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Los peores regalos del día del padre (incluido un tacto rectal)
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Los peores regalos del día del padre (incluido un tacto rectal)

A menudo la gente no quiere regalarte nada y lo hace por obligación, a última hora. Otras veces, los regalos se usan para indicar cosas que bien podrían decirse directamente

Foto: '¡No es el tacto rectal que había pedido!' (Westend61/Corbis)
'¡No es el tacto rectal que había pedido!' (Westend61/Corbis)

Hay regalos que parecen un mal chiste hasta que uno se da cuenta de que son útiles. O mejor dicho, siguen siendo un mal chiste, pero son útiles. Suponemos que la mayor parte de los padres del país esperan algún detalle emotivo de sus hijos para celebrar el “día del padre”. No necesariamente algo comprado para la ocasión. Quizá con un dibujo simpático que ponga “para papá” se den por satisfechos y encuentren un poco de paz, un guiño de complicidad que indique que algo están haciendo bien en el duro camino diario de la paternidad.

Precisamente así, con un “guiño”, la Fundación Cris Contra el Cáncer ha decidido “sorprender” a todos esos esforzados progenitores proponiendo un regalo diferente: un tacto rectal. El objetivo es, dicen, “apostar por la vida”. ¿Quién no apostaría por la vida? ¿Eh? (sobre todo un padre, que ya ha apostado, a ciegas). La campaña, con el hashtag #ElRegaloMasComentado intenta, afirman fuentes de la fundación, “concienciar a los españoles de la necesidad de hacerse revisiones periódicas y de la importancia de invertir en investigación para erradicar el cáncer de próstata”. Y hay que reconocer que razón no le falta, si bien cualquier otro día hubiese sido válido para tan digna contribución a la propia salud.

Durante años sólo me regalaron cosas relativas a Marvin: alfombrillas para el ratón, bolis… tuve que enfrentarme a mis amigos

“Los hombres tenemos que dar el primer paso por cuidar nuestra salud y hacernos revisiones”, explica David Olmos, director de la unidad de Can Cáncer de Próstata del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas). “Esta enfermedad no puede seguir siendo un cáncer ‘silenciado’ por las connotaciones negativas que conllevan los efectos secundarios, como la impotencia o la incontinencia, existe un miedo socialmente muy arraigado a que tener esta enfermedad supone la pérdida de nuestra virilidad, cuando luchar contra la enfermedad representa todo lo contrario”.

Podría haber sido peor. Podrían haberle regalado algo completamente estúpido e inútil, que es lo que pasa casi siempre en las forzadas celebraciones con las que salteamos nuestra vida burguesa.

Oops

Los usuarios de Reddit, de hecho, han publicado una completa exhibición de toda esa matraca inservible, regalada a veces –se diría- con la peor de las segundas intenciones, en una nutrida lista de despropósitos familiares comentada, no sin humor, aquí: novelas de Hentai (porno en comic japonés) para niños de 10 años (este fue un error de los pobres y bienintencionados abuelos), novelas eróticas para quinceañeros (este no fue un error, parece), una lata de sardinas por Navidad, un viaje romántico para dos cuando uno no tiene novia ni perro que le ladre, un libro de 100 páginas sobre reproducción bovina cuando uno no ha visto una vaca en la vida… La lista es larga y demuestra un par de cosas al menos: una, que a menudo la gente no quiere regalarte nada y lo hace por obligación y a última hora. Dos, que los regalos se usan demasiado a menudo para indicar cosas que bien podrían decirse directamente.

Ejemplo del primer caso es la miríada de objetos inútiles de los que uno no sabe cómo deshacerse y que cree que puede hacer pasar por buenas intenciones simplemente envolviéndolos en papel brillante: tazas con nombres de alguien desconocido, cronómetros viejos, sobres de sopa... También, probablemente, aquellos regalos que aluden a las obsesiones de la infancia y que demuestran otra constante: nadie asume que has crecido (o bien, todos saben que no lo has hecho). Los pingüinitos que te chiflaban a los seis años, las ovejitas que te obsesionaban a los siete… “Una vez me compré una gorra de Marvin el Marciano”, cuenta un lector, “y la llevaba a menudo porque era un personaje único y pensaba que era un buen modo de iniciar una conversación. Durante tres años sólo me regalaron cosas relativas a Marvin: alfombrillas para el ratón, sombreros, bolis… finalmente tuve que enfrentarme a mis amigos y familia y decirles que ahora odiaba al maldito Marvin”.

