Es noticia
8 grandes meteduras de pata que cambiaron la Historia por completo
  1. Alma, Corazón, Vida
'FAILS' PARA LA POSTERIDAD

8 grandes meteduras de pata que cambiaron la Historia por completo

A lo largo de los siglos, muchos hombres convencidos de que tenían toda la razón han terminado pasando a los anales de la historia por haberse equivocado garrafal y trágicamente

Foto: 'Cariño, ¿no huele a quemado?', cuadro de artista desconocido.
'Cariño, ¿no huele a quemado?', cuadro de artista desconocido.

¿Negar una y otra vez la crisis económica hasta que es demasiado tarde? ¿Dejar que la burbuja del ladrillo se infle e infle hasta hacer estallar un país? ¿Permitir que la corrupción campe a sus anchas mientras los niveles de paro no dejan de ascender? Peccata minuta frente a otros errores históricos que derivaron en muerte, destrucción y escarnio a lo largo de los siglos para aquel que tomó la decisión. Un artículo en The Independent ha recogido un puñado de las cagadas históricas más desconocidas, que completamos aquí con otros tristes episodios que empezaron con un “¡si no pasa nada, hombre!” y terminaron con un “no volverá a ocurrir, lo prometo”.

El panadero que quemó Londres

Lo típico de que se te olvida que has dejado algo en el horno y devastas la mitad de una de las ciudades más grandes del mundo. Esto es lo que le ocurrió a Thomas Farriner (1615-1670) en 1666, cuando un fueguecito que comenzó en la media noche del 2 de septiembre en su panadería, sita en Pudding Lane (en plena City), terminó convirtiéndose en el Gran Incendio. Así, con mayúsculas. El fuego ardió durante tres días y destruyó el centro de la ciudad: 13.2000 casas, 87 iglesias y 44 antiguas casas gremiales desaparecieron pasto de las llamas mientras Farriner, que había conseguido escapar por una ventana, afirmaba que había apagado el fuego antes de irse a la cama. Actualmente hay un monumento de 62 metros en el lugar en el que empezó el fuego.

La venganza del ciego

La historia no es clara sobre el origen de la ceguera de Enrico Dandolo (1107-1205), un veneciano de buena familia que fue detenido en 1171 por el Imperio bizantino y enviado a Constantinopla como embajador. Puede ser que sufriese de ceguera cortical, pero también que fuese cegado por los propios bizantinos, incluso por el emperador Manuel Comneno por pura diversión. Sea como sea, mal hicieron en tocarle las narices, puesto que su odio lo llevó a conquistar y saquear Zara y Constantinopla entre 1202 y 1205 junto a los caballeros de la Cuarta Cruzada. Ahí, dándolo todo.

La matanza del día que terminó la guerra

El 11 de noviembre de 1918 fue la última jornada de la primera guerra mundial. A pesar de queel armisticio se firmó a las cinco de la mañana, 11.000 hombres fueron heridos o asesinados en las horas siguientes hasta que este entró en vigor, según ha explicado en Eleventh Month, Eleventh Day, Eleventh Hour: Armistice Day, 1918 World Ward I and its Violent Climax (Random House) el historiador Joseph E. Persico, una cantidad superior a la de los caídos en el Día D de la segunda guerra mundial. Muchos de ellos fueron conducidos al frente por militares que estaban al tanto del armisticio, pero querían conseguir una última victoria. Es el caso del general William W . Wright, que perdió a 365 hombres y se justificó aduciendo que quería tomar los baños de Stenay (en Lorena) para que sus tropas pudiesen refrescarse.

El apocalipsis pájaro de Mao

En 1958, Mao Zedong lanzó el proyecto del Gran Salto Adelante con el objetivo de reforzar la industria pesada y la agricultura para no depender de las importaciones extranjeras. Entre la multitud de reformas planteadas por el líder comunista se encontraba la de las Cuatro Plagas, que tenía como objetivo eliminar cuatro especies muy dañinas para las cosechas: ratones, moscas, mosquitos y gorriones. ¿El problema? Como explicó un estudio de 1960 publicado por la Academia de las Ciencias Estadounidense, los gorriones servían para eliminar los insectos y parásitos que acababan con las cosechas, por lo que su eliminación provocó la proliferación de langostas y fue un factor importante en la Gran Hambruna China, en la que murieron entre 16 y 30 millones de personas.

