El hombre que hablaba siempre en sueños cuando dormía y fue un genio
Fue el mayor somníloquo del mundo, grabó discos y publicó libros. Hoy la ciencia tiene una explicación a su extraña habilidad para soñar como si estuviera despierto
Hay una escena frecuente que se produce en los campamentos infantiles cuando uno de los compañeros de clase se duerme y empieza a hablar en sueños y los de las literas, muertos de risa, le hacen preguntas estúpidas, que a veces contesta y a veces no. De niños tenemos más facilidad para hablar en sueños que cuando somos adultos, aunque nuestros discursos no duren más que unos pocos segundos, o sean palabras incoherentes, meros balbuceos o ruidos. Sin embargo, hay quien de adulto puede pasearse tranquilamente en ese espacio misterioso que hay entre el REM y la vigilia con la misma claridad, coherencia y creatividad con que lo haría despierto, o incluso más.
El compositor Dion McGregor, que escribió para Barbra Streisand la conocida canción 'Where is the Wonder', se convirtió en una figura de culto en la Nueva York de los 60' gracias a su 'habilidad' para hablar en sueños casi como si escribiera historias delirantes con el movimiento frenético de sus pupilas durante toda una noche, siendo el caso de somniloquía más relevante de todos cuantos hay registrados. Ocurrió antes del asesinato de Kennedy y del 'I have a dream' de Martin Luther King, al principio de una década de protestas juveniles y fracasos bélicos; McGregor, bohemio sin residencia fija en la 'City', había estado durmiendo en los sofás de algunos amigos, primero en el del actor Carleton Carpenter y luego en el del director de cine porno gay Peter De Rome, y a ambos les resultaba más irritante que curiosa su manía de hablar en sueños. No fue hasta que llegó a casa de un colega compositor, Michael Barr, cuando éste descubrió que los somniloquios de McGregor eran mucho más que simples balbuceos, eran historias completas y maravillosas, inquietantes e incluso literarias, y dejó una grabadora junto a su almohada dispuesto a registrar sus sueños.
McGregor estaba cansado de recibir tanta atención por algo que no consideraba ningún mérito: "Es como ser famoso por mojar la cama", declaró
“¿Sabías que Edwina no lloró cuando el cocodrilo le arrancó la pierna? No lloró, Edwina. Estaba fascinada. Su madre se desmayó, su padre se desmayó. La mitad de los asistentes se desmayaron. Y Edwina solo se quedó mirando cómo le arrancaba la pierna. ¿Sabes qué? Ella dijo que siempre quiso ser Long John Silver”, relató una noche. Sus pupilas bailaban bajo sus párpados dormidos, la grabadora era testigo, como más tarde lo fueron los invitados que acudían a las fiestas de Barr, quien reproducía estas historias para deleite de sus amigos. Y al tiempo el legendario sello neoyorquino Decca se ofreció a grabar un disco: 'The Dream World of Dion McGregor', que apareció en 1964, y justo detrás llegó el contrato para la publicación de un libro con Random House. Pero, a pesar de su éxito la duda seguía orbitando entre el humo de hierba y las canciones protesta: ¿no estarían los dos compositores tomando el pelo a todo el mundo? Para demostrarlo, Random contrató a un psiquiatra que, tras realizar pruebas a McGregor, determinó que era una persona perfectamente sana y normal, para alivio del somnílocuo, que ya empezaba a estar cansado de recibir tanta atención por algo que consideraba que no tenía ningún mérito: “Es como ser famoso por mojar en la cama”, declaró en una entrevista.
Su fama solo haría que crecer en los años siguientes y sus sueños se convirtieron en exotismos, preciadas rarezas. “Tienen forma literaria. Es como si fuera autor de sueños”, explicó Venright, quien grabaría dos discos para Topor Vigil Records. Antes, a finales de los años 90, ya había aparecido otro LP con sueños inéditos para Tzadik, del que su productor, Milstein, dijo que era “un acercamiento sin precedentes al surrealismo, donde los sueños no están mediatizados por el arte o una interpretación artística”.
