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Dónde te está permitido tocar a los demás (y dónde no), según un estudio de Oxford
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CUIDADO, QUE LAS MANOS VAN AL PAN

Dónde te está permitido tocar a los demás (y dónde no), según un estudio de Oxford

Un grupo de investigadores ha realizado diferentes mapas corporales que recogen aquellas zonas donde está socialmente permitido rozar y aquellas otras donde deberíamos tener más cuidado

Foto: A pesar de que lo que se ve en la foto es un claro caso de abuso, a muchos hombres no les parecería mal si fuese al revés. (iStock)
A pesar de que lo que se ve en la foto es un claro caso de abuso, a muchos hombres no les parecería mal si fuese al revés. (iStock)

La globalización ha provocado que cada vez sea más frecuente que en nuestro día a día laboral nos veamos obligados a saludar a personas de todos los rincones del mundo con sus propias costumbres, que varían significativamente de un sitio a otro. ¿Dar dos besos o mejor la mano? ¿Está bien apretar el codo de la persona que acabamos de conocer o es suficiente con un saludo verbal y una sonrisa? Por lo general, tendemos a bajar el listón y limitarnos a estrechar la mano, el gesto de saludo y reconocimiento mutuo más habitual.

Una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Oxford y la de Aalto en Finlandia que ha sido publicada en el último número de 'Pnas' acaba de desvelar de qué manera reacciona cada una de las culturas al contacto físico que, no nos olvidemos, es muy importante en nuestra relación con las personas que nos rodean. “Nuestros resultados indican que tocar es una manera muy importante de establecer relaciones sociales”, ha señalado la investigadora finlandesa Juulia Suvilehto. “El mapa espacial se asocia de manera estrecha con el placer causado por el toque. Cuanto más placer cause tocar un área específica del cuerpo, seleccionaremos más a quien dejemos que la toquen”.

Los británicos están menos inclinados al contacto personal y, sorprendentemente, los italianos detestan aún más que los rusos ser rozados por desconocidos

A grandes rasgos, explica la investigación, no hay diferencias sustanciales entre las cinco nacionalidades de los 1.300 participantes que han sido analizadas (finlandeses, ingleses, franceses, italianos y rusos, es decir, una mayoría de europeos). Todos ellos, que debían señalar dónde dejarían tocar a cada una de las personas que les rodean (madre, padre, amigos, conocidos, desconocidos...) coincidían en permitir a los conocidos tocar más partes del cuerpo, aunque los británicos están menos inclinados al contacto personal y, sorprendentemente, los italianos detestan aún más que los rusos ser rozados por desconocidos. Los finlandeses son los que en términos generales se muestran más cómodos con el contacto ajeno.

Lo que resulta menos sorprendente es que las mujeres muestren en términos generales una mayor propensión a tocar y ser tocadas que los hombres, mucho más distantes. Basta con echar un vistazo a la ilustración realizada por los propios investigadores para descubrir algunas peculiaridades en nuestro contacto con los demás. Por ejemplo, mientras las mujeres permiten que sus hermanas o madres toquen sus zonas genitales, los hombres rechazan cualquier contacto físico en dichas partes realizado por sus familiares; ellos detestan que los desconocidos les toquen la cabeza, pero ellas no; o los hombres no tienen problemas en que un desconocido les toque cualquier parte (y cuando decimos 'cualquiera', queremos decir 'cualquiera') siempre y cuando sea una mujer.

“Es la clase de relación más que la familiaridad lo que de verdad importa”, ha explicado el profesor de la Universidad de Oxford y principal responsable del estudio Robin Dunbar. “Un amigo al que no hemos visto durante mucho tiempo todavía podrá tocar zonas que un desconocido al que vemos cada día no podría”. Es evidente. ¿Dejarías que tu jefe, por mucho que le vieses día tras día, tuviese la misma confianza contigo que tu primo, aunque sólo le veas de Pascuas a Ramos?

El mismo gesto puede ser interpretado de muchas maneras diferentes y tiene distintas implicaciones sexuales, de ahí los aparentes desencuentros entre sexos: “Desciframos cada toque dependiendo del contexto de la relación”, recuerda Dunbar. “Podemos percibir un toque en determinada zona de un conocido o un amigo como un gesto reconfortante, mientras que de una pareja podría ser más placentero y, de un desconocido, totalmente inoportuno”. De ahí que los hombres no tengan problema en que una desconocida roce sus partes pudendas: probablemente la interpretación que den a ello sea en todos casos el de un cortejo sexual, al contrario de lo que ocurre con las mujeres, que probablemente lo sentirán como una agresión.

Incluso en una era de comunicaciones móviles y medios sociales, el contacto es todavía importante para establecer y mantener lazos entre la gente

En líneas generales, sugiere el estudio, si no conocemos a la persona podemos seguir haciendo lo que siempre hemos hecho: dar la mano tanto a hombres o a mujeres, puesto que es un gesto que agrada a todo el mundo, mientras que los dos besos son mucho más invasivos. “Incluso en una era de comunicaciones móviles y medios sociales, el contacto es todavía importante para establecer y mantener lazos entre la gente”, recuerda Dunbar. Así que se puede mirar y tocar… Siempre y cuando tengamos cuidado dónde y de qué manera.

La globalización ha provocado que cada vez sea más frecuente que en nuestro día a día laboral nos veamos obligados a saludar a personas de todos los rincones del mundo con sus propias costumbres, que varían significativamente de un sitio a otro. ¿Dar dos besos o mejor la mano? ¿Está bien apretar el codo de la persona que acabamos de conocer o es suficiente con un saludo verbal y una sonrisa? Por lo general, tendemos a bajar el listón y limitarnos a estrechar la mano, el gesto de saludo y reconocimiento mutuo más habitual.

Investigación Oxford Psicología social
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