El 'mindfulness' del orgasmo: la nueva forma de éxtasis sexual
¿Es posible alcanzar la iluminación a través del clímax? Y, sobre todo, ¿el mundo sería mejor que si las mujeres supieran sacarle partido a sus vaginas?
A muchos les sorprenderá que fuese John Woodroffe, un juez británico, quien primero introdujo la práctica del tantra en Occidente a principios del siglo XX y que escribiera múltiples ensayos sobre el tema, algunos de los cuales todavía se utilizan hoy en día. Es decir, que un hombre dedicado a hacer cumplir la ley, mecanismo represor, divulgó la creencia de que era posible desarrollar el espíritu a través del deseo carnal, algo que ya se contemplaba en tradiciones esotéricas del hinduismo y mucho antes en el budismo. De hecho, se cree que fue Buda quien inventó el tantra, a pesar de que haya, como en todo, diferentes corrientes de pensamiento. Sin embargo, ¿puede ser el orgasmo una forma de meditación? ¿Es posible alcanzar un estado alterado de consciencia tal y como ha reflejado la literatura científica? Y, sobre todo, si Arquímedes necesitaba un punto de apoyo para mover el mundo, ¿podemos nosotros hacer lo propio utilizando solo un par de dedos?
Los defensores de OM (Orgasmic Meditation) aseguran que el placer sexual no sólo es bueno y beneficioso para uno mismo, sino para el mundo, una suerte de activismo del clímax. Este es el objetivo de One Taste, una academia londinense que enseña a las mujeres cómo sacarle el máximo provecho a sus orgasmos y mejorar su vida a todos los niveles, y en sólo 15 minutos de estimulación clitoriana en grupo.
Nicole Daedone descubrió la meditación orgásmica en una fiesta, cuando un hombre la guió en un viaje de placer y conexión increíble en tan solo 15 minutos
El proceso es bastante simple y, sobre todo, placentero. Las mujeres se desnudan de cintura para abajo y se tumban junto a un desconocido totalmente vestido que masajea y estimula su clítoris. Y con ello se consigue, tal y como explican sus seguidores, una experiencia compartida de meditación y “una profunda conexión orgásmica, más humana y mágica de lo que podamos imaginar”. El orgasmo como unión y amor en un sentido amplio, pero también como un antídoto a la represión y a teatralizar gemidos, a la resistencia pasiva de muchas mujeres que jamás han alcanzado el clímax y les parece lo más normal del mundo.
“Queremos sacar al sexo de debajo de las sábanas, de ese oscurantismo que lo ha rodeado, liberarlo de la vergüenza y los lugares comunes. Utilizamos el impulso más poderoso, el del orgasmo, para vivenciarlo desde una nueva perspectiva”, explica la terapeuta Rachel Tayeb, que practica esta meditación sensual.
Hay quien podría pensar que el hombre es empleado como una 'máquina de follar', un mero dildo; no obstante, lo que pretenden sus promotores es que el varón conozca el cuerpo y el ser de una la mujer de una forma más holística, y les enseñan cómo hacerlo: “Aprender a manipular el clítoris de una mujer es tan importante como estimular el resto”, defienden en One Taste.
'Mindfulness' sensual
“Llevo casada con mi marido 28 años y no nos hemos tocado desde hace 18”, le confesó una de las asistentes a las clases de Meditación Orgásmica a Nicole Daedone, inventora de la práctica y fundadora de One Taste. “También acuden hombres muy preocupados porque dicen que hacen todo lo que está en su mano para llevar a su pareja hacia el orgasmo, pero no saben cómo”, cuenta en una charla de TED, donde además plantea que alcanzar el clímax podría ser la cura para el “hambre”, aunque no se refiere a la forma de apetito más prosaica, sino a un vacío sensual y emocional.
“Las mujeres que acuden a mi consulta siempre repiten el mismo mantra: como demasiado, trabajo demasiado, bebo demasiado, compro demasiado… Y todavía tengo una sensación de vacío que no puedo llenar”, explica.
Daedone no descubrió la práctica en una mística iniciación en la India, ni tampoco había estudiado tantra, sino que la inspiración le llegó, como ella misma cuenta, en una fiesta: “Conocí a un hombre que me dijo que iba a introducirme en la práctica sexual, que me quitase los pantalones y que él, vestido, se dedicaría a mí durante 15 minutos y cuando acabase me podría ir”, explica. Pero lo que podía parecer una proposición sexual un tanto rara se convirtió en un gran aprendizaje. “Yo tenía las piernas abiertas y él hizo algo totalmente inesperado, encendió la luz, observó mi vagina y describió con todo lujo de detalles lo que veía. En ese momento, tuve una sensación de compasión que nunca había vivido; empecé a llorar”.
