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El efecto Pauli o cómo el brillante sucesor de Einstein destruía todo accidentalmente
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Todo se estropeaba y rompía a su paso

El efecto Pauli o cómo el brillante sucesor de Einstein destruía todo accidentalmente

Dice la leyenda que cuando el científico entraba en una sala, las máquinas y aparatos eléctricos que había en la estancia empezaban a fallar y se averiaban

Wolfgang Ernst Pauli (25 abril 1900 a 15 diciembre 1958), uno de los padres fundadores de la física cuántica. Nacido en Austria, nacionalizado después en suiza y más tarde en EEUU, fue premiado con el Premio Nobel de Física en 1945. Mundialmente reconocido por ser el autor del principio de exclusión, según el cual es imposible que dos electrones –en un átomo– puedan tener la misma energía, el mismo lugar e idénticos números cuánticos, también destacaba por una interesante cualidad algo menos científica.

Dice la leyenda que cuando el científico entraba en una sala, las máquinas y aparatos eléctricos que había en la estancia empezaban a fallar, se averiaban e incluso se rompían en pedazos. Algo que al principio sorprendía a quienes fueron testigos y que pronto terminó por convertirse en una broma entre amigos y colegas de profesión que decidieron denominar a aquel fenómeno como el efecto Pauli.

Me costó entender cómo una de las mentes más brillantes de la ciencia también podría creer en una teoría que suena a auténtica superstición

Cuando el CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire, oficialmente conocido como la Organización Europea para la Investigación Nuclear) hizo público su archivo fotográfico que abarca imágenes de más de treinta años de investigación, el fotógrafo David Fathi decidió recopilar algunas de las mejores y más soprendentes instantáneas que plasman el misterioso efecto que tenía Pauli al entrar en contacto con cualquier objeto o aparato eléctrico.

Inexplicables fenómenos científicos

A diferencia de otras teorías universalmente conocidas como la ley de Murphy –enunciado basado en un principio empírico que trata de explicar los hechos acontecidos en todo tipo de ámbitos, conocido por el lema 'si algo puede salir mal, saldrá mal'–, el efecto Pauli se basa en una misteriosa casualidad, y aún a día de hoy no se ha encontrado explicación a que la presencia de una persona desencadenase un serie de catastróficos destrozos en material científico e infraestructuras.

Curiosamente, y totalmente opuesto a su extraña habilidad para averiar cualquier equipo o material experimental simplemente por estar presente en sus proximidades, si algo le caracterizaba como físico era el perfeccionismo. Cualidad que no sólo afectaba a su trabajo sino a los experimentos y estudios de cualquiera de sus colegas hasta el punto de que dentro de la comunidad científica le apodaron como la 'conciencia de la Física'.

Pauli tenía una extraña habilidad para averiar cualquier equipo o material experimental simplemente por estar presente en sus proximidades

“Cuando empecé a buscar entre las imágenes, me topé con unas pocas en las que se mencionaba a a alguien llamado Wolfgang Pauli. No tenía ni idea de quién era, pero investigando un poco descubrí que no sólo era uno de los fundadores de la física cuántica, además era conocido entre sus colegas como el sucesor de Einstein”, explicaba Fathi en una entrevista concedida a 'CPMag'.

Fue entonces cuando empezó a leer referencias sobre el misterioso efecto Pauli, del que el propio científico parecía sentirse orgulloso cuando se manifestaba. Al parecer, Pauli creía realmente en este fenómeno e incluso intercambió opiniones por carta con Carl Jung –uno de los padres del psicoanálisis y fundador de la escuela de psicología analítica– comparando el efecto que él tenía sobre los objetos que le rodeaban con la idea de sincronicidad, una teoría de Jung según la cual se puede dar la coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, aunque su contenido contenido significativo sea igual o similar.

La ciencia de la superstición

“Me costó entender cómo una de las mentes más brillantes de la ciencia también podría creer en una teoría que suena a auténtica superstición”, reconoce Fathi, “pero entonces empecé a pensar en la física cuántica y en cómo las mentes científicas más grandes de la historia fueron capaces de llegar a teorías a través de las partículas elementales, algo que parece totalmente en desacuerdo con el mundo macroscópico en el que vivimos”.

“La física cuántica no es intuitiva y las implicaciones de cómo la materia puede comportarse en un nivel subatómico podría dar escalofríos a cualquier ser racional”, explica Paul Sorene en 'Flashbak', donde recoge la colección de imágenes del artista gráfico. Sin embargo, los pioneros de la ciencia a menudo teorizaban en base a las ideas y planteamientos más locos.

Me imaginé un relato de semi-ficción en el que la presencia de Wolfgang Pauli continúa afectando a la vida cotidiana en el CERN

Pero estos métodos y creencias cambiaron después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se valoraban profesionales racionales capaces de ver la ciencia como una práctica objetiva sin misterios ni caos alguno. Hoy las mentes más brillantes de la comunidad científica no se arriesgarían a plantear teorías como las de Pauli y sus coetáneos, capaces de entender la física cuántica y dar explicación a que la posible torpeza de un individuo o la simple casualidad pudiese tener también un base científica.

“Quería enfrentar a la ciencia y el mito representando su eterna batalla a través del cómico efecto Pauli. Al escoger las imágenes me imaginé un relato de semi-ficción en el que la presencia de Wolfgang Pauli, que falleció poco antes de que se iniciase este increíble archivo fotográfico, continúa afectando a la vida cotidiana en el CERN”, describe el autor de la recopilación, y las fotografías captan a la perfección su idea: ¿quién no es capaz de imaginar a Pauli pasando cerca de cualquiera de estas escenas?

Wolfgang Ernst Pauli (25 abril 1900 a 15 diciembre 1958), uno de los padres fundadores de la física cuántica. Nacido en Austria, nacionalizado después en suiza y más tarde en EEUU, fue premiado con el Premio Nobel de Física en 1945. Mundialmente reconocido por ser el autor del principio de exclusión, según el cual es imposible que dos electrones –en un átomo– puedan tener la misma energía, el mismo lugar e idénticos números cuánticos, también destacaba por una interesante cualidad algo menos científica.

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