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Así es como algunas escuelas enseñan a sus alumnos a sobrevivir a una masacre
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EXPONEN A LOS NIÑOS A ESCENARIOS REALES

Así es como algunas escuelas enseñan a sus alumnos a sobrevivir a una masacre

Tras el creciente número de tiroteos en colegios de Estados Unidos, la compañía ALICE realiza entrenamientos a profesores y estudiantes para que puedan escapar a un asesinato en masa

Foto: Escena de 'Elephant', película basada en la matanza en el instituto de Columbine (2003)
Escena de 'Elephant', película basada en la matanza en el instituto de Columbine (2003)

Tan solo una semana después de que se produjera el tiroteo en un centro de discapacitados de la localidad de San Bernardino, en California, y en medio de un encendido debate político y social sobre la necesidad de reformar la Segunda Enmienda a la Constitución que regula la tenencia de armas, muchos colegios norteamericanos, sintiéndose vulnerables, han tomado sus propias medidas para impedir que masacres como la de Columbine –15 personas fallecidas en una escuela secundaria, en 1999– o la de Sandy Hook –28 alumnos y profesores asesinados en un colegio de educación primaria, en 2012– vuelvan a suceder. ¿Cómo? Enseñando a estudiantes y el personal docente qué deben hacer en caso de que un psicópata entre en el colegio armado.

“Tenemos planes de emergencia para incendios, tornados y huracanes, pero no para esto”, explicó Karen Madden, profesora de la Escuela Elemental James Buchanan, en Pennsylvania, a 'Business Insider'. El colegio participa en el programa de entrenamiento contra masacres que lleva a cabo durante dos días el ALICE Training Institute, y donde unos 50 alumnos y docentes aprenden desde cómo huir o hacer perder la concentración a un tirador suicida hasta la forma correcta de reducirlo, utilizando escenarios reales.

En los entrenamientos, se enseña a los niños técnicas de distracción y reducción del agresor, como lanzar libros pesados o correr para desconcentralo

“Hemos estado llevando a rajatabla el plan de emergencias de cierre durante años–apagar las luces, cerrar las puertas, que los niños se tiren al suelo,...–, pero, visto lo visto, puede que no sea la mejor opción”, afirmó el director de la Escuela Elemental Groveland, David Heineman, refiriéndose a los polémicos planes de evacuación y emergencia, que son idénticos en caso de un terremoto o cuando un asesino se cuela en la escuela. “Todo depende del escenario”, señala.

Durante uno de estos seminarios escolares tutelados por ALICE al que 'BI' pudo asistir, uno de los menores representaba el papel de tirador suicida y cargaba contra sus compañeros con una pistola de aire comprimido, mientras que los demás trataban de confundirlo o detenerlo con las más diversas técnicas: correr alrededor suyo y hacer ruido para que el agresor pierda la concentración o lanzarle objetos pesados, como libros de texto, a una velocidad bien medida. No obstante, a muchos docentes no les parece buena idea que se instruya a los niños para reducir a sus agresores: “No me resulta confortable decirle a los estudiantes que deben combatir un intruso. ¿Cómo le dices a sus padres que les enseñas a atacar?”, se pregunta Lyndell Davis, responsable de Truman High School.

No obstante, los instructores de ALICE aseguran que son tácticas de autodefensa que deben ser empleadas en situaciones de vida o muerte. Y proponen algunos ejemplos de éxito, como la historia de Liviu Librescu, un superviviente del Holocausto que trabajaba como profesor cuando ocurrió la masacre de Virginia Tech (2007) y mantuvo a raya al asesino salvando la vida de 20 estudiantes.

El peligroso 'sesgo de normalidad'

Es un fenómeno psicológico frecuente ante situaciones de extremo peligro, donde las víctimas suelen subestimar la posibilidad de que se produzca un desastre o sus efectos. Por este motivo, señalaron miembros de ALICE a 'BI', las personas o instituciones no se preparan para un desastre, o bien no comunican claramente las medidas de prevención.

Los datos hablan por sí mismos: según el Federal Bureau of Investigation, las escuelas son el segundo lugar más frecuente para estos tiroteos, aunque al menos un 43% de los directores de colegio tiene un plan para impedir que ocurran este tipo de desgracias, y casi un tercio de ellos nunca ha dirigido ni siquiera un simulacro de emergencia.

Tras las últimas masacres cada vez más estados han legislado a favor de que los profesores acudan a clase armados como forma de prevención

“Muchas personas pasan toda su vida sin tener que enfrentarse a un desastre”, declaró a 'Time' Michael Lindell, profesor del Hazard Reduction&Recovery Center. “Así que la reacción más normal cuando algo malo sucede es decirte a ti mismo que es imposible que te esté ocurriendo”.

A todo lo anterior, la compañía, a la que tampoco le faltan detractores –aquellos quienes hablan del lucrativo negocio del miedo–, basa parte de su argumentario en el libro 'The Survivor Club: The Secrets and Science That Could Save Your Life', que publicó el periodista Ben Sherwood en 2009 y que recoge otras historias supervivientes de matanzas. Una obra, dicen los responsable de ALICE, que nos prepara contra el 'sesgo de normalidad'.

Profesores armados

No hace más de dos meses, en el campus del Umpquao Community College, en Oregon, se vivió otra tragedia cuando un hombre de 26 años abrió fuego acabando con la vida de 10 personas para, finalmente, morir durante un tiroteo con la policía. Tras el incidente surgieron voces críticas con la ley del estado que permite cargar armas en los campus universitarios.

Contrariamente a lo que puede pensarse, estas matanzas dan argumentos para que los gobiernos estatales aprueben el uso y la tenencia de armas. Desde la tragedia en la escuela primaria de Sandy Hook (2013), cinco estados –Alabama, Kansas, Dakota del Sur, Tenesse y Tejas– legislaron para que los profesores den clases armados. Y según sus partidarios, la medida funciona. Según el artículo publicado en 'BI', desde que hace diez años se aprobase la medida en Utah, no ha habido más tiroteos en escuelas. “Nosotros estamos en la primera línea de defensa”, explicaba un profesor a la 'NBC', “¿Cuánto tiempo tarda la policía en personarse en un colegio en estos casos? Y en ese tiempo, ¿cuántos estudiantes estarán en peligro con un tirador recorriendo el colegio?”.

Sin embargo, sus detractores abogan por otras medidas de seguridad, como incrementar el número de patrullas estacionadas delante de los colegios o que los simulacros de emergencia sean más recurrentes.

De cualquier forma, la polémica está servida y al debate sobre si llevar arma es o no un peligro, también debería sumarse una reflexión: ¿por qué este tipo de crímenes sin aparente sentido van en aumento? ¿Es un reflejo de nuestra sociedad o una anomalía?

Tan solo una semana después de que se produjera el tiroteo en un centro de discapacitados de la localidad de San Bernardino, en California, y en medio de un encendido debate político y social sobre la necesidad de reformar la Segunda Enmienda a la Constitución que regula la tenencia de armas, muchos colegios norteamericanos, sintiéndose vulnerables, han tomado sus propias medidas para impedir que masacres como la de Columbine –15 personas fallecidas en una escuela secundaria, en 1999– o la de Sandy Hook –28 alumnos y profesores asesinados en un colegio de educación primaria, en 2012– vuelvan a suceder. ¿Cómo? Enseñando a estudiantes y el personal docente qué deben hacer en caso de que un psicópata entre en el colegio armado.

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