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Tres cosas mucho peores para tu relación que engañar a tu pareja
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Tres cosas mucho peores para tu relación que engañar a tu pareja

Probablemente nunca te has planteado que hay actitudes mucho más dañinas que cometer una infidelidad, y quizás las hagas a diario

Foto: Después de leer esto, que hayáis coincidido en la camisa no te parecerá tan preocupante. (iStock)
Después de leer esto, que hayáis coincidido en la camisa no te parecerá tan preocupante. (iStock)

'No podría perdonárselo nunca', asegura la mayoría de las personas ante el hipotético caso de que sus parejas puedan tener un encuentro sexual con una persona ajena. Pero la realidad es que existen formas de superar el engaño y segundas partes, en algunos casos, terminan siendo buenas. Olvida aquello de que una infidelidad es el principio del fin, existen una serie de patrones más dañinos que un escarceo esporádico y están mucho más presentes de lo que creemos. Como explican Bethany Allendale y Stu McLauren en 'The Good Men Project', se trata de actitudes que mellan la estabilidad de las parejas de forma “silenciosa” y que verdaderamente se traducen en el cierre de una vida en común. Pese a que, generalmente por desconocimiento de lo que está ocurriendo o falta de valentía para afrontarlas, no es demasiado común que se rompa una relación por cuando están presentes, es importante aprender a detectarlas para paliar sus destructivos efectos capaces de acabar con la relación más estable.

Falta de atención

Ya sea porque estamos absortos con un programa de televisión, un artículo de internet o simplemente sumidos en nuestros propios pensamientos, no escuchamos lo que nos están contando. Sí, vemos cómo se mueven los labios de la otra persona y oímos su voz, pero no prestamos atención alguna a lo que narran. La falta de atención es una mala costumbre que a menudo desarrollamos con jefes, compañeros de trabajo, familiares y amigos, pero cuando está presente en nuestra vida de pareja no podemos interpretarla como una simple distracción momentánea.

La decisión de frenar la confianza y establecer un muro invisible entre los dos es una de las traiciones más profundas que se le puede hacer a una pareja

“Aunque no tengamos la intención de hacer daño, cuando no prestamos atención a nuestra pareja, amante o a alguien importante en nuestra vida, estamos cometiendo una 'microagresión' hacia lo que nos mantiene unidos a la otra persona”, explican Allendale y McLauren, quienes advierten que los daños emocionales derivados de ignorar los pensamientos, quehaceres o preocupaciones del otro dejan una marca imborrable. Uno de los pilares básicos de cualquier relación es la comunicación, y la ausencia de la misma solo conduce al fin del interés por el otro. “Ninguna relación sobrevive mucho tiempo ante estas circunstancias”, puntualizan los expertos.

Desconfianza

Aunque el dicho insista en que 'da asco', lo cierto es que la clave para que cualquier relación humana funcione es que haya confianza entre las partes. En ocasiones puede haber un detonante que la disminuya, como la sospecha de que nos han engañado o lo están haciendo o que se produzca un cambio radical en nuestros intereses que nos aleja de la vida en común, pero no poner freno a tiempo a la necesidad de ocultar nuestros problemas, alegrías o deseos a nuestra pareja es el principio del fin. “Si lo hacemos de manera consciente y deliberada, ya tengamos una razón justificada o no, estaremos generando sospechas a la otra parte y surgirán tensiones. “La decisión de frenar la confianza y establecer un muro invisible entre los dos es una de las traiciones más profundas que se le puede hacer a una pareja”, sentencian Allendale y McLauren. Si la situación se alarga en el tiempo, los daños son irreversibles y terminamos por convertirnos en completos desconocidos.

Escasa intimidad

La intimidad es vital para que una relación romántica funcione. Como se suele decir, el roce hace el cariño, pero no basta con el cuerpo a cuerpo. “No se trata únicamente de sexo, esa es sólo una de las muchas maneras con las que demostramos físicamente nuestro amor. La intimidad sexual es una piedra angular de nuestra relación física, pero la intimidad emocional es aún más importante”, advierten los autores, quienes remarcan la idea de que no estamos realmente juntos cuando hay una barrera emocional entre las dos partes”.

Cuando no prestamos atención a nuestra pareja estamos cometiendo una 'microagresión' hacia lo que nos mantiene unidos a la otra persona

Ser independientes y tener tiempo para nosotros mismos, además de natural, se traduce en un síntoma de salud para una pareja, pero cuando nos alejamos por completo de la otra persona y no buscamos tiempo –ni nos interesa encontrarlo– para estar a solas, estaremos acabando con el nexo de unión fundamental de nuestra relación. “Si evitamos tener intimidad no porque necesitemos tiempo o espacio personal sino como una táctica o castigo, o si aplazamos un encuentro de pareja por estar con otras personas, es probable que inconscientemente queramos hacer daño a la otra persona, y son heridas que tardan mucho tiempo en curarse”, advierten.

'No podría perdonárselo nunca', asegura la mayoría de las personas ante el hipotético caso de que sus parejas puedan tener un encuentro sexual con una persona ajena. Pero la realidad es que existen formas de superar el engaño y segundas partes, en algunos casos, terminan siendo buenas. Olvida aquello de que una infidelidad es el principio del fin, existen una serie de patrones más dañinos que un escarceo esporádico y están mucho más presentes de lo que creemos. Como explican Bethany Allendale y Stu McLauren en 'The Good Men Project', se trata de actitudes que mellan la estabilidad de las parejas de forma “silenciosa” y que verdaderamente se traducen en el cierre de una vida en común. Pese a que, generalmente por desconocimiento de lo que está ocurriendo o falta de valentía para afrontarlas, no es demasiado común que se rompa una relación por cuando están presentes, es importante aprender a detectarlas para paliar sus destructivos efectos capaces de acabar con la relación más estable.

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