Esta es la temperatura perfecta a la que deberías ducharte
Quien dijo que la ducha espabila quizás no hizo hincapié en que el agua debía estar caliente pero sin pasarnos. Los expertos insisten en los peligros de no regular el chorro adecuadamente
Igual que hay quienes si no se duchan a primera hora de la mañana no se sienten personas, otros tantos prefieren hacerlo de noche justo antes de meterse en la cama. Perfecto. Cada uno con sus horarios, pero en cuestión de meternos bajo el chorro el debate no acaba ahí: duchas frías versus baño caliente. Cuál es mejor y por qué es la cuestión.
Aunque los grados pueden variar en función de la temperatura corporal de cada individuo, lo cierto es que la mayoría de los médicos aconsejan mantener el agua por debajo de los 40 grados. Sí, tal y como te estás imaginando: más calientes podemos abrasarnos. “Tan pronto como comiences a escaldarte en la ducha, corres el riesgo de dañar la salud de tu piel”, explica en 'Women's Health' la dermatóloga neoyorquina Sejal Shah.
Infierno bajo el agua
Si la piel empieza a enrojocerse, malo. “El agua caliente hace que la piel pierda sus aceites naturales, se seque, pique y, finalmente, aparezca un eccema y pierda su color”, continúa Shah, quien advierte de que las duchas demasiado largas aunque con agua tibia o incluso fría también resecan nuestra piel.
Además de los efectos tópicos obvios del calor, el agua muy caliente puede causar problemas debajo de la piel. Al aumentar la temperatura se acelera la circulación sanguínea y esto provoca que las células se inflamen y el picor o sequedad en la piel se haga todavía más insoportable. No sólo eso, “el calor extremo también causa una bajada de la presión arterial, lo que puede dar lugar a mareos”, dice la experta, y la ducha no es precisamente el lugar más conveniente para sufrir un desmayo. El golpe podría ser letal.
En su justa medida
Claro que no todo van a ser quemaduras de tercer grado y peligros bajo el agua. Un bañito también es, sin duda, uno de los mejores trucos para relajarnos y conciliar el sueño rápidamente. Según un estudio realizado en 1985, las personas que se daban un baño caliente antes de acostarse no sólo se quedaban dormidas más rápidamente sino que además aseguraban disfrutar de un sueño de calidad. Una vez más, debemos tener cuidado con pasarnos de calor ya que la temperatura perfecta para conseguir un descanso profundo es de alrededor de medio grado menos de la habitual.
Cuando nos dormimos, el cerebro envía mensajes a los vasos sanguíneos para que liberen calor, por lo que es importante que nuestro cuerpo esté menos caliente de lo normal para que el cerebro pueda regular la temperatura sin problemas. Vamos, que si nos ponemos en plan sauna es probable que consigamos el efecto contrario y del sofocón que llevemos nos cueste bastante dormirnos.
Cuando salimos del agua caliente experimentamos una ligera disminución de nuestra temperatura corporal, clave para que el cerebro se adormezca
Además, en contraposición a la piel seca y otros problemas cutáneos, el agua caliente ayuda a abrir los poros de la piel así que dejar que el chorro corra por nuestro rostro es una buena idea para lucir un cutis suave siempre y cuando no lo hagas a diario y no te pases con la temperatura. Una buena idea para evitar quemarte las mejillas es aprovechar el vapor de la ducha para limpiarnos la cara y purificar la piel evitando el impacto directo del agua y consiguiendo los mismos beneficios.
Un final perfecto
Tal y como aseguran diferentes investigaciones, el hecho de que una ducha caliente nos ayude a relajarnos puede deberse a que cuando salimos del agua caliente experimentamos una ligera disminución de nuestra temperatura corporal, clave para que el cerebro se adormezca y esté listo para descansar. Sí, y este efecto ocurre sea de día o de noche.
Entonces, ¿eso de que la ducha mañanera ayuda a espabilar es mentira? Un poco sí, la verdad, pero hay solución. Como explica Phil Dumontet en 'Entrepreneur' hay un método para salir de la ducha con las pilas cargadas de verdad. Y sólo tienes que añadir minuto y medio a tu rutina diaria y seguir estos tres sencillos pasos.
1. Tras finalizar tu ducha convencional baja la temperatura del agua al mínimo posible y mantente bajo el chorro helado durante 30 segundos.
2. Después vuelve a elevar la temperatura, poniendo el agua tan caliente como puedas aguantarla: esto hará que se abran tus capilares y se incremente el ritmo sanguíneo.
3. Por último, dale de nuevo al agua fría durante otros 30 segundos. Este es el paso más importante y debes hacerlo siempre: acabar con la ducha fría.
Igual que hay quienes si no se duchan a primera hora de la mañana no se sienten personas, otros tantos prefieren hacerlo de noche justo antes de meterse en la cama. Perfecto. Cada uno con sus horarios, pero en cuestión de meternos bajo el chorro el debate no acaba ahí: duchas frías versus baño caliente. Cuál es mejor y por qué es la cuestión.