La frase de tres palabras que deberías dejar de decir inmediatamente
Cada día cuidamos menos nuestro lenguaje y algunas frases hechas pueden resultar dañinas para quienes nos rodean y para nosotros mismos. Si quieres evitar malentendidos, no digas estos vocablos
Actualmente, parece que hemos interiorizado que el ser simpáticos y agradables con las personas que nos rodean de algún modo nos hace parecer débiles. De ahí que muchos opten por demostrar que tienen un carácter fuerte y dejar bien claro cuáles son sus intereses personales y lo mucho o lo poco que empatizancon los de los demás.
La evolución de las sociedades, por sus caraterísticas y formas de organización, nos ha convertido en seres cada vez más individualistas. Cambiamos de trabajo, de pareja o de grupo de amigos y el paso de los años y los desencuentros vitales hacen que nos volvamos cada vez más rancios y desconfiados. Y de ahí a centrarnos sólo en nosotros e ignorar los problemas de quienes nos rodean hay un ligerísimo paso.
Al menos así lo considera la doctora Peg O'Connor, quien ha reflexionado sobre “una respuestacada vez más frecuente que demuestra claramente enfado y desinterés hacialos demás”. Seguro que la utilizas a menudo y nunca te habías planteado que puede resultar hiriente tanto para tus interlocutores como para ti.
La frase que debes evitar
“Cuando las decimos creemos que no importan, pero en realidad son una señal de que hay un problema más grande detrás”, advierte la también experta en sexualidad y filosofía de género. Como explica en Psychology Today, la frase de tres palabras que tenemos que dejar de decir cuanto antes: 'I don’t care',que traducida al castellano sería similar a 'no me importa', 'me da igual' o 'no me interesa'.
Una clara demostración de que lo que te están contando o interesa a quienes te rodean a ti. Hay grados y grados en las connotaciones negativas de esta frase (un 'no sé, haz lo que quieras' siempre será menos ofensivo que un agresivo 'me la bufa lo que hagas') pero utilizarla muy a menudo puede acabar por afectar a nuestro estado de ánimo(convirtiéndonos en personas egoístas, advierte la autora).
Una respuesta cada vez más frecuente que demuestra claramente enfado y desinterés hacia los demás
“La declaración 'no me importa' se ha convertido en una especie de no-respuesta común a casi cualquier tipo de pregunta: desde dónde ir a comer o el destino de vacaciones”, comenta la doctora quien está convencida de que “realmente significa que uno no tiene una opinión o interés en el tema que se les plantea dejando claro que decida la otra persona lo que quiera” porque le da igual.
Vivir indiferentes
Está claro que hay una gran cantidad de situaciones en las que realmente no nos importará en absoluto lo que esté ocurriendo. Si no nos gusta el fútbol bien poco nos interesará quién sube a Primera División o si no nos gusta la moda puede darnos más bien igual cuál es el color en tendencia para esta temporada. Pero, como explica O'Connor, en estas circunstancias el uso de estas tres palabras sería una actitud moralmente neutral.
“Sin embargo”, advierte la doctora, “estoy empezando a preocuparme porque la respuesta 'no me importa' se está expandiendo a más áreas de la vida, especialmente a aquellas en las que todos deberíamos tener una moral cuidadosa y demostrar preocupación o interés”. Cuando realmente dejan de importarnos las cosas sin medida alguna nos convertimos en seres apaticos dominados por la insensibilidad social que termina por convertirse en indiferencia moral: “La apatía y la insensibilidad son etapas en el camino a la indiferencia, que es una de las orientaciones más peligrosas y devastadoras del mundo”, asegura la autora.
La apatía moral se considera una falta de motivación o de empuje para alcanzarciertas metas que en muchas ocasiones suele atribuirse a personas perezosas o desconectadas del mundo. Pero una persona puede mostrarse apática con un conjunto de objetivos o circunstancias y ser muy entregada con otros que sí le interesan y que consideremos que no les interesa nada por mera generalización. El problema es que esta actitud puede convertirse en un hábito “y uno puede pasar de actuar con apatía a ser apático”.
Una sociedad insensible
“La insensibilidad moral es una especie de despreocupación total con respecto al cuidado, las necesidades o el bienestar de los demás”, resume O'Connor, quien además añade que a menudo tiene un fuerte trasfondo de egoísmo, lo que se traduce en que el individuo ponga por delante su propio interés al de los demás. Sean quienes sean o estén en las circunstancias enque estén.
Si no se pone freno, las personas se vuelven más crueles y se muestran más propensas a actuar única y exclusivamente para satisfacer sus deseos por encima de todo, aunque sean capaces de reconocer necesidades en las personas que les rodean. “En sus formas más extremas”, comenta la doctora, “una persona moralmente insensible puede ser capaz de culpar a otros por tener necesidades o estar en circunstancias que requieran ayuda” y también hay casos en los que las personas son moralmente insensibles consigo mismas, infravaloran sus propios intereses y preocupaciones y no son capaces de considerar que puedan necesitar ayuda o que puedan suscitar interés en las personas que les rodean.
La indiferencia es la evacuación de las emociones morales, lo que la convierte en la forma de actuar más devastadora posible
No sólo eso, según explica O' Connor también puede darse el caso en el que una institución sea moralmente insensible. La autora pone como ejemplo a la industria del tabaco “que se niega a admitir ninguna culpabilidad o a asumir cualquier responsabilidad proactiva y sólo da la cara ante las múltiples demandas que le interponen cada año”.
Bajo las excusas de que los consumidores conocen los riesgos y deciden consumir sus productos libremente –“lo que, en cierto sentido, es cierto”, añade la doctora–, las autoridades sanitarias relacionadas y la propia industria se convierten en cómplices y 'les da igual' las consecuencias del consumo de tabaco en la salud de los fumadores “que no son vistos como personas sino más bien como piezas estropeadas de su juego de mesa particular”, sentencia O'connor.
Cómo solucionar la indiferencia moral
Como dijo Elie Wiesel, escritor húngaro de nacionalidad rumana superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz en 1986, “lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es una herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, es la indiferencia”.
“La buena noticia es que la gente también puede llegar a ser menos apática e insensible”, exclama la autora. Una persona que esté siendo cada vez más moralmente insensible puede sentirse motivadapara introducir cambios positivos en su vida que no estén únicamente relacionados con su bienestar sino con el de los que le rodean.
La respuesta 'no me importa' se está expandiendo a aquellas áreas en las que todos deberíamos tener una moral cuidadosa y demostrar preocupación o interés
Situaciones como cuando alguien deja de consumir alcohol y drogas o ha sufrido una experiencia traumática que ha endurecido su carácter –como, por ejemplo un accidente de tráfico, el fallecimiento de alguien cercano o una ruptura de pareja– y decide afrontarla, pueden acabar con ese estado de insensibilidad permanenteno sólo con ellos sino también con sus allegados: “La compasión puede sustituir a la insensibilidad, lo que puede motivar a la gente a cuidar y a proteger a otras personas además de a ellos mismos”, explica la doctora.
“La indiferencia es la evacuación de las emociones morales, lo que la convierte en la forma de actuar más devastadora posible”, advierte O'Connor, por lo que debes medir hasta qué punto 'te da igual' o no lo que les ocurra a quienes te rodean e incluso a ti mismo.
Actualmente, parece que hemos interiorizado que el ser simpáticos y agradables con las personas que nos rodean de algún modo nos hace parecer débiles. De ahí que muchos opten por demostrar que tienen un carácter fuerte y dejar bien claro cuáles son sus intereses personales y lo mucho o lo poco que empatizancon los de los demás.
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