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La frase de seis palabras que provoca una infidelidad de inmediato
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La frase de seis palabras que provoca una infidelidad de inmediato

"Mientras en su casa se le negaba cumplir con su gran sueño erótico, ella, de entre todas las mujeres en Nueva York, era capaz de entenderlo o, al menos, no le juzgaba". Y engañó a su mujer

Foto: Algo le ha dicho que a ella le convence... (iStock)
Algo le ha dicho que a ella le convence... (iStock)

La sabiduría popular señala que una infidelidad es el signo más claro de que algo funciona mal en una pareja, que el que engaña es profundamente infeliz o que hay ciertas dificultades por superar en el dormitorio. Parece lógico: ¿qué clase de persona enamorada y contenta sería infiel a su pareja y buscaría fuera lo que tiene en casa? Pero no siempre es así, también hay quienes son felices con sus parejas pero, de pronto, en un momento dado de sus vidas y en circunstancias normalmente no planteadas, emiten una serie de palabras clave que, en muchas ocasiones, pueden conducir al engaño.

Rachel Kramer Bussel cree haber encontrado la frase que nos incita a cometer o ser partícipes de una infidelidad. Al menos así lo expone en 'Salon', donde recoge una historia que leyó en 'The New York Times' y que para ella fue reveladora: en ella, Julia Anne Miller relata como cuando viajaba en taxi con un compañero de trabajo, de pronto se encontró en medio de una conversación en la que aquel hombre, felizmente comprometido, le confesó que deseaba compartir con ella algo más que la carrera. Pero no era una simple proposición sexual, se trataba de algo un poco más especial:


– Hay una cosa que siempre he querido hacer.

– ¿Sí?

– Y mi novia no me deja.

– ¿Qué es?

Fue entonces cuando él confesó su más intimo deseo que hacía tiempo había renunciado cumplir: deseaba chupar los dedos del pie de una mujer. “Habló de los dedos del pie en general, con veneración y pasión; y habló de los dedos de mis pies en particular, centrándose en su forma, textura y perfección”, explica Miller. Pese a que no era precisamente su fetiche, la idea de probar y satisfacer el capricho oculto de aquel hombre le pareció buena idea porque le hizo sentir que compartían algo común: ambos tenían deseos que no todo el mundo podía satisfacer.

“Mientras en su casa se le negaba cumplir con su gran sueño erótico, ella, de entre todas las mujeres en Nueva York, era capaz de entenderlo o, al menos, no le juzgaba”, señala Kramer. A ella le pareció bien, y él cometió la infidelidad.

'Mi pareja no me hace esto'

Casi nunca se habla de ello, pero para muchas personas resulta excitante ser 'la otra' y convertirse en la visita fugaz y pasional de una persona comprometida. Aunque cada caso es un mundo, y existen tantos tipos de infidelidades como personas las cometen, lo cierto es que en muchos casos esta atracción física y emocional se da cuando se sienten verdaderamente 'especiales' para la otra persona. Y no es que se les camelen, es que son conscientes de que lo que ellos o ellas hacen por la otra persona es diferente a lo que hacen sus parejas oficiales.

Indagar fuera de casa si alguien está dispuesto a hacernos lo que nuestras parejas no están dispuestas a tolerar, puede conducir al engaño

En opinión de Kramer, la aventura del compañero de taxi de Miller proviene de la gran frase: “mi pareja no me hace esto”. Ante una insinuación de tal calibre –especialmente si sentimos cierta atracción, casi de cualquier tipo, hacia la persona que nos la dice– nuestro cerebro se plantea un debate interno al instante sobre si nosotros lo haríamos o no, y hay quienes responden. No tiene por qué derivar en una infidelidad, pero el simple hecho de hacer público que hay algo que nos gustaría hacer y se nos niega casi suena a ruego.

Quieren algo más, pero sólo un rato

Esta frase viene a sonar como una llamada de ayuda que, en ocasiones, puede ser socorrida. Se sienten insatisfechos y buscan acabar con sus frustraciones, aunque tan sólo sea escuchando unas palabras de apoyo que les hagan ver que lo que sus cónyuges les niegan no tiene por qué resultar tan indeseable o, en niveles menos permisivos, inapetente.

Sin embargo, no se trata de una infidelidad que pueda derivar en una relación a largo plazo y su consecuente ruptura con la anterior, más bien en cumplir con un objetivo claro, el que no pueden compartir con sus parejas, y vuelta a la rutina. No toda su vida amorosa es un fracaso, sólo les falta una pequeña cosa, como rechupetear unos pies en un momento dado.

Sintetizando la alerta detectada por Kramer, indagar fuera de casa si alguien está dispuesto a hacernos lo que nuestras parejas no están dispuestas a tolerar, puede conducir al intento de satisfacer un deseo oculto y al engaño, aunque sólo sea una vez.

La sabiduría popular señala que una infidelidad es el signo más claro de que algo funciona mal en una pareja, que el que engaña es profundamente infeliz o que hay ciertas dificultades por superar en el dormitorio. Parece lógico: ¿qué clase de persona enamorada y contenta sería infiel a su pareja y buscaría fuera lo que tiene en casa? Pero no siempre es así, también hay quienes son felices con sus parejas pero, de pronto, en un momento dado de sus vidas y en circunstancias normalmente no planteadas, emiten una serie de palabras clave que, en muchas ocasiones, pueden conducir al engaño.

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