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El mensaje oculto de 'Verano azul' y otros programas de TVE en la Transición
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El mensaje oculto de 'Verano azul' y otros programas de TVE en la Transición

Adolfo Suárez, que había dirigido el ente público, tenía clara la capacidad del medio para influir en la opinión pública y trazó un plan para reeducar a la juventud española

Foto: 'Del barco de Chanquete no nos moverán', santo y seña de nuestra Transición.
'Del barco de Chanquete no nos moverán', santo y seña de nuestra Transición.

Aunque la televisión tardó más en introducirse en España que en otros países europeos –básicamente, porque no teníamos un duro– a finales de los de los 70 y los primeros 80 era el medio de comunicación de masas por excelencia. Entre 1978 y 1982 la audiencia de televisión creció de 17,5 a 20,9 millones. El 90% de la población veía la televisión a diario, y quien no tenía un receptor en casa (algo raro) seguía la programación en los teleclubs, el lugar de encuentro social por excelencia en las zonas rurales.

En 1977, al abrigo de la Ley para la Reforma Política, se restauró la libertad de expresión en España (todavía con algunas excepciones), pero hablar de una verdadera prensa independiente durante la Transición es del todo exagerado. Los grandes medios estaban alineados con el objetivo del Gobierno, la Unión Europea, la Iglesia Católica y la mayoría de partidos políticos, que no era otro que lograr que la transición de España a la democracia se desarrollara de la forma más tranquila posible, siguiendo la senda marcada. Y TVE, que estaba directamente controlada por el Gobierno, fue la punta de lanza de todo este entramado mediático, en el que los niños y jóvenes, que debían formar la futura ciudadanía democrática, fueron un objetivo primordial.

Suárez procuró que la Transición se desarrollara en TVE como en el ámbito político: con cierto continuismo

El presidente Adolfo Suárez tenía clara la capacidad de la televisión para influir en la opinión pública y, además, conocía el medio al dedillo: había sido director general de TVE entre 1969 y 1973. Por si fuera poco, controlaba por completo el consejo directivo del ente: de los 36 miembros de este, 26 habían sido elegidos a dedo por su administración. Rafael Ansón, director general de TVE en 1976 y 1977, estaba en contacto constante con Presidencia y recibía instrucciones del propio Suárez casi a diario.

Como explican María Antonia Paz y Javier Mateos-Pérez en su estudio 'The Impact of Political Transition (1976-1982) on Spanish Televisión for Children and Young People', publicado recientemente en la revista 'Television & New Media', los directivos de TVE, directamente controlados por Súarez, diseñaron nuevos contenidos y formatos para educar a los niños y jóvenes en los valores democráticos, pero siempre cuidando que estos no se fueran de madre.

El fracaso de la televisión educativa

Suarez procuró que la Transición se desarrollara en TVE como en el ámbito político: con cierto continuismo. Los programas infantiles de más éxito de finales del franquismo, 'Heidi' y 'La casa de la pradera', continuaron siendo los contenidos estrella, y su modelo siguió marcando la tendencia en la televisión española durante toda la Transición: programas de orientación familiar para una audiencia familiar.

Aunque la nueva guía de programación, publicada en 1981, instaba a incrementar las producciones propias de programas infantiles y a ser más selectivos en la selección de contenido extranjero, la emisión de series importadas no dejó de crecer. En parte porque eran las que más interesaban a la audiencia, que no recibió con mucho entusiasmo los nuevos programas divulgativos que debían ser el pilar de una nueva televisión democrática.

Sabadabadá (1981).

Los directivos de TVE diseñaron decenas de programas en los que se trató de inculcar los nuevos valores democráticos, enfatizando la importancia de la tolerancia, de respaldar la información con datos y desarrollar las propias opiniones. Pero los nuevos contenidos infantiles como el concurso de habilidades 'El Monstruo de Sancheztein', los programas culturales y de variedades 'Destino: Plutón' y 'Sabadabadá', el programa sobre competiciones deportivas juveniles 'Torneo', la adaptación de piezas teatrales 'Los episodios' o los programas de noticias dirigidos a jóvenes 'Informativo Juvenil' y 'Nosotros' fueron recibidos por los chavales españoles con muy poco entusiasmo.

Una encuesta llevado a cabo en 1979 dejó claro que los niños y jóvenes preferían las producciones extranjeras como 'Los Cinco', 'Los Ángeles de Charlie' o 'Tarzán' a los programas de TVE, a los que calificaban de aburridos sin miramientos. Lo que querían los jóvenes eran películas de aventuras, vaqueros y policías.

