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El misterio médico oculto tras los accidentes de tráfico (en apariencia) poco graves
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dolores de cuello que no se curan

El misterio médico oculto tras los accidentes de tráfico (en apariencia) poco graves

En la práctica totalidad de los accidentes de coche los pasajeros sufren el conocido como síndrome del latigazo vertical, un trastorno tan polémico como confuso

Foto: Es muy frecuente sentir dolor de cuello tras un choque. (iStock)
Es muy frecuente sentir dolor de cuello tras un choque. (iStock)

Se trata de la lesión más habitual en los accidentes de coche. La secuencia es casi siempre la misma: nos encontramos con una retención inesperada, frenamos de forma brusca y, el coche que tenemos detrás (que probablemente no ha guardado la distancia de seguridad) nos embiste. Nuestra columna se ve sometida entonces a un movimiento muy rápido y brusco, primero de flexión y, luego, de extensión, que, en numerosas ocasiones, causa un esguince. Es lo que se conoce popularmente como “latigazo cervical” y, aunque parezca mentira, se trata de un síndrome –o, más bien, una experiencia traumática– sobre el que existe una enorme discusión médica.

Basta hacer una pequeña búsqueda en internet sobre la dolencia para darse cuenta de que se trata de un tema rodeado de polémica. Aunque aparecen algunas páginas de información sobre salud, la mayor parte de los resultados conducen a sitios de aseguradoras y bufetes de abogados.

El fraude no puede explicar por qué el 10% de las personas que sufren un latigazo cervical tienen un dolor de cuello crónico

Aunque en España el nivel de litigiosidad en accidentes de tráfico no se acerca, ni de lejos, al de los países anglosajones, el latigazo cervical está en el punto de mira de las aseguradoras, que consideran que muchos de los accidentados fingen una falsa lesión para cobrar el seguro. El 'lobby' que forman estas compañías ha logrado, incluso, que la última reforma del baremo con el que se valoran las indemnizaciones en accidentes de tráfico de España, que se publicó el pasado septiembre, hiciera mucho más complejo demostrar esta dolencia en concreto.

Es cierto que existe el fraude. Las aseguradoras españolas creen que en torno a cuatro de cada cien casos de latigazo cervical son falsos y según el Mapa del fraude en España elaborado por AXA, los engaños en lo que respecta a esta lesión han crecido un 40% desde 2012. Pero, tramposos aparte, hay algo que no encaja.

La avaricia no puede explicar por qué el 10% de las personas que sufren un latigazo cervical sufren un dolor de cuello crónico. Y tampoco la medicina parece tenerlo claro.

Una experiencia traumática

Podríamos pensar que el latigazo cervical es un problema contemporáneo –o al menos todo lo contemporáneo que son los accidentes de tráfico urbanos– pero en realidad se remonta al siglo XIX, cuando empezaron a transitar los primeros trenes de pasajeros y con ellos los primeros choques que, generalmente, eran traseros.

Los pasajeros que sufrían estos accidentes mostraban un conjunto de síntomas que incluían dolor de espalda, de brazos, dolores de cabeza, problemas de audición, ansiedad, insomnio, mareos, disminución del deseo sexual e, incluso, problemas de memoria. Estos síntomas aparecían incluso en ausencia de ninguna lesión visible.

La afección empezó a conocerse popularmente como “columna vertebral de tren”, una expresión acuñada por el médico John Eric Erichsen en 1882 que creía que todos estos problemas podían estar causados por el choque brusco hacía detrás y hacía delante de la columna espina dorsal. Hoy parece claro que, en efecto, es este mecanismo el que puede desatar todos estos problemas (algunos, claro está, con mucha más frecuencia que otros), pero sigue sin estar claro por qué muchos de estos síntomas, sobre todo el dolor de cuello, se cronifican.

En teoría, si se tratan bien este tipo de lesiones se deberían de solucionar en dos o tres semanas

Para empezar hay que dejar claro que el latigazo cervical no es una enfermedad, sino una experiencia traumática, con resultados variables. Como ha explicado a El Confidencial José Santos, secretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, casi el 100% de los partes de urgencia de accidentes de coche incluyen el término latigazo cervical, un cajón de sastre que alberga problemas de muy distinta gravedad, lo que induce a confusión.