Ejemplo del segundo caso son las “aspiradoras” para que limpies tu cuarto o los rastrillos para que despejes el patio trasero de hojas. Quizá los más desilusionantes de todos los regalos que existen.

Pero hay un tercer estadio, acaso más perturbador, que incluye aquellos regalos en los que se puede adivinar algún tipo de intención oscura. O que son demasiado absurdos para no preguntarse por una posible segunda lectura: la ropa para embarazada cuando no lo estás ni quieres, los sets de maquillaje femenino entregados a probos padres de familia, los pantis abiertos por detrás que tu pareja te hace abrir frente a toda la familia, la purpurina para strippers que una tía regala a su sobrina de 13 años o la crema femenina para conservar la tersura de los pechos que la abuela entrega a su nieto… “Mi hermano tenía 22 años”, explica este lector en concreto, “y mi abuelita le trajo una crema para los pezones, una para madres que los tenían dañados por haber amamantado a sus hijos. Todavía no tenemos ni idea de por qué pensó que la necesitaba”.

Mi madrastra sabía que me gustaban los gatos, así que me regaló uno disecado

Por supuesto hay otros que, de puro absurdo, son casi tiernos, y ahí están los mandos de Playstation 3 (sin la Playstation 3), las mantas para caballos (sin que uno tenga caballo ni intención de montarlo), un poético calendario del año que termina entregado en Navidad o un amenazante (la taxidermia siempre lo es) gato disecado que recibió una amante de los mininos: “Mi madrastra sabía que me gustaban los gatos”, cuanta la agraciada, “así que me regaló uno disecado, que parecía que estaba durmiendo. Acabó en el congelador hasta un día en que, en una cena, le dije a uno de los invitados que fuese a por hielo”.

Y por fin, lo directamente arcano (“un amigo me regaló por mi cumpleaños un rollo de papel higiénico acabado, pintado con purpurina y pegamento…”) o lo claramente maligno. “Estaba pasando por una época mala”, cuenta un participante en el hilo de Reddit, “me habían echado del trabajo (trabajaba para mis padres), me había separado de mi pareja y me habían diagnosticado colon irritable como consecuencia de todo el estrés… Tenía que ir al retrete cada dos por tres y era realmente doloroso. Mi padre me regaló un rollo de papel higiénico por navidades. Eso fue todo”.

Sin duda a ese padre le vendría bien un tacto, uno al día más o menos. Un día del padre continuado, por un tiempo. Para los demás, bien vale la sugerencia de la Fundación. “El cáncer de próstata”, explican, “es el más frecuente en hombres, por delante de pulmón y del colorrectal en España y el 90% es invasivo con metástasis ósea y alta mortalidad. Es necesario apostar por la investigación”.

Acabemos con una historia bonita. Uno de los lectores recibió diez cajas de pasta con salsa de carne ‘Hamburguer Helper’. El regalo venía de una anciana mentalmente enferma que no podía permitirse regalos de Navidad. “La primavera anterior”, cuenta, “me había contado que había tomado ‘Hamburguer Helper’ para cenar la noche anterior, y yo debí decir algo así como que me gustaría probarlo alguna vez, mostrando cierto interés. Ella debió quedarse con la nota mental de que podía regalarme eso por navidad. Nunca lo comimos, porque soy vegetariano, pero me tocó el corazón que alguien pudiese acordarse de algo así. Tiempo después, me casé y pensé que no la había visto ni a ella ni a su familia en muchos años, así que la invité a mi boda y apareció, con su hijo. Fue maravilloso”.

¿Es realmente bonita esta historia?

No lo sé, pero sin duda es más útil un tacto rectal. Así que ya sabe, sí le regalan una desagradable pero necesaria visita al especialista cuando esperaba unos muñecos de plastilina bien simpáticos, ponga su mejor cara, dé las gracias y asuma su condición.

Hay regalos que parecen un mal chiste hasta que uno se da cuenta de que son útiles. O mejor dicho, siguen siendo un mal chiste, pero son útiles. Suponemos que la mayor parte de los padres del país esperan algún detalle emotivo de sus hijos para celebrar el “día del padre”. No necesariamente algo comprado para la ocasión. Quizá con un dibujo simpático que ponga “para papá” se den por satisfechos y encuentren un poco de paz, un guiño de complicidad que indique que algo están haciendo bien en el duro camino diario de la paternidad.

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