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Los diez alimentos que no deberías dar a tu familia con frecuencia
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Los diez alimentos que no deberías dar a tu familia con frecuencia

Cuando tenemos que cocinar para nuestros hijos –y no digamos cuando vienen tíos, primos y abuelos– optamos por comidas sencillas que gustan a todos. Pero cometemos un gran error

Foto: En los encuentros familiares solemos ir a lo fácil para evitar conflictos. (Corbis)
En los encuentros familiares solemos ir a lo fácil para evitar conflictos. (Corbis)

Las comidas familiares pueden convertirse en un infierno para el anfitrión. ¿Qué pensarán las abuelas del típico nieto que sólo es capaz de comer filetes y macarrones? O, por aún, ¿del yerno que siempre se queja de un ingrediente concreto? “Lo único que no puedo comer es cebolla”, dice, como si fuera fácil cocinar sin ella.

Al final, para contentar a todos, optamos por lo sencillo: eso que los americanos, maestros de poner etiquetas, llaman 'comfort foods', comidas más o menos tradicionales, fáciles de preparar y que gustan a todo el mundo. Esto es: pollo asado, macarrones con tomate, filetes empanados, albóndigas… Pero ¿hacemos bien en alimentar así a nuestra familia? Por lo general, no, sobre todo si lo que debería ser excepcional se convierte en costumbre. Si renunciamos al pescado o las verduras sólo para que nadie se queje estaremos condenando a nuestros seres queridos a una alimentación poco saludable que, como ya sabemos, trae todo tipo de problemas.

Se ha hablado mucho estos días de que las carnes procesadas son cancerígenas y, sin duda, deberíamos procurar no alimentar todos los días a nuestra familia con ellas; pero hay muchos otros alimentos, aparentemente inofensivos, que haríamos bien en desterrar de nuestra despensa, sobre todo si hay niños en la casa (que no suelen tener mesura en lo que respecta a la comida).

Debemos recordar que una alimentación debe ser variada, equilibrada y moderada y hay cosas que sólo debemos comer de forma excepcional (principalmente azúcares, carbohidratos refinados y grasas saturadas). Pero, al margen de estas recomendaciones generales, Melaina Juntti propone en 'Men´s Journal' diez alimentos que, en general, deberíamos desterrar de nuestro comedor familiar.

1. Zumos

El zumo ha tenido fama de ser una bebida saludable, al fin y al cabo viene de la fruta, pero no lo es, de ninguna manera. “Todos esos tetra bricks y bolsitas de zumo que los padres dan a los niños son esencialmente azúcar”, explica Wesley Delbridge, portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética de EEUU. “Se lo beben, tienen su subidón de azúcar, y después, el bajón”.

Como hemos explicado en repetidas ocasiones, al extraer el zumo de una fruta conservamos la misma cantidad de azúcar que la pieza original pero eliminando gran cantidad de la fibra, ello sin contar que algunos zumos envasados, etiquetados como “néctar”, tienen aún más azúcar.

En 2003 la OMS publicó un informe en el que alertó de que un excesivo consumo de zumos de fruta se asocia a un aumento en el riesgo de padecer obesidad y estudios más recientes apuntan a que también aumentan el riesgo de sufrir diabetes. Otro informe publicado en MedlinePlus es más ilustrativo: los adultos podríamos llegar a engordar 5 kg al año si tomamos dos vasos de zumo de naranja al día, manteniendo estable nuestra ingesta habitual y nuestros hábitos de ejercicio.

2. Miel

Otro de esos alimentos con inmerecida fama de saludable. Es cierto que es una buena alternativa para endulzar el café o los postres, pues tiene vitaminas, sales minerales y proteínas, pero en un 70% es solamente azúcar. Y ya sabemos lo que ocurre si comes demasiado azúcar.

La miel tiene además un problema añadido. Como explica Delbridge, nunca debe ofrecerse a los niños menores de dos años pues puede contener una bacteria, 'Clostridium botulinum', que causa botulismo, una enfermedad potencialmente mortal para los bebés. El sistema inmune de los adultos está preparado para acabar con ella, pero no el de los niños pequeños.

3. Refrescos azucarados

Aunque se ha advertido una y otra vez de los peligros de un consumo elevado de este tipo de bebidas, seguimos ofreciéndolas en las comidas como si tal cosa. De nuevo, son los niños los que pagan el pato, pues son incapaces de plantearse que pueden escoger la variedad 'light' o que no deben pimplarse dos latas del tirón. Una botella de medio litro de refresco contiene 60 gramos de azúcar, que es aproximadamente cuatro veces más de lo que debería comer un niño como máximo al día. Quizás te da pena que los niños de la familia beban agua mientras tu bebes vino, pero así ha sido toda la vida y tampoco pasa nada.

