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Los empleos que más probabilidades tienen de matarte: trabajas en uno
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Los empleos que más probabilidades tienen de matarte: trabajas en uno

Un tercio de gestores y profesionales liberales tienen un peso ideal y su salud cardiovascular es claramente superior a la del resto, que no tiene tanta suerte

Foto: La peligrosidad de ciertas profesiones se une a los malos hábitos de vida. (iStock)
La peligrosidad de ciertas profesiones se une a los malos hábitos de vida. (iStock)

Que el trabajo mata no es una idea extraña en el imaginario popular español, razón por la cual, probablemente, casi todo el mundo desea ardientemente ser funcionario. Ahora, los expertos extranjeros vienen una vez más a confirmarnos lo que el país ya consideraba obvio, armados con datos científicos y encuestas. Y a especificar, también, quienes están más cerca de un infarto que se los lleve al otro barrio mientras ejercen su digna profesión: aquellos que tengan más de cuarenta y cinco años y que trabajen en ventas, secretariado o sector servicios.

El riesgo no desaparece si te dedicas a la gestión o estás integrado en las llamadas “profesiones liberales”, pero disminuye. Las causas habituales que se citan cuando se habla de la salud cardiovascular, como el tabaco, pueden tener su parte de culpa en todo esto, pero no son aquí centrales, como confirma un estudio presentado en el encuentro anual de la American Heart Association: un 88 por ciento de estos trabajadores de los que se habla no fuman, y un 78 por ciento tienen buenos niveles de azúcar en sangre, pero sin embargo, menos del 41 por ciento gozan de una salud cardiovascular óptima.

Los problemas de corazón son la principal causa de mortalidad en Occidente, y en 2012 murieron en todo el mundo más de 17 millones

Por tanto, hay que buscar las causas en otro sitio. No muy lejos, tampoco. El sedentarismo, la mala alimentación y la falta de actividad física adecuada, además del archifamoso estres, son los actores principales de este drama de baja intensidad (los problemas de corazón son la principal causa de mortalidad en “nuestro” Occidente, y en 2012 murieron en todo el mundo más de diecisiete millones de personas por esa causa, un 31 por ciento del total de bajas). En definitiva, el tipo de trabajo que uno desempeñe influye en esa salud cardíaca (y en otras), pero también influye el “cómo” se desempeñe.

Cómico si no fuese terrible

Estudiando los datos de más de 5.000 empleados americanos –hombres y mujeres sin problemas de corazón al principio del estudio– se ha conseguido concluir que, por ejemplo, más de uno de cada cinco trabajadores de transportes fumaban, que uno de cada tres empleados de ventas, administrativos y oficinistas -nada menos que un 68 por ciento- tenían hábitos alimenticios muy poco saludables. Entre los vendedores, el colesterol alto era predominante (68 por ciento). Por otro lado, eso es bastante obvio, la actividad física de quienes trabajaban en oficinas era casi siempre muy pobre (un 82 por ciento no hacían suficiente ejercicio).

Casi cómico, si no fuese terrible, es comprobar algunas de nuestras diarias paradojas, como el hecho de que los trabajadores de la industria alimentaria tengan los peores hábitos a ese respecto, con más de un 79 por ciento llevando dietas perjudiciales para la salud.

No menos cómico sería es comprobar que el noventa por ciento de los policías y bomberos estadounidenses, olvídense ustedes de los calendarios subidos de tono, tienen sobrepeso o son directamente obesos, con los correspondientes índices disparados de colesterol y presión sanguínea.

¿Quién se salva? Los gestores y las profesiones liberales. Un tercio de ellos tienen un peso ideal y su salud cardiovascular es claramente superior a la del resto de sus “colegas”, además de que suelen hacer actividad física y que el índice de fumadores es muy bajo (un seis por ciento), si bien sus hábitos alimenticios siguen siendo deficientes.

Ain't Talkin', Just Walkin'

Los investigadores punteros del servicio público de salud americano advierten también de que cuantos menos factores de riesgo se den en una persona, más fácil es calcular y predecir sus posibles problemas de salud en el futuro. Es decir, unos hábitos saludables nos hacen no sólo más sanos, sino también más fácilmente “diagnosticables”. Al revés, una conjunción de factores negativos, no sólo trabaja contra nuestra salud, sino que nos convierte en bombas impredecibles.

Quizá no haya profesiones que matan, sino demasiados modos evitables de dejarse matar

La dieta, sin embargo, parece un elemento clave en la ecuación. No haríamos mal en tomar nota ya que, pese a nuestra supuesta dieta “mediterránea”, la calidad de la nutrición y hábitos alimentarios españoles es pobre también, y un estudio reciente demostraba que un 72 por ciento de la población necesitaría cambios en su tipo de alimentación.

¿Es posible caminar como sociedad hacia esa salud cardiovascular ideal? Los expertos americanos, que para eso les pagan, opinan que sí, aunque remarcan la importancia de “ir dando pasos pequeños” en la dirección correcta en lugar de tratar de solucionarlo todo de una vez. Nunca mejor dicho lo de pasos, porque algunos de los simples consejos son “usar las paradas para comer en el trabajo para dar un paseo, aparcar algo más lejos de nuestro destino o subir escaleras en lugar de usar el ascensor”. ¿Es simple, verdad? Sólo se trata de caminar. Y es que quizá no haya profesiones que matan, sino demasiados modos –evitables– de dejarse matar.

Que el trabajo mata no es una idea extraña en el imaginario popular español, razón por la cual, probablemente, casi todo el mundo desea ardientemente ser funcionario. Ahora, los expertos extranjeros vienen una vez más a confirmarnos lo que el país ya consideraba obvio, armados con datos científicos y encuestas. Y a especificar, también, quienes están más cerca de un infarto que se los lleve al otro barrio mientras ejercen su digna profesión: aquellos que tengan más de cuarenta y cinco años y que trabajen en ventas, secretariado o sector servicios.

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