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Que no te toque a ti: las formas más crueles de terminar una relación
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LOS COPPERFIELD DEL ESCAPISMO EMOCIONAL

Que no te toque a ti: las formas más crueles de terminar una relación

Que te abandonen ya es suficientemente duro como para que, encima, lo hagan por las malas. Pero cuando piensas que no podría haber terminado peor, siempre hay una historia que lo supera

Foto: Ella creía que era el novio perfecto; él, que estaba perfectamente equivocada (iStock)
Ella creía que era el novio perfecto; él, que estaba perfectamente equivocada (iStock)

“Mi primera novia –cuenta Juan– me dejó en París. Sí, la "ciudad de la luz", la ciudad del amor. Acabábamos de empezar y ella se fue allí de Erasmus, y un mes después yo había conseguido ahorrar para el billete y aparecí allí. La primera noche me dijo: "no he pensado nada en ti durante este mes". Aún me quedaban cuatro días en la ciudad, así que me dediqué a hacer turismo, pero, francamente, hubiese preferido mil veces una llamada de teléfono. Estar solo y recién abandonado en una ciudad así y sin saber una palabra de francés no es el mejor de los escenarios y la cara de idiota que se te queda cuando te dejan después de viajar unos miles de kilómetros con toda la ilusión debe ser antológica”.

Juan puede encontrar el pobre consuelo de que no es el único al que han dejado tirado de “la peor manera posible”. La literatura canónica al respecto, es decir, las revistas “de hombres” y las revistas “de mujeres” suelen afirmar insistentemente que “ninguna manera es buena” para cortar una relación. Inciden en la reducción de daños. “No es del todo cierto que siempre sea un conflicto”, comenta, sin embargo, Elisa, doctora española de 30 años. “Yo recuerdo un noviete que tuve con el cual nada funcionaba, ni bien ni mal. Creo que nos aburríamos mutuamente y cuando uno decidió dejarlo, creo que ambos respiramos aliviados. Ni siquiera recuerdo quién tomó la iniciativa, imagínate. Hoy sigue siendo mi amigo y la verdad es que de amigo muy bien”.

Volví a casa y me encontré con que todas sus cosas habían desaparecido, así que me entró el pánico y pensé que la habían raptado

Sin embargo, pese a esos casos en los cuales el aburrimiento o el odio compartido facilitan el trago, la mayor parte de las veces es cierto que una ruptura es unilateral y dolorosa, y es importante no convertirla en algo todavía peor. Y cuando todo se va al traste, curiosamente, las formas adquieren especial importancia. Si se observan, pueden constituir un último resto de dignidad muy de agradecer (incluso a largo plazo). Pero raramente se observan. Ni siquiera existe una “etiqueta” desarrollada para casos tan extremos emocionalmente. Simplemente, hay listas de lo que no se debe hacer.

Muchos artículos como este a lo largo y ancho de la red recogen casos reales que nutren esas listas encabezadas por un gran NO.

Empatía bajo mínimos

Algunos de ellos son realmente sangrantes: “Mi compañera de piso empezó a acostarse con mi novio mientras yo estaba en el hospital recibiendo tratamiento para el cáncer”, cuenta una chica. “No hubo ni mensajes ni llamadas ni nada durante aquel periodo en el que estuve en el hospital y durante el que incluso llegaron a operarme de urgencia. Me recuperé, volví al trabajo y me encontré con que ya no era mi novio, sino el de otra”.

En otro de los casos, el afectado llegó a pensar que se trataba de un secuestro: “Volví a casa y me encontré con que todas sus cosas habían desaparecido y ella no estaba. No me había dicho nada en absoluto, así que me entró el pánico, pensé que la habían raptado o algo así, y llamé a la policía. Un agente me tuvo que explicar amablemente que lo que probablemente había pasado era que ella me había dejado. Y era cierto”.

