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Las ocho frases que te hacen parecer un pringado en tu trabajo
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Las ocho frases que te hacen parecer un pringado en tu trabajo

Cuidado con lo que sale de tu boca: muchas veces no nos paramos a pensarlo, pero lo que decimos puede dar una imagen de nosotros que no se corresponde con la realidad

Foto: Poses como esta también influyen en que lo piensen. (Zak Kendal/Corbis)
Poses como esta también influyen en que lo piensen. (Zak Kendal/Corbis)

Sobra decir que nuestro comportamiento en el trabajo no es el mismo, o no debería, ser igual que en otros contextos. Especialmente cuando eres nuevo, no tienes confianza con tus compañeros, quieres demostrar que han acertado con tu contratación y evitas a toda costa convertirte en el torpe que todo el mundo trata de evitar en la oficina.

El profesional no solo debe serlo, sino parecerlo. O esa es la máxima que parece seguir al dedillo Adrian Granzellla Larsen. La editora jefe de ‘The Daily Muse’ en sus más de diez años de experiencia en el mundo de la empresa se ha convertido en una reconocida experta que, además de escribir en diferentes medios como ‘Forbes’, ‘Business Insider’ o ‘Mashable’, ha estado también en el otro lado, apoyando y aconsejando a corporaciones y grandes sellos.

Sin embargo, durante los comienzos, su posición de prestigio tuvo que ganársela. Y no fue sencillo: era la más joven de su empresa, no tenía apenas experiencia, sus compañeros tenían un recorrido profesional mucho más amplio, etc. La suma de todos estos condicionantes se convirtieron en un pesado lastre que G. Larsen con el que tuvo que cargar hasta que fue capaz de dejar a un lado todas estas comeduras de tarro.

La realidad es que a nadie le contratan para decir que no sabe algo y quedarse mirando al infinito

Visto con el tiempo puede parecer una tontería, puesto que a ella la contrataron para hacer un trabajo y, a partir de esa premisa, lo lógico es ser uno más y sentirse igual que los compañeros. Pero, no es tan sencillo en los comienzos, cuando hay que lidiar con los nervios. Es cierto que en determinadas situaciones no es sencillo acabar de raíz con ellos, pero, al menos, podemos camuflarlos. Por estos motivos, G. Larsen comparte en ‘Business Insider’ algunas de las frases que ella siempre trató de evitar para no parecer un flan en el trabajo.

1. No lo sé

Puede parecer una muestra de sinceridad, pero la realidad es que a nadie le contratan para decir que no sabe algo y quedarse mirando a la infinitud. Esto no significa, por supuesto, que tengamos que conocer todo o parecer los listillos de la oficina. Es evidente que no tenemos respuestas para todo, pero hay alternativas antes de recurrir al terrible “no lo sé”. Sara McCord, por ejemplo, recomienda decir lo que sí que se sabe. “Pues el viernes lo imprimió Carlos” es una buena respuesta si nos preguntan dónde está el informe de compras. Otra posible contestación es decir que nos estábamos preguntando lo mismo nosotros.

2. Ahora se lo pregunto a mi jefe

Todo el mundo sabe que en caso de duda son los jefes quienes tienen capacidad de decisión, pero eso no significa que tengamos que recordarlo cada vez que tenemos una conversación mínimamente importante. Si no podemos dar una respuesta al momento, será mejor probar otras alternativas. “Me parece buena idea, pero déjame que lo hable con un par de personas del equipo antes de darte una respuesta” es una frase con la que no solo no pareceremos un subordinado sin voz ni voto, sino que además mostraremos una imagen más dialogante y reflexiva.

3. ¿Esto es correcto?

Cuando un compañero nos facilita una información o un jefe nos aconseja no debemos preguntar sobre si es, o no, acertada su indicación. No solo porque pueda parecer que ponemos en duda su sugerencia, sino porque además parecerá que no tenemos ni idea de lo que estamos hablando. Es preferible agradecer la ayuda y reconocer que la tendremos en cuenta: “Muchas gracias, en cuanto tenga un rato echo un vistazo, seguro que me resulta útil”.

4. Soy el (introduzca tu cargo menor)

Si eres el máximo dirigente, tú mayor preocupación será presentarte como CEO o consejero delegado, pero si tu cargo no es de primer nivel, quizá no sea necesario que te presentes con nombre y cargo. Especialmente si el interlocutor sustenta un cargo de mayor relevancia. Al responder que trabajamos, por ejemplo, en el área de 'marketing' podremos evitar decir que somos asistente o desarrollador junior.

5. Muy, demasiado, jamás…

Este consejo es especialmente útil en textos escritos. Cuando leemos un correo electrónico todos queremos que sea claro y conciso. Sujeto, verbo, predicado y ningún artificio. Los adverbios dan color al lenguaje y un correcto uso de ellos es básico si queremos escribir una novela, pero no cuando estemos hablando con un cliente. En el mundo laboral debe primar la economía del lenguaje.

“Yo he hecho el informe y ahora te lo envío” puede sustituirse perfectamente por un “ya está hecho el informe, ahora lo envío”

6. Hola, me llamo Rober

Al igual que quedaría raro que de cañas te presentaras como Roberto Álamo, del departamento de análisis de datos de PwC, también resultaría extraño que en un trabajo nos identificáramos como Rober y choquemos los cinco. Una cosa es querer parecer seguro o cercano y otra el compadreo.

7. Yo

Utilizar este pronombre no solo indica la primera persona del singular, sino también falta de seguridad o un estatus social inferior. O eso afirma el psicólogo de la Universidad de Texas, James Pennebaker. Lo más curioso es que al hablar, este pronombre personal es, casi siempre, totalmente prescindible. “Yo he hecho el informe y ahora te lo envío” puede sustituirse perfectamente por un “ya está hecho el informe, ahora lo envío”.

8. Podemos hablarlo cuando usted quiera

Por muy libre que estemos en una semana, seguramente tengamos determinados compromisos ineludibles o, sencillamente, algún momento que queramos dedicar a nuestro ocio o a descansar. Si queremos resultar agradables, en vez de sumisos, es mejor adelantarnos y decir cuándo nos viene mejor quedar: “Tengo despejadas las tardes del martes y del jueves, pero si no te cuadra podemos buscar otro hueco”. De esta manera demostramos flexibilidad y un trato afable.

Sobra decir que nuestro comportamiento en el trabajo no es el mismo, o no debería, ser igual que en otros contextos. Especialmente cuando eres nuevo, no tienes confianza con tus compañeros, quieres demostrar que han acertado con tu contratación y evitas a toda costa convertirte en el torpe que todo el mundo trata de evitar en la oficina.

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