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Las 9 señales de que tus compañeros de trabajo te odian (y no lo sabes)
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GUÍA PARA SOBREVIVIR EN UNA OFICINA HOSTIL

Las 9 señales de que tus compañeros de trabajo te odian (y no lo sabes)

La oficina es el ámbito en el que empleamos más horas de nuestra vida diaria y tenemos que lidiar de manera especialmente intensa (y cauta) con nuestras filias y fobias

Foto: Bien no les caes. (iStock)
Bien no les caes. (iStock)

El mundo del trabajo, como el de la escuela, es un circuito cerrado al que estamos obligados a asistir día tras día. En la vida “privada” hacemos amigos y enemigos, pero existe la posibilidad de frecuentar a los primeros y obviar a los segundos; de hacer que esas amistades florezcan, enraícen y se vuelvan cada vez más productivas y de, sencillamente, no tener relación con aquellas personas que nos caen mal. Eso, al menos, es lo que suele hacer la gente sana mentalmente.

El trabajo, sin embargo, es el ámbito en el que empleamos más horas de nuestra vida diaria, y ahí tenemos que lidiar de manera especialmente intensa (y cauta) con nuestras filias y fobias y con la presencia permanente de entidades que quizá no sean de nuestro gusto. Es más que posible que le “caigamos mal” a algunos de nuestros compañeros de trabajo sin que ni siquiera nos estemos dando cuenta. Una cierta “diplomacia profesional” suele ocultar esos sentimientos negativos, ya que quienes sienten tal animadversión hacia nosotros no quieren perjudicar sus propias carreras mostrándola de manera demasiado evidente o infantil.

Como base, se recomienda mantener una actitud abierta y positiva, y ofrecer siempre el beneficio de la duda

Así lo explica la experta Lynn Taylor en su trabajo 'Tame Your Terrible Office Tyrant: How to Manage Childish Boss Behavior and Thrive in Your Job' (“Doma a tu terrible tirano de la oficina: Cómo manejar el comportamiento infantil de los jefes y crecer en tu trabajo). Es importante entender, para empezar, que es imposible gustarle a todo el mundo en un trabajo, igual que en cualquier otro tipo de medio. Los expertos conocen el parecido con el mundo de la escuela del que hemos hablado: “Si sientes como si hubieses vuelto al instituto, y notas que existen ‘pandillas’ de las que se te excluye”, comentan, “ese es probablemente un indicio válido de que algo está sucediendo”.

Como base, se recomienda mantener una actitud abierta y positiva, y ofrecer siempre el beneficio de la duda, ya que cuando quienes trabajan contigo se sienten a gusto y están confiados en tu presencia “todo es más fácil”. Todos hemos vivido en algún momento una situación laboral benigna en la que los chistes se comparten igual que las cargas, y donde echar una mano no es un trabajo sino un placer. Pero, por desgracia, la mayor parte conocemos también la otra cara de la moneda, y sabemos que hay múltiples signos que, sin ser declaraciones de principios, sí son indicios de una posible inquina. Para quienes no conozcan ese campo minado de los piques, las rencillas, las zancadillas y los bulos, es importante aprender a interpretar señales simples como estas:

1. La ausencia de sonrisas

Una cosa es un día serio, todos lo tenemos, y otras una forzada ausencia de amabilidad y de gestos comunes de empatía.

2. La ausencia de contacto visual

Si tus compañeros no son capaces de “mirarte a la cara” mientras interactuáis, eso puede indicar una falta de respeto o de aprecio. Interiormente, el ser humano cree que una mirada directa puede permitir que una hostilidad larvada se note, así que tiende a evitarla.

3. Que, directamente, te eviten

Cuando los “buenos días” o el “hasta luego” de rigor desaparecen y las respuestas a tus preguntas se vuelven sucintas, algo puede estar pasando. Además, que se use principalmente el mail como modo de comunicarse contigo pese a que se podría hablar, indica que algo puede estar sucediendo.

4. Que se extiendan rumores sobre ti

Aunque pueda sonar infantil y sea un comportamiento totalmente reprobable, pasa todo el tiempo en entornos de trabajo. Saber quién lo hace no es demasiado difícil. Demostrarlo puede ser casi imposible.

5. Una gestualidad cerrada

Los gestos dicen mucho de nosotros, incluso de aquello que pretendemos ocultar. Dos ejemplos de gestualidad negativa serían las posiciones cerradas de escucha (brazos cruzados, etc), que indican actitud defensiva, o el no levantar la cabeza del ordenador o sus papeles cuando uno entra en la oficina.

6. El desacuerdo sistemático

Incluso el peor trabajador tiene una buena idea alguna vez. Si alguien está en desacuerdo contigo SIEMPRE, es que algo va mal más allá de tus capacidades o incapacidades.

7. El desinterés por tu vida personal

Debemos entender que en el mundo del trabajo el interés por la vida personal de los otros es un signo esencial de cortesía, además de que ocasionalmente pueda implicar un interés “real”. Si eres excluido de ese tipo de conversaciones, probablemente se te está diciendo sin palabras que no eres bienvenido.

8. No compartir el “humor”

Otro elemento necesario para la supervivencia en oficina es el desarrollo de un sentido del humor interno y sectorial, lleno de chistes privados y sobreentendidos. Siempre existe, así que si no eres parte de ese “círculo” quizá es porque no se confía en ti por algún motivo.

9. Apropiación indebida

Por último, se puede llegar a casos más graves, que superan las simples simpatías o antipatías como aquellos en los que otros compañeros tratan de apropiarse del mérito de trabajos que has llevado a cabo tú. Ahí debe uno defender su parcela sin duda con uñas y dientes –aunque con la sempiterna diplomacia– porque la única credencial y la única arma con la que cuenta uno al final del día, en un trabajo, es la calidad con la que lo realiza y el valor que añade a la empresa.

Prestar atención incluso a los indicios pequeños nos puede ayudar a solventar de manera anticipada situaciones potencialmente problemáticas, evitar que se enquisten y fomentar un clima cordial que, al cabo, es el que todos desearíamos. ¿O no?

El mundo del trabajo, como el de la escuela, es un circuito cerrado al que estamos obligados a asistir día tras día. En la vida “privada” hacemos amigos y enemigos, pero existe la posibilidad de frecuentar a los primeros y obviar a los segundos; de hacer que esas amistades florezcan, enraícen y se vuelvan cada vez más productivas y de, sencillamente, no tener relación con aquellas personas que nos caen mal. Eso, al menos, es lo que suele hacer la gente sana mentalmente.

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