Algunos bordean lo hilarante, aunque no, desde luego, para el afectado: “Mi novia, con la que llevaba un año, me mandó un vídeo con una canción de ruptura. Ella la cantaba y otro amigo mío bailaba detrás. Estaba en una fiesta cuando lo recibí, así que lo puse a todo volumen y todo el mundo pudo oírlo. Fue lo peor”.

Otros son el colmo de la falta de tacto: “Me lo dijo el día de nuestro aniversario, justo después de darnos los regalos. Y además pretendía que siguiéramos siendo amigos con derecho a roce”. Y algunos, gélidos de puro expeditivo: “Me encontré los papeles del divorcio en el correo”.

Casos flagrantes

No es difícil establecer grupos con las maneras contraindicadas de abandonar a la propia pareja:

A distancia

Se supone que no dar la cara es, además de cobarde, un factor que puede intensificar el dolor del otro, pero lo cierto es que lo más habitual es usar algún tipo de tecnología para no dar la cara. Así, una chica comenta como se enteró de la ruptura por Facebook: “Cambió su estatus de Facebook a ‘soltero’ sin tan siquiera decirme nada. Fue frío y humillante, porque la mayor parte de nuestros amigos se enteraron antes que yo”. En otro de los testimonios, el afectado se entera por un mensaje de texto: “Simplemente me envió un mensaje con una imagen de ella y su nuevo novio”.

Usando tópicos

“Lo que la gente dice cuando quiere terminar una relación son casi siempre tópicos”, continúa Elena. “No se sabe cómo afrontar el dolor del otro, y se recurre a frases hechas. El problema es que son tan antiguas y manidas que suenan a chiste: 'va a ser mejor para los dos', 'no eres tú, soy yo', etc… Algunas las han usado conmigo y décadas después aún me pregunto: ¿tan difícil era una verdad?

Desapareciendo

“Simplemente me abandonó”, comenta una lectora. “Sin advertencias, sin respuestas o explicaciones. Un día estaba yo planeando mi futuro con mi marido y al día siguiente se había largado. Había cortado todo contacto”. En otro de los casos relatados, la mujer vuelve a casa después de un día cualquiera y se encuentra que todo ha desaparecido. Más tarde, la policía le informa que su marido ha tomado un vuelo y ha regresado a su país de origen.

Todo el mundo sabía que la novia de mi hermano pensaba abandonarlo antes de que lo dejara, lo que me pareció de sumo mal gusto

Contándoselo a todos antes que al interesado: “Recuerdo –narra Javier– que mi amigo Leo llegó un día a mi casa y me dijo: "Me acaba de dejar mi novia". Estaba hecho polvo de verdad y no se lo esperaba en absoluto. Cuando se fue, llamé a mi novia, que conocía a la suya, para contárselo y me dijo: "Ah, ya, bueno, lo sabíamos todos”. Creo que Leo no se enteró de que lo suyo era 'vox pópuli', pero me pareció de sumo mal gusto. Tu pareja, aunque ya no la quieras contigo, se merece en general ese último momento de intimidad de ser el primero en enterarse de su propio final. Lo otro es como enterarte de que estás muerto porque te lo dice el vecino. No mola”.

En definitiva, si quieres ser la persona perfecta, incluso en una ruptura, debes ser generoso, abierto, sincero, dar la cara e ir directamente a hablar con tu pareja para afrontar el tema con madurez y claridad.

“Mi primera novia –cuenta Juan– me dejó en París. Sí, la "ciudad de la luz", la ciudad del amor. Acabábamos de empezar y ella se fue allí de Erasmus, y un mes después yo había conseguido ahorrar para el billete y aparecí allí. La primera noche me dijo: "no he pensado nada en ti durante este mes". Aún me quedaban cuatro días en la ciudad, así que me dediqué a hacer turismo, pero, francamente, hubiese preferido mil veces una llamada de teléfono. Estar solo y recién abandonado en una ciudad así y sin saber una palabra de francés no es el mejor de los escenarios y la cara de idiota que se te queda cuando te dejan después de viajar unos miles de kilómetros con toda la ilusión debe ser antológica”.

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