'Pista Libre' (1982-1985)

Tampoco los directivos supieron conectar con la audiencia adolescente, a la que apenas dedicaron dos programas en este periodo, 'Gente Joven', en el que se promocionaba la carrera de nuevos artistas y 'Pista Libre', uno de los programas más innovadores, estrenado en 1982, que trataba de servir de vehículo para expresar los pensamientos, acciones y aspiraciones de este segmento de población.

Tampoco tuvieron éxito, entre otras cosas porque, en esta época, muchos de los chavales mayores de 14 ya trabajaban, en parte porque, como cuentan Paz y Mateos en su estudio, es posible que los directivos de TVE tuvieran miedo de que, al crear más contenidos específicos para los adolescentes, se les acusara de tratar de manipular al segmento más impresionable de la población, lo que complicaría el devenir del proceso político en marcha.

De 'La familia de la pradera' a 'Verano azul'

Visto lo visto, no es de extrañar que los directivos de TVE apostaran finalmente por los programas de entretenimiento para inculcar sus valores democráticos: pese a los esfuerzos por introducir nuevos formatos, durante el periodo de la Transición el 65% de la programación infantil-juvenil se centró en el entretenimiento.

Quizás el programa juvenil paradigmático de la Transición (que han estado reponiendo hasta antes de ayer) sea 'Verano azul'. Por vez primera, una serie para chavales estaba ambientada en el mundo real. Y en España. El programa, que se emitió las tardes de domingo de 1981 y 1982, narraba las venturas y desventuras de siete adolescentes de vacaciones en una localidad playera del sur del país –concretamente, Nerja–.

La liberación sexual, que durante la Transición fue claramente reflejada en las películas, estuvo llamativamente ausente en la programación de TVE

La serie trataba temáticas reales que preocupaban a los adolescentes de la época, como el conflicto generacional, las relaciones amorosas, los programas medioambientales, la violencia o la muerte. Pero siempre desde una óptica conservadora, que no levantara ampollas. El divorcio, por ejemplo, no se mentó en la serie hasta que se legalizó en 1981. El contenido más revolucionario que se podía esperar era que una de las protagonistas, Bea, contara en un episodio que había empezado a menstruar. La liberación sexual, que durante la Transición fue claramente reflejada en las películas, estuvo llamativamente ausente en la programación de TVE.

El mítico episodio de 'Verano Azul' en el que Bea "se convierte en mujer".

Tampoco los programas importados reflejaron ningún cambio de valores. Todas las producciones estadounidenses que se emitieron en la época encajaban a la perfección con la mentalidad conservadora dominante en la época. La mayoría de las series, como 'Con ocho basta', 'La familia Apple' o 'La casa de la pradera' dibujaban familias nucleares perfectas, con problemas comunes que se solucionaban en amor y compañía.

Como concluyen Paz y Mateos-Pérez en su estudio, “TVE fue progresista en sus esfuerzos para ayudar a los jóvenes a adaptarte al cambio del país hacia la democracia, pero conservadora en la forma en que se aferraba a los valores tradicionales de la familia cristiana y la obediencia filial. A diferencia de los periódicos, cada uno de los cuales tenía su propia parroquia ideológica, se esperaba que la televisión no sólo ofreciera de todo para todos, sino también que lograra el consenso entre las dispares facciones sociales y políticas. Como resultado, se mantuvo moderada durante todo el proceso de transición, haciendo sólo los cambios estrictamente necesarios para preparar a los jóvenes para la democracia”. Las protestas en el barco de Chanquete eran lo máximo a lo que se podía aspirar.

Al final, como afirman los investigadores, es mucho más fácil promover el cambio político que cambiar la mentalidad de la población, especialmente cuando esta viene de un legado de profundo respeto a la autoridad y obediencia incuestionable.

Aunque la televisión tardó más en introducirse en España que en otros países europeos –básicamente, porque no teníamos un duro– a finales de los de los 70 y los primeros 80 era el medio de comunicación de masas por excelencia. Entre 1978 y 1982 la audiencia de televisión creció de 17,5 a 20,9 millones. El 90% de la población veía la televisión a diario, y quien no tenía un receptor en casa (algo raro) seguía la programación en los teleclubs, el lugar de encuentro social por excelencia en las zonas rurales.

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