Comenzó a estimularla y nada ocurrió; su mente, como sucede a menudo, estaba llena de otros muchos pensamientos, pero en un momento determinado algo cambió, estaba siendo presente, se había creado una conexión entre ambos. De repente, el vacío se llenó de matices. Y estaba preparada para compartir esta nueva visión de la sexualidad como 'mindfulness', desvinculada del esoterismo oriental, y sin embargo, consciente. “Debemos diferenciar el clímax del orgasmo como estado; el primero sólo dura unos pocos segundos de experiencia física, pero el segundo es lo más parecido a un despertar de consciencia”. Es decir, es cuerpo y también mente, presencia, conexión y vitalidad.
Con manos o sin ellas
Hace algunos años la 'coach' Barbara Carrellas creó el 'energygasm', un método para provocar orgasmos únicamente con el poder de la mente, sin dildos ni ayuda manual. En su libro 'Ectacsy is Necessary: A Practical Guide' hablaba de cómo acompansando la respiración con el movimiento de las caderas se estimula el flujo de energía, que recorre el cuerpo partiendo del segundo chakra, situado en el estómago. Esta forma de invocar el placer a partir de uno mismo y desbloquear el deseo causa furor en Londres, que aspira a convertirse en la nueva meca de liberación vaginal, gracias a las clases que Gayatri Beegan, alumna aventajada de Carrellas, dirige en la ciudad. Según explicaba una reportera de 'Broadly' que asistió a una de las sesiones, la práctica da comienzo con una meditación que continúa emitiendo ruidos sexuales mientras se mecen las caderas con la pelvis presionada y se visualiza una imaginaria luz roja en torno al perineo.
Si aprendemos a controlar las áreas de nuestro cerebro que producen sensación de placer podríamos tratar depresiones, adicciones e incluso la obesidad
Para Carrella, la Uri Geller del sexo mental, las técnicas de respiración son fundamentales, pero se necesita, además, cierta amplitud de miras para entender que el orgasmo no ocurre solamente por una estimulación directa de los órganos genitales, sino que la mente tiene mucho que ver. Una poderosa aliada que puede ser nuestro mayor enemigo cuando tratamos de alcanzar el clímax cargados de preocupaciones, miedos, tabúes y vergüenza.
El cuerpo como órgano de placer
Numerosos estudios científicos han demostrado no sólo los cambios que se producen en el cerebro de las mujeres durante un orgasmo, sino que absolutamente todo el cuerpo participa de éste y es posible alcanzarlo de múltiples formas. Sin ir más lejos, el neurocientífico Barry Komisaruk, de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), realizó un estudio con 11 mujeres de diferentes edades que colocó en un escáner de resonancia magnética nuclear y a las que se les pidió que se autoestimulasen el cérvix, el clítoris, la vagina y los pezones por separado. Las imágenes cerebrales revelaron que durante el orgasmo se producía un aumento en zonas diferentes de la corteza sensorial en los tres primeros casos, y que al estimular los pezones, además de las áreas del tórax, se activaban regiones cerebrales correspondientes a los genitales, lo que confirma que estimular los pezones también conduce al orgasmo.
Y Komisaruk dio un paso más, ya que cree que si conseguimos entender y controlar las áreas del cerebro que producen sensaciones de placer se podrían ayudar a tratar depresiones, adicciones e incluso la obesidad. De nuevo, el mantra mencionado por Nicole Daedone vuelve a nosotros: “Como demasiado, trabajo demasiado, bebo demasiado, compro demasiado… Y todavía tengo una sensación de vacío que no puedo llenar”. La ciencia y la espiritualidad están hermanadas, la forma de probar que provocarnos placer es beneficioso para nosotros, ya la conocen... Pónganse manos a la obra.
A muchos les sorprenderá que fuese John Woodroffe, un juez británico, quien primero introdujo la práctica del tantra en Occidente a principios del siglo XX y que escribiera múltiples ensayos sobre el tema, algunos de los cuales todavía se utilizan hoy en día. Es decir, que un hombre dedicado a hacer cumplir la ley, mecanismo represor, divulgó la creencia de que era posible desarrollar el espíritu a través del deseo carnal, algo que ya se contemplaba en tradiciones esotéricas del hinduismo y mucho antes en el budismo. De hecho, se cree que fue Buda quien inventó el tantra, a pesar de que haya, como en todo, diferentes corrientes de pensamiento. Sin embargo, ¿puede ser el orgasmo una forma de meditación? ¿Es posible alcanzar un estado alterado de consciencia tal y como ha reflejado la literatura científica? Y, sobre todo, si Arquímedes necesitaba un punto de apoyo para mover el mundo, ¿podemos nosotros hacer lo propio utilizando solo un par de dedos?