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Guía para sobrevivir a las reuniones familiares durante las fiestas navideñas
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MANUAL DE SUPERVIVENCIA

Guía para sobrevivir a las reuniones familiares durante las fiestas navideñas

Es una época de sensaciones encontradas: estamos alegres por disfrutar de unos días de vacaciones, pero también aumenta la ansiedad por comprar regalos u organizar comidas y cenas

Foto: Una bomba de relojería a punto de explotar. (iStock)
Una bomba de relojería a punto de explotar. (iStock)

Desde hace un par de semanas han comenzado a aparecer en las calles esas clásicas luces que anuncian la llegada ya casi inminente de la Navidad, unos años más abundantes que otros en función del dinero que cada ayuntamiento decida destinar a dicha tradición.

Con estas luces surgen emociones de todo tipo. Por una parte sentimos alegría por tener la visión de unos días de vacaciones próximos y también por ver la cara de ilusión de niños y de algunos no tan niños que disfrutan al máximo de esta época. Por otra parte, aumenta la ansiedad y las prisas por comprar regalos, organizar comidas y cenas, la melancolía por recordar a aquellas personas que ya no están y, como no, también acude a la mente la idea de reunirte con familiares con los que quizás no te apetezca demasiado estar. ¿Qué podemos hacer para pasar estas fiestas sin que nuestro sistema nervioso sufra demasiado?

Si tienes pareja es probable que tengas que afrontar la cuestión de a qué casa ir en cada festividad. Este es un tema que puede generar ciertas tiranteces

En primer lugar recuerda que aún tienes tiempo y que eres libre para decidir. Siempre tienes la opción de no participar este año de las fiestas aprovechando la oportunidad para irte de vacaciones al otro lado del charco si te es posible o si el día 22 tienes suerte y los niños de San Ildefonso cantan tu número (¡estaremos todos con los dedos cruzados!). Si decides que aunque no sean objeto de tu devoción vas a seguir con la tradición te puede ayudar planteártelo como una carrera de fondo. Ten presente que es una situación transitoria y que al fin y al cabo terminará en pocos días, intensos desde luego, pero pocos.

En segundo lugar no te fuerces a ser la viva imagen de la felicidad si no te apetece. El ambiente navideño suele hacernos sentir que si no estamos viviendo la alegría de estas fechas al máximo cantando y saltando es que algo no va bien en nosotros. Esto es completamente falso, cada persona le da a esta época el significado que es congruente con ella. Así que no te fuerces a sentir aquello que no te apetezca porque se supone que “es lo que toca”.

En familia

Si tienes pareja es probable que tengas que afrontar la cuestión de a qué casa ir en cada una de las festividades. Este es un tema que puede generar ciertas tiranteces, por tanto es fundamental mantener la mente abierta y ser consciente de que en una negociación en la que lo importante no es ganar, sino llegar a un acuerdo que satisfaga en la medida de lo posible a ambas partes. De esta forma evitarás generar un ambiente negativo que aumente la tensión propia de estas fechas. Si lo estás postergando, ¡adelante anímate y ponte a hablar sobre ello!, con lo poco que queda ya, cuanto antes lo resuelvas, mejor.

Una vez que sepas a dónde vas a acudir y con quién te vas a encontrar, haz un recorrido mental por las anteriores reuniones familiares y fíjate a ver si se repite algún patrón, ¿suele ser siempre la misma persona la que comienza una discusión?, ¿hay algún miembro de la familia que se dedica a hacerte un interrogatorio que no te apetece contestar?, ¿hay algún tema delicado que es mejor no tocar?

Haciendo esta revisión mental podrás extraer los factores clave que te ayudarán a evitar dichas situaciones en los próximos días. Si sabes que por ejemplo, tu tío suele iniciar discusiones intenta alejarte de él en la mesa y sentarte al lado de una persona con la que te sientas más cómodo o cómoda; o si eres consciente de que hablar de política supone caer en una discusión intenta evitar ese tema de conversación que tenemos tan presente últimamente por el bombardeo mediático.

Ir preparado o preparada para lo que pueda pasar no significa ir predispuesto. Si vas con los puños en alto, listo para defenderte ante un ataque, es muy probable que interpretes las interacciones de tus familiares como un agravio, ya que tendemos a ver aquello que esperamos que pase. De la misma forma, intenta no idealizar la situación. Los conflictos no se solucionan por arte de magia o por la presencia del espíritu navideño, a pesar de lo que nos quieran hacer creer los telefilmes tan típicos de esta época, de los que muchas veces nos reímos, pero que al final terminamos viendo. Simplemente acude a la cita intentando vivir el momento presente, sin esperar nada positivo ni negativo y siendo consciente de que tienes las herramientas necesarias para salir de forma airosa de la situación.

Si surge algún tema de conversación que te sea desagradable y del que no te apetezca hablar, dilo con educación y seguridad reconduciendo la conversación con una pregunta. De esta forma distraerás la atención de tu interlocutor hacia otro tema y evitarás hablar de algo de lo que no te apetece en ese momento.

Mente sana en barriga llena

Presta atención a tu cuerpo, él es tu aliado y te ayuda a identificar en qué momento está empezando a sentir ansiedad o enfado. Si vas notando que tu respiración se agita, que tus músculos se tensan o que tu estómago se cierra, es momento de darte un descanso. Si puedes abandona la sala donde se esté produciendo la reunión familiar y ve a una estancia donde nadie te moleste. Haz respiraciones profundas intentando no elevar los hombros y el pecho a la vez que inflas el estómago, es lo que se conoce como respiración diafragmática. Este tipo de respiración activa el sistema nervioso parasimpático, la parte del sistema nervioso que potencia la relajación. Para potenciar aún más el efecto puedes repetirte alguna frase que te ayude a superar el momento. Por ejemplo “yo puedo con esto, lo que estoy sintiendo es como una ola del mar que viene y se va”.

Si quieres también puede ser un buen momento para pensar en metas que te apetezca afrontar el año que viene. Estaría bien que buscases algo que realmente quieras hacer más allá de las típicas intenciones de ir al gimnasio y estudiar inglés. Igual este año que llega te apetece hacer un curso de fotografía, salir más con los amigos o tirarte en paracaídas. Las pequeñas cosas que nos hacen felices son las más importantes, así que busca cuáles son las tuyas y ¡date ese gusto!

Por último permítete dedicar tiempo sólo para ti. Estas reuniones familiares pueden suponer un gran consumo a nivel energético y emocional, así que aprovecha los momentos en los que no sea estrictamente necesaria tu presencia con la familia para hacer algo que te guste, como dar un paseo o ir a ver una película. Estos momentos te permitirán recargar energías y sentirte fuerte de cara a la siguiente reunión.

¡Y sobre todo confía en ti, cuídate cómo más te apetezca y disfruta de los días de vacaciones con o sin luces navideñas!

* Marta Bengoechea Uriarte es psicóloga de Centro de Psicología Arganzuela

Desde hace un par de semanas han comenzado a aparecer en las calles esas clásicas luces que anuncian la llegada ya casi inminente de la Navidad, unos años más abundantes que otros en función del dinero que cada ayuntamiento decida destinar a dicha tradición.

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