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Las fórmulas del timo de los verdaderos lobos de Wall Street y del sector financiero
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Las fórmulas del timo de los verdaderos lobos de Wall Street y del sector financiero

Una investigación realizada por la Universidad de Chicago destapa los abusos cometidos por los trabajadores de los bancos a los sectores más vulnerables de la sociedad

Foto: Uno de cada trece asesores aspira a ser como Jordan Belfort. (Paramount Pictures)
Uno de cada trece asesores aspira a ser como Jordan Belfort. (Paramount Pictures)

La historia de Jordan Belfort, el conocido como 'lobo de Wall Street' que inspiró la película de Martin Scorsese, empezó en un garaje en el que su compañía, Stratton, estafaba con acciones fraudulentas a los inversores desprevenidos. Como ocurre tantas veces, su mala praxis se vio, a la larga, recompensada: aunque tuvo que indemnizar con cientos de millones de dólares a sus clientes y pasar por la cárcel, hoy en día, ficción mediante, Belfort es un tipo reputado, con mucho más futuro por delante que las personas a las que engañó.

El caso de Belfort, aunque excepcional, no es único en la industria financiera. Un informe que acaba de ser publicado por los profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago Gregor Matvos, Amit Seru y Mark Egan señala que la mala praxis financiera en EEUU es moneda de uso común. Un 7% de los asesores financieros (o, lo que viene a ser lo mismo, uno de cada trece profesionales) tiene su expediente mancillado por una o más muestras de comportamiento incorrecto.

Ser malo sale rentable

Por lo general, asegura la investigación, las compañías tienden a castigar la mala praxis. Aproximadamente la mitad de estos trabajadores perdieron su trabajo después de ser descubiertos con las mano en la masa. Lo cual plantea otra pregunta: ¿qué ocurre con el 50% restante? Ahí es donde se encuentra la terrible realidad: el 44% de aquellos que han sido despedidos por su mala conducta vuelven a encontrar trabajo en menos de un año. “El mercado de trabajo, en parte, deshace los actos de disciplina llevados a cabo por las firmas”, explica.

La rápida reinserción de los falsificadores sugiere que hay empresas a las que les trae sin cuidado la reputación de sus trabajadores

En otras palabras, es muy probable que aquellos que, como Belfort, se propasen, sean pillados y debidamente sancionados. Sin embargo, su reciclaje es sencillo, como muestran los datos, aunque a un coste: “Los asesores se enfrentan a períodos de desempleo más largos, y se mueven a firmas con menos reputación, con una reducción de un 10% en su sueldo”. Una vez estos afortunados timadores –¿en cuántos otros sectores podría volver a ejercer un trabajador del que se sabe fehacientemente que ha engañado a sus clientes?– vuelven a su puesto de trabajo, tienen hasta cinco veces más posibilidades que la media de volver a incurrir en mala praxis. Al mismo tiempo, un tercio de los que realizan una estafa ya lo han hecho con anterioridad.

¿Por qué ocurre esto? Como sugiere la investigación, muchas firmas consideran que estos casos son imperdonables y que deben ser castigados inmediatamente para proteger su reputación. Otras, además, evitarían contratar a nadie cuyo historial estuviese manchado. Sin embargo, ello provocaría que a la larga desapareciesen todos los estafadores, y como vemos, no es así. Porque, como sugiere Luigi Zingales, otro profesor citado en el estudio, la mala praxis es “una característica de la industria, no una excepción”.

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Sin embargo, aludiendo a la célebre frase de George Orwell en 'Rebelión en la granja', todas las empresas pueden ser iguales, pero hay algunas más iguales que otras. Dicho de diferente manera, esta rápida reinserción de los falsificadores lo que provoca es que haya un conjunto de empresas a las que les traiga sin cuidado la reputación de sus trabajadores y, por extensión, de ellos mismos.

El estafador gana, tú pagas

El coste de la mala praxis en el sector financiero es muy alto, especialmente para la firma que ha de pagar. De media se debe compensar a los consumidores con unos 40.000 dólares (unos 36.000 euros), pero en el 25% de los casos la cantidad suele ascender hasta los 75.000 dólares (67.000 euros). Como cabe esperar, estos casos de fraude no van dirigidos a la población en su conjunto, sino que centran su mirilla en aquellos más vulnerables.

“La gran presencia de reincidentes sugiere que los consumidores podrían evitar una gran cantidad de mala praxis evitando a los asesores con antecedentes”, señala la investigación, que recuerda que los expedientes disciplinarios de estos trabajadores son públicos. La razón por la que estos siguen engañando a los consumidores es porque “muchos de estos puede que no sean demasiado sofisticados”, como el informe los califica: “Estos clientes pueden no saber que existe dicha información, o cómo interpretarla”.

Las prácticas abusivas son frecuentes en las zonas más ricas, de mayor edad y menos educadas

Ello provoca, por lo tanto, una segmentación del mercado entre las compañías legales, cuyos clientes suelen pertenecer a entornos más duchos en cuestiones económicas, y otras con menos escrúpulos, cuyo objetivo es embaucar a los clientes con menores conocimientos: “Algunas firmas se especializan en la mala praxis y atraen a los consumidores menos sofisticados, y otros aspiran a clientes más sofisticados”. Se trata de compañías “tolerantes con la mala praxis, que contratan asesores con un pasado de pocos escrúpulos. Son las mismas que despiden con menor frecuencia a los trabajadores que se comportan mal”.

Las prácticas abusivas son frecuentes en las zonas “más ricas, de mayor edad y menos educadas”, como ocurre con Florida y California, donde uno de cada cinco asesores han incurrido en malas prácticas. Como bien demostró Jordan Belfort, el requisito imprescindible para forrarse estafando a quien se preste a ello es tener un buen olfato para oler la sangre, como el buitre ante su presa.

Las fórmulas del timo

La investigación también establece una lista de los comportamientos de mala praxis más habituales entre estos asesores financieros. Como cabe esperar, la investigación señala que son los productos más habituales contratados por los hogares (como seguros, anualidades, acciones y fondos mutuos) aquellos en los que se producen más litigios. Con un matiz: la mayoría de las disputas sobre las anualidades hacen referencia a las variables y no a las fijas, que en EEUU han sido muy criticadas por sus cobros sorpresa y sus altos impuestos.

Esta es la lista completa de los productos donde más irregularidades se cometen: seguros (13,81%), anualidades (8,55%), acciones (6,04%), fondos mutuos (4,60%), bonos (1,93%), opciones (1,20%) y una amplia categoría de otros (69,90%), entre los que se encuentran aquellos que no son servicios específicos y por lo tanto no pueden clasificarse en el resto de categorías.

La historia de Jordan Belfort, el conocido como 'lobo de Wall Street' que inspiró la película de Martin Scorsese, empezó en un garaje en el que su compañía, Stratton, estafaba con acciones fraudulentas a los inversores desprevenidos. Como ocurre tantas veces, su mala praxis se vio, a la larga, recompensada: aunque tuvo que indemnizar con cientos de millones de dólares a sus clientes y pasar por la cárcel, hoy en día, ficción mediante, Belfort es un tipo reputado, con mucho más futuro por delante que las personas a las que engañó.

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