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La razón por la que la relación entre padres e hijos es tan importante
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La razón por la que la relación entre padres e hijos es tan importante

Es a través de los cuidados de los padres hacia el bebé y de la relación con éste que se activan y modulan las estructuras innatas que le permiten gestionar sus emociones, pensamientos y conductas

Foto: Los padres deben animar a sus hijos a que exploren el mundo. (iStock)
Los padres deben animar a sus hijos a que exploren el mundo. (iStock)

El progreso del conocimiento científico sobre el genoma humano ha permitido un aumento significativo de la comprensión que se tiene acerca del desarrollo del bebé. En este proceso, cada vez más se ha destacado el inmenso potencial que guarda la relación con los padres como figuras principales en la construcción del mundo interno de su hijo. Si bien es cierto que éste nace preparado a nivel biológico para su desarrollo, requiere de un adulto para que se haga cargo de preservar su vida y facilitar su crecimiento, siendo a partir de esa relación que se construye la mente del niño.

Es a través de los cuidados de los padres hacia el bebé y de la relación con éste que se activan y modulan las estructuras innatas que le permiten gestionar sus emociones, pensamientos y conductas. Por lo tanto, es fundamental poder centrar los esfuerzos en conocer y potenciar los recursos que, como padres, permitirán construir una relación sana, en la que se faciliten esos procesos de forma adecuada.

En este sentido, es fundamental que los padres puedan consolidarse como figuras de seguridad para el pequeño. Por lo tanto, que puedan animar al niño a que explore y conozca el mundo, mientras que le supervisan y protegen desde una distancia adecuada para su edad. A la vez, que aporten consuelo ante el malestar del niño si algo le sucede, siendo capaces de comprenderlo y regularle emocionalmente. Por ejemplo, permitirle que pueda alejarse para jugar mientras se le supervisa, asegurándole que puede acudir si lo necesita. Esto permitirá que el niño construya una idea positiva acerca de sí mismo, los demás y el mundo, que le ayudará a relacionarse con el exterior de forma sana.

El bebé nace sin conocer qué son y cómo puede manejar sus sensaciones y emociones, e inicialmente las comprende a través de sus cuidadores

Igualmente, la habilidad de los padres para detectar lo que puedan experimentar sus hijos a nivel emocional, así como su capacidad para construir una teoría sobre lo que pueden estar pensando y sintiendo en cada momento, influirá en la capacidad del niño para regular sus emociones. El bebé nace sin conocer qué son y cómo puede manejar sus sensaciones y emociones, e inicialmente las comprende a través de sus cuidadores. Requiere de un adulto que lo comprenda, valide su posibilidad de sentir, ponga palabras a lo que siente y le dé opciones acerca de qué hacer con ellas. De lo contrario, tendrá miedo de explorar su mundo emocional y lo vivirá como una experiencia sobre la que tiene poco control.

Asimismo, la capacidad de estima y valoración personal del niño también se construye a través de la relación con sus padres y cómo éstos gestionan su propia autoestima. El niño necesita del reconocimiento por parte de sus padres que debe ajustarse a sus capacidades y a su edad. La aceptación del niño tal como es y sin condiciones aumenta la confianza en sí mismo y en su valía personal. Por ejemplo, señalarle con afecto sus errores reflejando que lo negativo ha sido su acción y no él para hacerle sentir que seguirá siendo querido y valioso a pesar de sus fallas.

Las situaciones negativas en la infancia pueden generar dificultades en las capacidades de los padres y en el proceso de ayudarlas a desarrollar en sus hijos

La paternidad no es una tarea fácil y depende en gran medida de la disponibilidad emocional de los padres y su capacidad para ponerse a disposición de “otro” que va a demandarles de forma masiva y les enfrentará a adaptarse a situaciones desconocidas. En este sentido, mucho de lo que determina la forma de ser padres, depende de cómo se ha sido hijo, es decir, la manera en que ha sido la crianza de los padres y las experiencias que han tenido durante su infancia.

Muchas veces las situaciones negativas que se han vivido durante la infancia pueden generar dificultades en las propias capacidades de los padres y en el proceso de ayudarlas a desarrollar en sus hijos. Por ejemplo, si un padre ha tenido dificultades para separarse en la infancia, probablemente llevará esto a la relación con sus hijos y podrá generar dificultad en el momento de la separación con ellos.

Ante éstas es importante poder tomar la vía de la reparación, en la que estas vivencias dolorosas o negativas en la infancia se reparan y se les da un sentido que permite hacer las paces y ayuda a que sean integradas a la historia de vida. Esto puede lograrse a través de múltiples recursos o experiencias reparadoras del entorno, como el apoyo psicológico. De esta manera, dejarán de ser una dificultad que puede entorpecer el desarrollo de los hijos y se convertirán en un recurso en el momento de ser padres.

El progreso del conocimiento científico sobre el genoma humano ha permitido un aumento significativo de la comprensión que se tiene acerca del desarrollo del bebé. En este proceso, cada vez más se ha destacado el inmenso potencial que guarda la relación con los padres como figuras principales en la construcción del mundo interno de su hijo. Si bien es cierto que éste nace preparado a nivel biológico para su desarrollo, requiere de un adulto para que se haga cargo de preservar su vida y facilitar su crecimiento, siendo a partir de esa relación que se construye la mente del niño.

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