“La mayoría de los golpes son por detrás son leves”, explica Santos. “Se produce una contractura y la columna queda más recta de lo habitual. Cuando el choque es demasiado violento y los ligamentos se estiran demasiado se produce un esguince cervical, pero no es algo que ocurra en la mayoría de los casos”. En teoría, explica el fisioterapeuta, si se tratan bien este tipo de lesiones se deberían de solucionar en dos o tres semanas. Pero hay casos, en torno a uno de cada diez, en que el problema se cronifica –entre otras cosas, porque para muchas lesiones no basta con colocar un collarín–. Y para estos pacientes el diagnóstico puede ser enormemente complejo.

“Si no se trata bien la lesión aparece un dolor crónico que muchas veces es reflejo de un problema no tratado en otra región del cuerpo”, explica Santos. “Cuando ocurren este tipo de golpes se ve afectada toda la columna vertebral y puede que el problema surja en otro sitio. El resto de estructuras se adaptan a este movimiento brusco y pueden quedar en una posición no fisiológica que queda cronificada”. Puede haber problemas en la región dorsal o lumbar, tensiones faciales, estiramientos a nivel neural… Un rompecabezas que requiere una valoración global que no suele llevarse a cabo y que se complica cuando, además, hay indeminizaciones de por medio.

La cultura del latigazo

Según explica el profesor de la Universidad de Alberta Robert Ferrari en su libro 'The Whiplash Encyclopedia', hay dos motivos por los que nos cuesta diagnosticar y tratar correctamente los latigazos crónicos.

En primer lugar, como apuntaba Santos, los síntomas pueden provenir de muchas fuentes pero, si tenemos un accidente, los atribuimos solo a este y predisponemos a los médicos a fijarse solo en la región cervical (cuando en realidad nuestro problema puede tener otro origen).

En segundo lugar, hay países en los que existe una predisposición psicológica a sufrir todo tipo de dolores tras una colisión. “Hay culturas del latigazo en las que existe la idea de que al sufrir un accidente de coche probablemente tendrás un problema significativo”, explica Ferrari. En Canadá, por ejemplo, la mitad de la población cree que tras sufrir un latigazo cervical tendrán problemas crónicos, una asociación que no existe en Grecia, Alemania o Lituania, países en los que se han realizado estudios al respecto.

Todo apunta a que los accidentes de tráfico pueden desvelar otros problemas que seguimos atribuyendo al choque, aunque este no los haya provocado

¿Tiene esto alguna relación con la perspectiva de cobrar indemnizaciones? Como explica el doctor Arturo Ortega, profesor de medicina legal en la Universidad Rovira i Virgili, en su revisión de estudios sobre el síndrome del latigazo vertical, no está probado que de no mediar compensaciones económicas desaparecería el problema. De hecho, en un país como Canadá, donde apenas se conceden compensaciones económicas judiciales por estas lesiones, la cifra de víctimas de accidentes con latigazo crónico ronda el 12%.

Todo apunta a que los accidentes de tráfico pueden desvelar otros problemas que seguimos atribuyendo al accidente, lo que dificulta enormemente una curación que, en ocasiones, ni siquiera conocemos. “Somos una sociedad que quiere atribuir el dolor, la fatiga y otros síntomas a enfermedades y desórdenes concretos”, explica Ferrari. “Así que tenemos una tendencia natural a tratar de establecer conexiones que no tienen mucho sentido en vez de sentarnos y decir, 'vamos a intentar entender por qué hay gente que sufre dolor crónico”.

Se trata de la lesión más habitual en los accidentes de coche. La secuencia es casi siempre la misma: nos encontramos con una retención inesperada, frenamos de forma brusca y, el coche que tenemos detrás (que probablemente no ha guardado la distancia de seguridad) nos embiste. Nuestra columna se ve sometida entonces a un movimiento muy rápido y brusco, primero de flexión y, luego, de extensión, que, en numerosas ocasiones, causa un esguince. Es lo que se conoce popularmente como “latigazo cervical” y, aunque parezca mentira, se trata de un síndrome –o, más bien, una experiencia traumática– sobre el que existe una enorme discusión médica.

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