Los colonos escoceses en Panamá morían por las enfermedades tropicales a ritmo de 10 por día

¿Caledonia? Mejor, cagadonia

Caledonia era el nombre que los romanos le daban a su provincia norte de las Islas Británicas que se encontraba más allá del muro de Adriano, pero también el nombre que los colonos escoceses quisieron darle a un territorio estratégico en el istmo de Panamá que los permitiría convertirse en una potencia comercial internacional. Se trata del Proyecto Darién de 1698 que no tardó en irse a pique: la flota desembarcó en 2 de noviembre, pero para verano del año siguiente, los colonos morían por las enfermedades tropicales a ritmo de 10 por día. En julio de 1699, la colonia fue abandonada y tan sólo 300 de los 1.2000 colonos sobrevivieron. Ello no impidió que llegase otro barco con más de 1.000 tripulantes que esta vez fueron repelidos por los españoles, que los asediaron durante un mes hasta que los pocos centenares que quedaban tomaron rumbo al hogar.

Nadie vacila a las hermanas Trung

La historia de Trung Trac y Trung Nhi es recogida en el Libro de Han Posterior, compilado por el historiador chino Fan Ye en el siglo V, aunque el folklore vientamita refleja diversas versiones de la historia. Una de ellas explica que en el año 40, cuando el marido de Trac fue ejecutado por los chinos como una demostración ejemplarizante ante posibles rebeliones, las hermanas reclutaron un gran ejército formado casi exclusivamente por mujeres que consiguió recuperar 65 ciudadelas de manos de los invasores chinos. Las Trung se convirtieron en reinas de Vietnam y aguantaron otros tres años más hasta que finalmente fueron vencidas por un ejército chino comandado por Ma Yuan.

Ojo por ojo, cabeza por… un imperio

A pesar de que posteriormente sería conocido por su ánimo imperial, el mongol Genghis Khan no tenía ninguna intención de invadir en el año 1219 Khwarezmia, que se encuentra en el actual este de Irán. Por eso le mandó al emperador Ala ad-Din Muhammad un mensaje conciliador en el que ofrecía acuerdos comerciales que fue rechazado. Cuando Khan envió tres embajadores (un musulmán y dos mongoles) para negociar la liberación de un destacamento, sólo recibió la cabeza decapitada del musulmán. No se lo tomó demasiado bien, así que decidió mandar entre 80.000 y 100.000 arqueros montados para sitiar la ciudad y derrocar al imperio del sha.

La cagada de Cavite

1898 no fue un buen año para España, no sólo en Cuba sino también en el otro extremo del mundo, concretamente en Filipinas. Aunque en principio en la bahía de Manila se iban a encontrar dos armadas, la estadounidense y la española, bastante equilibradas –cuatro cruceros y dos mercantes por parte de los americanos y siete cruceros por parte española– el mal estado de los navíos patrios, la escasa preparación de las tropas y un despliegue poco apropiado con el objetivo de que la ciudad no quedase dañada, terminó en un desastre ocasionado por la confusión. Aunque el comodoro Dewey ordenó retirarse porque pensaba que no tenía suficiente munición, Montojo ordenó abandonar dos barcos y se retiró dándose por vencido, lo que terminó provocando la derrota y su posterior enjuiciamiento. Los americanos sufrieron 13 bajas, mientras que los españoles perdieron 77 hombres y el control de la bahía de Manila, lo que llevó a los filipinos a la sublevación.

¿Negar una y otra vez la crisis económica hasta que es demasiado tarde? ¿Dejar que la burbuja del ladrillo se infle e infle hasta hacer estallar un país? ¿Permitir que la corrupción campe a sus anchas mientras los niveles de paro no dejan de ascender? Peccata minuta frente a otros errores históricos que derivaron en muerte, destrucción y escarnio a lo largo de los siglos para aquel que tomó la decisión. Un artículo en The Independent ha recogido un puñado de las cagadas históricas más desconocidas, que completamos aquí con otros tristes episodios que empezaron con un “¡si no pasa nada, hombre!” y terminaron con un “no volverá a ocurrir, lo prometo”.

Humor Primera Guerra Mundial
El redactor recomienda