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La plaga que asola a los hombres de mediana edad y de la que nadie habla
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ES UN PROBLEMA MÁS INTENSO ENTRE LOS CASADOS

La plaga que asola a los hombres de mediana edad y de la que nadie habla

Solemos pensar que la pareja y los hijos son la principal garantía contra la soledad, pero los amigos también son muy importantes, y hay un colectivo que los está descuidando

Foto: Debería estar en la cúspide de la vida, pero está tocado y hundido. (Tomas Rodriguez/Corbis)
Debería estar en la cúspide de la vida, pero está tocado y hundido. (Tomas Rodriguez/Corbis)

Hasta hace poco, la soledad era un fenómeno propio de la vejez o de la soltería pero, en una sociedad cada vez más individualista y menos solidaria, hay un nuevo perfil con especial dificultad para hacer amigos y mantenerlos: el de los hombres de mediana edad, estén o no casados.

Una reciente encuesta, elaborada por la plataforma YouGov, preguntaba a los hombres adultos de Reino Unido cuántos amigos tenían con los que pudieran discutir temas serios como las preocupaciones financieras, los problemas en el trabajo o las cuestiones de salud. El 51% contestó que contaba con dos o menos amigos y uno de cada ocho reconoció que no tenía ninguno. Entre las personas mayores de 55 el porcentaje de personas sin amigos se elevaba al 19%. Y las personas casadas eran tres veces más propensas a no tener amigos que las no casadas.

Solemos pensar que la pareja y los hijos –la familia nuclear–, son la principal garantía contra la soledad, y en parte es cierto, pero por muy unidos que estemos a nuestra familia todos necesitamos amigos cercanos para sentirnos verdaderamente acompañados. Y muchos hombres han perdido los que tenían y son incapaces de encontrar unos nuevos.

¿Estás aislado o estás solo?

Como explican los investigadores Juan Díez Nicolás y María Morenos Páez en su estudio 'La soledad en España', solemos confundir el aislamiento con la soledad, aunque son dos conceptos diferentes, que no siempre van de la mano.

“Una persona puede vivir sola pero no estar aislada porque tiene múltiples relaciones sociales de todo tipo, y a su vez puede sentir o no la soledad”, explican los autores. “De igual manera, una persona que vive acompañada puede tener pocas relaciones sociales aparte de las de las personas con las que convive, y puede o no sentir la soledad”.

Las personas que viven solas de forma voluntaria tienen un mayor Índice de Sociabilidad que aquellas que viven en familia

Sólo un 8% de los españoles mayores de 18 años viven aislados, esto es, viven solos por obligación y no por propia voluntad. Pero son muchos más las personas que se sienten solas, según este estudio la mitad de la población de forma ocasional y uno de cada diez personas “con mucha frecuencia”: al menos cuatro millones de españoles.

Y, curiosamente, según este estudio, las personas que viven solas de forma voluntaria tienen un mayor Índice de Sociabilidad que aquellas que viven en familia. Los “solos voluntarios” no sólo no están aislados, sino que parecen ser los más relacionados y los más sociables, mientras que los “solos obligados” son los menos sociables y los menos relacionados.

Como ha explicado a El Confidencial el psicólogo Esteban Cañamares, “los amigos cumplen una función en nuestro bienestar que no puede cumplir la pareja”. Y, a la luz de los datos, el matrimonio parece dificultar el mantenimiento de las relaciones de amistad. ¿No tenemos todos un amigo que desapareció sin dejar rastro tras empezar a vivir en pareja? Quizás ahora nos necesite, pero ni él ni sus antiguos amigos va a hacer nada por retomar la amistad. La vida sigue, y no es generosa con aquellos que dejaron de devolver las llamadas.

Qué diferencia a hombres y a mujeres

Aunque en España no hay estudios que muestren una clara diferencia de género en el padecimiento de la soledad –de hecho, son las mujeres mayores las que padecen más soledad, dada su superior longevidad– para Cañamares no cabe duda de que, en la mediana edad, es el hombre el que suele sentirse más solo: “Es muy frecuente por ejemplo después de los divorcios. Es fácil que la mujer se apunte a yoga, teatro, cerámica… y tenga nuevas relaciones. Algo que es más complicado para el hombre. La diferencia no está tanto en las amistades íntimas. Si nos limitamos a esos dos o tres amigos de siempre quizás la diferencia no sea grande entre hombres y mujeres, pero donde hay más diferencia en en las amistades más superficiales: los compañeros de teatro con lo que luego quedo y me tomo unas cañas”.

