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Estaba muy estresada, comencé a comer y perdí 36 kilos. Así lo hice
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Estaba muy estresada, comencé a comer y perdí 36 kilos. Así lo hice

No te desesperes. Perder peso no es tan difícil como crees e historias como la de Whitney Depasquale lo demuestran. Ojo, porque en un año perdió casi 40 kilos

Foto: Hoy posa así de espectacular, con cero complejos y llena de energía. (Facebook)
Hoy posa así de espectacular, con cero complejos y llena de energía. (Facebook)

A menudo, la prensa internacional recoge historias inspiradoras de gente real que ha conseguido bajar de peso siguiendo determinadas pautas que cualquiera puede poner en práctica. Una de las últimas plasmadas en papel es la de Whitney Depasquale, quien consiguió perder más de 36 kilos y medio. “Hace unos tres años, después de dar a luz a mi hijo, algunos miembros de mi familia empezaron a sufrir graves problemas de salud. Me encontré recurriendo a aperitivos y platos poco apropiados para hacer frente al estrés al que estaba sometida”, algo que, como cabría esperar, no fue ninguna buena idea. Rodeada de 'snacks' grasos como patatas fritas de bolsa y derivados, siempre demasiado dulces o salados, la joven no podía evitar calmar su ansiedad comiendo.

Mi peso ha fluctuado durante la mayor parte de mi vida pero en un momento dado llegué hasta los 94 kilos, claramente no eran ideales para mis 1,57 centímetros de altura”, relata en 'Women's Health' Whitney.

De rellenita a gorda

“Una vez terminaron los problemas de salud de mi familia, decidí que haría cualquier cosa para poder estar con mis hijos durante el mayor tiempo posible”, recuerda Whitney. Volver a la rutina y empezar en un trabajo nuevo fueron un importante apoyo para darse cuenta de que tenía que comenzar a cuidarse.

“Mis compañeros me recomendaron probar con un gimnasio que estaba justo al lado de nuestra oficina y empecé a ir a la hora del almuerzo”. El circuito de entrenamiento de 30 minutos en el que se combinaban ejercicios de musculación con cardio de alta intensidad dejaron a la joven exhausta: “No había hecho ejercicio desde hacía dos años, pero en el gimnasio todo el mundo me animó y me decidí a ir dos o tres veces a la semana en compañía de un colega de trabajo”.

Cuanto más ejercicio hacía y mejor comía, estaba más llena de energía. Ni siquiera necesitaba café

Un mes después se dio cuenta de que había perdido 4 kilos y medio, lo que le llevó a pensar la cantidad de peso que podría perder si además modificase de una vez por todas su dieta, y así lo hizo.

No basta con el ejercicio

Así, la joven cortó con la comida rápida y los alimentos procesados y se centró en el consumo de cereales integrales, nueces, frutas y proteínas magras, como pollo y pavo. “Cuanto más ejercicio hacía y mejor comía, estaba más llena de energía. Antes solía beberme más de cuatro tazas de café al día, pero al ponerme en forma y perder peso dejé de tener la necesidad de cafeína para activarme”, asegura.

¿Tan sencillo como dejar de picar entre horas de la noche a la mañana? Más o menos, pero, como cualquier otra dieta de adelgazamiento, la que siguió Whitney requirió de una importante dosis de fuerza de voluntad y esfuerzo mental: “Cada vez que me sentía mal o agobiada y tenía la tentación de volver a comer algo, me paraba y recordaba que esa bolsa de Doritos no cambiaría la situación ni arreglaría nada. Poco a poco me resultaba más fácil resistirme”.

Todo esfuerzo tiene su recompensa

Después de 11 meses de ejercicio y dieta sana –“¡y no tener ni idea de lo que pesaba!”, añade Whitney, quien decidió seguir su proceso de adelgazamiento sin pasar por la báscula– fue su marido quien le informó de que pesaba 58 kilos. “En ese momento los dos nos pusimos a llorar”, recuerda emocionada.

Ahora me siento segura de mi misma y sé que soy capaz de cualquier cosa que me proponga

Tras perder nada más y nada menos que 36 kilos, la joven se sentía pletórica y llena de energía, pero especialmente orgullosa de haber conseguido convertir su dieta en un estilo de vida: “Estoy especialmente satisfecha por los cambios mentales y emocionales. Ahora me siento segura de mí misma y sé que soy capaz de cualquier cosa que me proponga. Soy mucho más fuerte tanto en mis relaciones personales como en mi puesto de trabajo”, reconoce.

Todos podemos ser Whitney

Está claro que el proceso se convirtió también en uno de aprendizaje, del que la propia protagonista quiere destacar tres pautas que le sirvieron para alcanzar su increíble objetivo:

– “No dejes que nada ni nadie se interponga en tu camino”. Si dejamos que las dudas, el 'no seré capaz' y la común opinión negativa de que 'esta dieta no está sirviendo para nada', nuestro propósito jamás triunfará. “Una de mis mayores luchas fue contra la voz de mi interior que desconfiaba de mi esfuerzo, pero siendo constante con mi nueva rutina, lo superé”, comenta la joven.

– “Tómate un día libre”. Parece que el método de Whitney no se desvía demasiado de dietas populares como la 'del capricho', y no dudó en darse pequeños descansos semanales para no sentirse abrumada por las exigencias de su nueva vida. En su opinión, esta es la mejor forma de ser constante y mantener una actitud positiva.

“Dedícate tiempo a ti mismo”. No se equivoca cuando plantea que a muchas personas les tildan de 'egoístas' cuando dedican parte de su jornada diaria a ellos mismos, especialmente si, como en el caso de Whitney, tienen familiares a su cargo. Al contrario de esta creencia común, dedicar media hora diaria a cuidar de sí misma, asegura, no sólo reforzó su confianza para darse cuenta de que sería capaz de perder tanto peso como necesitase, además, asegura, le ayudó a ser mejor madre y a aprender a disfrutar al 100% del tiempo que pasaba con sus hijos y marido.

A menudo, la prensa internacional recoge historias inspiradoras de gente real que ha conseguido bajar de peso siguiendo determinadas pautas que cualquiera puede poner en práctica. Una de las últimas plasmadas en papel es la de Whitney Depasquale, quien consiguió perder más de 36 kilos y medio. “Hace unos tres años, después de dar a luz a mi hijo, algunos miembros de mi familia empezaron a sufrir graves problemas de salud. Me encontré recurriendo a aperitivos y platos poco apropiados para hacer frente al estrés al que estaba sometida”, algo que, como cabría esperar, no fue ninguna buena idea. Rodeada de 'snacks' grasos como patatas fritas de bolsa y derivados, siempre demasiado dulces o salados, la joven no podía evitar calmar su ansiedad comiendo.

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