El secreto para mezclar los alimentos y adelgazar (sin contar ni una caloría)

Conocer qué alimentos casan mejor con otros es una de las claves del éxito y también desterrar algunos mitos, como que la fruta debe tomarse antes de las comidas porque, de lo contrario, fermenta en el estómago. Así lo explica Diego de Olmedilla, autor de 'Adelgaza con el Método Thinking' (Ed. Espasa), una obra que te enseñará la sutil pero importante diferencia entre SER y ESTAR gordo.

Cómo mezclar los alimentos

Aquí podía hacer un alto en lo que se refiere a los productos en sí que conforman nuestra alimentación y a continuación refirirme a los mitos derivados de la forma en que comemos dichos alimentos. Una primera verdad fundamental: mezclar es bueno. De hecho, en la variedad está el gusto y los beneficios. El organismo está preparado para digerir todos los tipos de alimentos en una misma comida. En la mezcla de carne y pasta –unos macarrones con carne–, las proteínas de la carne ayudan a ralentizar la absorción de las harinas. Que engorde o no es cuestión de porciones y proporciones. No somos vacas con dos estómagos. La fruta no fermenta en el estómago, independientemente de que se tome antes o después de comer.

El estómago no está subdividido en diferentes alturas, por lo que el hecho de que la fruta se tome al final de la comida no significa que esta quede en la parte superior del estómago y vaya a fermentar. En el estómago, los alimentos ingeridos se mezclan junto con los jugos gástricos y los demás alimentos consumidos. Y es bueno que esto sea así, y que la dieta sea variada, porque además de producir energía, estos nutrientes tienen otras funciones, cada uno la suya, como constructores de células y tejidos o para crear, sintetizar, nuevos compuestos.

Se recomienda hacer cuatro o cinco comidas diarias, porque el cuerpo recibe dosis equilibradas de proteínas, hidratos de carbono, grasas y vitaminas

El orden de los factores no altera el producto. O dicho de otra forma, el orden en que se ingieren los alimentos a lo largo del día no influye en el aporte energético. Da lo mismo cuándo tomes agua o fruta, no engorda más o menos. Engorda igual. Otra cosa es que te ayude a controlar tu deseo al saciarte y aportar menos calorías que otros alimentos –recuerda que el agua supone cero calorías–. Lo que importa es lo que comes, no cuándo lo comes. Las calorías tienen el mismo efecto en el cuerpo, sin que influya el momento en que se consuman.

Eso sí, mantener un ritmo de comidas regular –yo recomiendo cinco al día– ayuda a reducir el exceso de peso ya que minimiza el impulso de picar y los atracones con comida. Recuerda que va a ser la comida la que te va a hacer engordar o adelgazar. Pero una puntualización: evita siempre los ayunos.Mucha gente cree que saltándose una comida perderá peso. Pero suprimir una comida es un mal hábito. Dividir en partes cada una de las ingestas diarias ayuda a no llegar con excesiva hambre y ansiedad a la siguiente comida. Es mejor hacer, como dije antes, cinco, o por lo menos cuatro comidas –separadas entre dos horas y media y cuatro horas–, pero más livianas. El cuerpo recibirá así dosis equilibradas de hidratos de carbono, proteínas, grasas, minerales y vitaminas, y se encontrará en mejores condiciones metabólicas para quemar el tejido adiposo. Esta es también la mejor forma de no sentir hambre y evitar las tentaciones.

Saltarse una comida con la intención de adelgazar solo provoca descontrol y atracones.