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Esto es lo que piensa Varoufakis de la economía, y por eso molestaba al Eurogrupo
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"una paradoja envuelta en una contradicción"

Esto es lo que piensa Varoufakis de la economía, y por eso molestaba al Eurogrupo

Era el ministro de finanzas europeo más odiado por sus colegas. Su dimisión, cuyo objetivo es hacer más factible un acuerdo, nos lleva a recordar algunas de las claves de su pensamiento. Y escuecen

Foto: El ex ministro de finanzas lleva el odio de los acreedores con orgullo. (REUTERS/Yves Herman)
El ex ministro de finanzas lleva el odio de los acreedores con orgullo. (REUTERS/Yves Herman)

Se dice que que los economistas son de esa clase de expertos que siempre tienen una teoría para lo que ha ocurrido, pero ninguna que adivine lo que vendrá. Lo curioso en Yanis Varoufakis, el ya ex ministro griego de finanzas, es que tenía muy claro cómo iba a ser el futuro, y sus acciones estaban encaminadas a que las previsiones, tan negativas, no se cumpliesen. Varoufakis no ha ido al Eurogrupo a decir que Grecia necesitaba otro plan o que su pueblo estaba sufriendo, sino a cuestionar un modo de gestión, el que ordenan la UE y el BCE, por ineficaz, ineficiente e irracional. Es cierto que, en ese modelo, los países del sur, y en especial Grecia, se llevan la peor parte, pero la refutación de fondo es que es muy negativo para todos los europeos.

Dando lecciones a los ministros de finanzas

En el Eurogrupo, Varoufakis era un técnico entre técnicos, por lo cual podía permitirse ofrecer un punto de vista teórico sólidamente argumentado y defender propuestas de actuación que manejan otros economistas prestigiosos, como Stiglitz, Piketty o Krugman. Pero eso es justo lo que el Eurogrupo no quería escuchar; es mucho más fácil manejar argumentos puramente políticos que críticas hacia la base de flotación. Por eso algunos ministros de finanzas decían, o eso filtraban, que Varoufakis iba a las reuniones a darles lecciones.

Cuanto más irrelevantes son los modelos de la economía, mayor es el éxito discursivo de la profesión y mayor poder social consigue

El centro de su argumento, como describió en una entrevista en El Confidencial realizada hace más de dos años con motivo de la publicación en España de El minotauro global (Ed. Capitán Swing) es la pérdida de fiabilidad de la economía contemporánea, que definió “como una paradoja envuelta en una contradicción”, y que veía como presa de unas certezas que consideraban inmutables pero que tenían escasa correspondencia con la realidad. Según Varoufakis, “cuanto más irrelevantes son sus modelos, mayor es el éxito discursivo de la profesión y mayor poder social consigue. Desde la década de 1970 los departamentos de economía fueron tomados por gente de mirada muy estrecha que abogaba por fórmulas perfectas de resolución de los modelos matemáticos de la economía, finanzas incluidas. Sin embargo, para perfeccionar los modelos matemáticos, los economistas tuvieron que imponer (a menudo sin especificar) suposiciones ocultas que alejaban radicalmente sus modelos del capitalismo realmente existente. A pesar de ello, estos modelos matemáticos fueron muy utilizados por los financieros y políticos para proporcionar un barniz de respetabilidad a sus políticas y a sus operaciones de derivados (en tanto los modelos efectivamente asumidos afirmaban que el capitalismo financiero era inmune a la crisis). Así, los economistas se hicieron muy populares (y consiguieron buenas recompensas del sector financiero y de los gobiernos neoliberales) por haber producido modelos que eran, por su diseño, irrelevantes. Por eso me refiero a la economía como una gran contradicción y como un fracaso muy peculiar: es la única disciplina cuyo poder es proporcional a su fracaso teórico para iluminar el capitalismo”.

La economía es una especie de sacerdocio, y a los aprendices les va bien en la medida que aceptan que nunca tendrán nada útil que decir sobre el mundo real

No es un aviso menor, ni una ocurrencia, ni mucho menos la descripción de un radical. Como contaba John Lanchester en ¡Huy!, Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar (Ed. Anagrama) en esta peculiar ceguera se encuentra la clave de la crisis económica de 2008, la peor desde 1929, que no hubiera tenido lugar si no se hubiera confiado a pies juntillas en unos modelos matemáticos que decían asegurar contra todo riesgo. Años después y sin que la crisis haya acabado, seguimos en una cerrazón similar, con los economistas pensando que pueden dirigir una sociedad a partir de modelos que sólo funcionan en el papel y eso siempre y cuando sólo se tengan en consideración aquellos factores de la vida que son susceptibles de ser medidos y reducidos a números.

La economía real, al traste

La economía, aseguraba Varoufakis, se ha convertido en “una especie de sacerdocio, en el sentido de que a los jóvenes graduados les va bien en la profesión en la medida en que aprenden a configurar y solucionar estos modelos matemáticos de forma ritual, aceptando en ese proceso que nunca tendrán nada útil que decir sobre el mundo real”.

La trampa del crecimiento negativo y el elevado endeudamiento se dio por primera vez en 1930 y Europa no parece haber aprendido casi nada

Las consecuencias de estas ilusas construcciones en el aire se manifiestan de un modo muy palpable en nuestra vida cotidiana, por ejemplo en lo que se refiere a la cada vez más débil economía productiva: “Dado que los gobiernos y los bancos centrales están financiando a los bancos para reflotar el sector financiero, éste se encuentra en proceso de recuperación y vuelve a crecer, mientras que la economía real no deja de reducirse”. Como resultado de estas elucubraciones pensadas para dar vida al capital financiero, “sufre especialmente la periferia de la zona euro, donde la imposibilidad de la devaluación, junto con la carga desproporcionada del ajuste que cae sobre los países deficitarios, garantiza una depresión. Esto es precisamente lo que se quiere decir con la trampa del crecimiento negativo y el elevado endeudamiento. Es un fenómeno que se dio por primera vez en la década de 1930, y del que Europa no parece haber aprendido casi nada”.


Se dice que que los economistas son de esa clase de expertos que siempre tienen una teoría para lo que ha ocurrido, pero ninguna que adivine lo que vendrá. Lo curioso en Yanis Varoufakis, el ya ex ministro griego de finanzas, es que tenía muy claro cómo iba a ser el futuro, y sus acciones estaban encaminadas a que las previsiones, tan negativas, no se cumpliesen. Varoufakis no ha ido al Eurogrupo a decir que Grecia necesitaba otro plan o que su pueblo estaba sufriendo, sino a cuestionar un modo de gestión, el que ordenan la UE y el BCE, por ineficaz, ineficiente e irracional. Es cierto que, en ese modelo, los países del sur, y en especial Grecia, se llevan la peor parte, pero la refutación de fondo es que es muy negativo para todos los europeos.

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