas, sobre todo teniendo en cuenta que a medida que el tiempo pasa las exigencias aumentan; a los 10 años, la embarcación está obligada a ser revisada en profundidad, lo que se añade a la obligada y rigurosa revisión anual. El montante crece significativamente por cada metro de más que desee el nuevo rico. “Si un superyate no se mantiene con expertos, el mero tamaño y la complejidad del navío conducen a problemas que pueden suponer un peligro cuanto más tiempo se ignoren”, señala el reportaje.
No ha de ser necesariamente el caso de estos superyates, pero nos recuerda que el lujo no solo es caro de pagar, sino aún más de mantener, como bien sabía el protagonista de 'Concursante', la película de Rodrigo Cortés. Este descubría cómo obtener como premio en un concurso televisivo un barco o un avión era más una maldición que una suerte, puesto que resultan muy caros de mantener y, para más inri, también de vender. Son agujeros negros económicos que engullen gran parte de los ahorros de la nueva élite global.
Los 'Panamá papers' (del seguro)
Hay otra posible explicación a este peculiar fenómeno: si en el pasado más o menos reciente la mayor parte de estas embarcaciones transitaban un número limitado de costas, en los últimos años, los destinos se han multiplicado… y con ellos, el número de legislaciones y escondrijos donde pueden terminar estos barcos. Como ocurre con otros seguros (como el de automóvil), muchos propietarios hacen sus pequeñas trampas para evitar pagar de más, por ejemplo, ocultando su verdadero destino si este se escapa de la zona asegurada.
También ocurre que, por mucho que los superricos hayan contratado los carísimos paquetes de seguros que les protegen ante cualquier eventualidad tanto en las orillas más cercanas como en las más lejanas, los medios a disposición y la accesibilidad a los mismos es muy diferente. En otras palabras, como explica en el artículo Richard Merhige, el presidente de Advanced Mechanical Enterprises, una vez se vieron obligados a enfrentarse a una reparación de urgencia en uno de estos destinos: “Tuvimos que enviar a nuestro técnico al otro lado del mundo. Fue todo un reto logístico. Hay muchas áreas que no están tan bien equipadas como Fort Lauderdale”.
Los incendios, no obstante, no son los accidentes más peligrosos que pueden acabar con estas embarcaciones. Son más habituales las colisiones o los daños ocasionados por fuertes tormentas. Sin embargo, en el caso de que ocurra un incendio, este resulta mucho más difícil de evaluar que otras situaciones, como ocurrió en el caso del Scandinavian Star, del que hablamos recientemente. A diferencia de la hipótesis que se maneja actualmente en aquel caso –que los causantes fueron los propietarios para cobrar el dinero del seguro–, los expertos aseguran que no es muy habitual que ocurra, aunque uno de ellos (Joe Lobley, perito de Maine) señala que “seguro que han ocurrido cosas más locas”.
Como explicaba 'Superyacht Investor', el pasado 18 de marzo la embarcación Positive Energy –siempre positivo, nunca negativo– fue reducida a cenizas mientras se encontraba atracada en un puerto de las Islas Vírgenes. Durante varias horas, un grupo de bomberos luchó furiosamente contra el fuego, después de desplazar al barco de paradójico nombre hacia una zona lejana para evitar que el fuego se extendiese. Poco se pudo hacer por el superyate, que estaba valorado en alrededor de 2,5 millones de dólares.