A los hombres se nos ha enseñado que no tenemos que pensar demasiado, y mucho menos expresar, nuestras necesidades anímicas

El problema es que, llegados a una edad, los amigos de toda la vida pueden desaparecer y si no sabemos hacer nuevos tenemos un problema. ¿Por qué el hombre tiene más dificultades para hacer nuevas amistades? “A los hombres nos han explicado que nuestra meta debe ser lo profesional, triunfar en lo económico y lo laboral, mientras que a la mujer se le ha enseñado más triunfar en el mundo de los afectos”, explica el psicólogo a El Confidencial. “A los hombres se nos ha enseñado que no tenemos que pensar demasiado, y mucho menos expresar, nuestras necesidades anímicas. La sociedad nos ha enseñado a tener éxito en lo exterior y no a trabajar y compartir lo interior”.

Hasta hace poco, el trabajo era el ámbito relacional más importante para los hombres. Allí no sólo tenían compañeros, también amigos. Pero el paro y la precariedad han hecho que las amistades sean cada vez más infrecuentes en el ámbito laboral, algo que queda patente en el estudio sobre la soledad en España.

“La situación laboral del entrevistado es la variable que más contribuye a la explicación de la sociabilidad”, explican los autores de la investigación, “en el sentido de que las personas que tienen un trabajo a tiempo completo tienen mayor sociabilidad (menos aislamiento social) que las personas que no tienen un trabajo o que no forman parte de la población activa”.

Como explica Cañamares, “antes teníamos un trabajo que era para toda la vida, y en el que establecíamos relaciones humanas de larga duración y profundas. Ahora cambiamos de trabajo todo el rato, hay mucho paro, y esto dificulta más la vida al hombre, que se volcaba más en este terreno. Se nos ha preparado psicológicamente para ascender, para ganar, para triunfar, pero no para cuidar las relaciones humanas”.

En búsqueda de nuevos amigos

Es necesario recordar que la soledad no es sólo una sensación desagradable, es una carencia vital que nos quita años de vida. La lista de problemas de salud relacionados con la soledad es alargada, y va de un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares a una menor esperanza de vida pasando, claro está, por una mayor propensión a padecer depresión e incluso tener pensamientos suicidas. Aunque es difícil establecer una relación causa-efecto, son los varones de entre 45 y 56 años los que más se quitan la vida. Sólo en 2014 se suicidaron en España 1.101 hombres de esa edad, de un total de 3.870 personas.

Por ello, si sentimos que no tenemos amigos, debemos hacer lo posible por recuperar a los antiguos o hacer unos nuevos. Y, para lograrlo, Cañamares ofrece tres buenos consejos:

1. Apuntarse a actividades

“No a cualquier actividad”, puntualiza el psicólogo, “sino sólo aquellas que nos digan algo. Para algunos los trabajos manuales son muy gratificantes y para otros son cosas de tipo intelectual, como escribir poesía, por ejemplo”.

2. Presentarnos tal y como somos

Para hacer amigos verdaderos, explica Cañamares, hay que ir con la verdad por delante, “defectos, manías y rarezas” incluidos. “La gente tiene la costumbre de pretender dar una imagen de sí misma ideal y fantástica. No. Tenemos que ser auténticos, no esconder ni virtudes ni defectos, pues es la mejor forma de que nos admitan de verdad y nos sintamos profundamente cómodos con las personas con las que contactemos”.

3. Tener claro que es mejor la calidad que la cantidad

La mayor parte de la gente no va a cuadrar con nosotros ni con nadie. No nos tiene por qué gustar todo el mundo, pero debemos preocuparnos por estar con la gente que nos gusta. “Vamos a cuadrar con una minoría, pero es suficiente, no necesitamos 100.000 amigos, sino unas cuantas personas con las que estemos a gusto, relajados, espontáneos, y con los que podamos compartir nuestros pequeños éxitos y nuestras pequeñas preocupaciones”, concluye Cañamares.

Hasta hace poco, la soledad era un fenómeno propio de la vejez o de la soltería pero, en una sociedad cada vez más individualista y menos solidaria, hay un nuevo perfil con especial dificultad para hacer amigos y mantenerlos: el de los hombres de mediana edad, estén o no casados.

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