4. Preparados de pasta

Además de ser una comida rica en carbohidratos refinados (obvio), los preparados de pasta deshidratados tienen muchísimo sodio y conservantes, que pueden condicionar los paladares de nuestros familiares, que se acostumbran a platos muy salados.

Pero, además, estos preparados tienen un peligro añadido, sobre todo para la educación de nuestros niños: al ver que la comida sale de una caja, sin mayor necesidad que añadir agua, pierden la noción de lo que significa cocinar. “Cuando ven que la comida no aparece de forma mágica se interesan más por lo que comen”, explica Delbridge. Y esto es importantísimo para que sepan qué comidas son saludables y cuáles no lo son.

5. Gominolas

A los niños (y a muchos adultos) les encantan las chucherías, pero bajo todo punto de vista es un alimento que no deberían consumir si no es de forma muy esporádica. En la actualidad, es habitual observar reclamos en los paquetes de chucherías del tipo “elaboradas con zumo de frutas” o “ingredientes 100% naturales”. Nada de esto es falso, pero las gominolas siguen siendo lo que han sido toda la vida: puro azúcar. Si quieres ofrecer dulces a tus familiares o invitados opta siempre por la fruta o, en días de fiesta, el helado, que siempre es mejor alternativa que las gominolas o los pasteles.

6. Atún

El pescado azul es una excelente fuente de proteínas magras, grasas saludables, vitaminas y minerales, y es muy recomendable en una dieta saludable. Pero, en la medida de lo posible, debemos evitar servir algunas de sus variedades –pez espada, atún o caballa– a los niños y embarazadas, debido a su alto contenido en mercurio, que puede ser peligroso para los más pequeños de la casa (incluidos los que están por llegar).

7. Barritas de cereales

“He visto a muchos padres darles a sus hijos barritas de cereales pensando que son un 'snack' saludable”, comenta Delbridge. “Pero muchas tienen poca proteína y fibra y tanto azúcar que es lo mismo que dar a nuestros niños un caramelo”.

Hay que apuntar, no obstante, que no todas son iguales. Las hay que incluyen frutos secos, frutas y cereales integrales cuyo contenido en azúcar es mucho más bajo que aquellas con chocolate o fruta deshidratada. “En general, cuantos menos ingredientes tengan mejor”, explica el nutricionista.

8. Frituras

Nuggets, patatas fritas, croquetas, san jacobos… Son un recurso sencillo, gustan a todo el mundo y nos pueden sacar de un apuro cuando no tenemos tiempo de preparar la comida; pero si son comidas habituales de nuestra familia deberíamos preocuparnos.

Se trata de alimentos muy ricos en sodio, grasas saturadas, carbohidratos refinados y carnes procesadas, justo el tipo de comidas que debemos evitar si queremos llevar una dieta saludable. A los niños les encanta, precisamente porque es el tipo de comida que resulta más adictiva, y es por ello que debemos evitar que se acostumbren a comerla.

9. Salsas

Es habitual que en las cenas familiares tengamos a mano ketchup, mayonesa o mostaza, y tanto niños como adultos untan cualquier cosa en ellas. Pues bien, quizás deberíamos plantearnos no sacar éstas todos los días, pues aumentan enormemente las calorías consumidas. Si tu familia es un poco adicta al asunto, trata al menos de servir la salsa en pequeños cuencos para acortar las raciones.

10. Leche fresca

Aunque en España ha dejado de ser habitual hay familias que siguen consumiéndola. Sí, está mucho más rica que la leche pasteurizada (e incluso puede ser más sana porque los nutrientes permanecen intactos) pero su consumo no es recomendable para toda la familia: es mucho más fácil que provoque intoxicaciones alimentarias en los niños, pues su sistema inmune no está tan desarrollado como el de los adultos.

Las comidas familiares pueden convertirse en un infierno para el anfitrión. ¿Qué pensarán las abuelas del típico nieto que sólo es capaz de comer filetes y macarrones? O, por aún, ¿del yerno que siempre se queja de un ingrediente concreto? “Lo único que no puedo comer es cebolla”, dice, como si fuera fácil cocinar sin ella.

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