Sus historias, nacidas de su activo inconsciente, resultaban un delirio fascinante plagado de humor negro, como el cuento en el que aparece Lazy Susan, en un fragmento del sueño llamado 'Food Roulette, perteneciente al disco 'The Further Somniloquies of Dion McGregor (Torpor Vigil Records): “Hemos envenenado un bollo y alguien va a comérselo. ¡Gíralo!¡Giralo!”, gritaba McGregor con voz de maníaco. En otras ocasiones llegaba incluso a narrar con diferentes acentos, como ocurría en 'Own Town' (The Dream World of Dion McGregor), que se ubica en una comunidad mezquina y celosa y cuyo comienzo recuerda en intensidad a los relatos de Carver.
Los oyentes se estremecían, a veces daba la impresión de que el somnílocuo les interpelaba directamente a ellos, o a un espectador invisible: “Es como convertirse en un personaje del sueño”, dice Venright.
Los científicos buscan una explicación
El 14% de las personas habla en sueños regularmente. No obstante, la extraña capacidad de McGregor para hilvanar historias coherentes llamó la atención de la investigadora de Harvard Diedre Barrett ,quien empezó a analizar las grabaciones pertenecientes al archivo de Venright detenidamente, desde los argumentos hasta los personajes más o menos amables o agresivos, las incongruencias y las emociones que se despertaban en el soñante, y lo comparó con otros 500 diarios de sueños registrados en la misma época, los años 60'.
La hipótesis de Barrett es que la habilidad del compositor pudo deberse a un estado de sueño híbrido entre la fase REM, donde soñamos, y una ligera conciencia. Se basó en el trabajo de A M Arkin, quien tras realizar pruebas a personas que hablaban en sueños para medir su actividad cerebral, descubrió que había regiones de la mente en donde el sueño REM se combinaba con una gran actividad en el córtex motor, un área que normalmente permanece inactiva mientras dormimos.
En los últimos años antes de su muerte se mudó a Oregon y dejó de hablar en sueños. Dijo que no había dormido en toda su vida
No obstante, algo llamó poderosamente la atención de la investigadora: el universo onírico de Barrett era bastante más plausible que el del soñante medio, aunque introdujera elementos fantásticos como sirenas y centauros, e intentara incluso aparearlos: “¡Oh! No completa mi colección en absoluto. No, déjame ver… Tengo un fénix, una roca, un terodáctilo. Sí, el unicornio… Y la sirena no cuenta, está fuera, en la piscina. Si nunca sale de allí voy a aparearla con el centauro. ¡Sí! ¿Qué opinas? Si no lo hago se extinguirán...”, narraba en sueños.
Al parecer, el cerebro de McGregor no estaba constreñido a los límites de lo que entendemos como real, pero sus historias tenían un principio y un final, y los personajes actuaban motivados por ideas hasta cierto punto racionales. La cuestión es saber en qué medida la personalidad fantástica del compositor afectaba a sus creaciones o estaba influido por ese espacio a caballo entre la vigilia y el sueño, entre la consciencia y el inconsciente, en el que vivía cuando cerraba los ojos.
Lo curioso del caso es que McGregor no fue somníloquo toda la vida. Unos años antes de morir se mudó a Oregon, donde dejó de hablar dormido. Pero, ¿por qué? “Aunque él nunca dijese que tuviera ansiedad quizás la liberaba en sueños y cuando se empezó a sentir feliz y tranquilo perdió esta habilidad para hablar en sueños”, especulaba Venright. Un argumento que coincide con el de su otro productor, Milstein: “Mcgregor me dijo que nunca había dormido mejor en su vida y parecía feliz de que hubiese terminado ese episodio”.
Hay una escena frecuente que se produce en los campamentos infantiles cuando uno de los compañeros de clase se duerme y empieza a hablar en sueños y los de las literas, muertos de risa, le hacen preguntas estúpidas, que a veces contesta y a veces no. De niños tenemos más facilidad para hablar en sueños que cuando somos adultos, aunque nuestros discursos no duren más que unos pocos segundos, o sean palabras incoherentes, meros balbuceos o ruidos. Sin embargo, hay quien de adulto puede pasearse tranquilamente en ese espacio misterioso que hay entre el REM y la vigilia con la misma claridad, coherencia y creatividad con que lo haría despierto, o incluso más.